martes, 2 de octubre de 2012

IMPORTAN DOS MANERAS DE CONCEBIR EL MUNDO



Algunos creen que ser decente, solidario, correcto, responsable, colaborador, respetuoso de las normas y de los otros, es sinónimo de estupidez.
¿Somos estúpidos si hacemos las cosas bien? ¿No será hora de poner las cosas en su lugar y dejar de aplaudir al sinvergüenza, al vividor, al inescrupuloso? Si esos tipos nos parecen “vivos, piolas, cancheros” ¿quién tiene el desajuste de valores? ¿Ellos, que han hecho de la inmoralidad su modus operandi, o nosotros, que  proclamamos ser impolutos?
Si tenemos en claro que esa conducta es vil y perjudica a toda la sociedad, no podemos tener dudas, no podemos ser hipócritas.
¿Qué presuponen expresiones como “no hay nada que hacer” o “ya está todo cocinado” sino resignación, conformismo, comodidad, falta de fe en nuestras fuerzas y, en el peor de los casos, complicidad?
Hay dos frases de dos grandes hombres que ilustran lo ya dicho:
EL que ve el mal y no hace nada, hace el mal – Martin Luther King.
Lo peor de las cosas malas que hace la gente mala, es el silencio de la gente buena.   Mahatma Ghandi.
El dinero, el consumismo, han infectado todo con su virus mortal. Todo parece tener precio, todo parece estar en venta.
Sin embargo, aún quedan muchísimos bienes no mensurables en dinero y mucha gente que trabaja por amor al arte y por amor al prójimo.
Esa es la gente que sostiene a nuestro vapuleado país.
Importan dos maneras de concebir el mundo. Una, salvarse solo, arrojar ciegamente los demás de la barca. Otra, un destino de salvarse con todos, comprometer la vida hasta el último náufrago.  (Armando Tejada Gómez).
Es que en la lucha entre el bien y el mal, no siempre gana este último, pero eso sí, tiene mucha prensa.
Si los medios de comunicación pusieran el acento en tantos seres anónimos que actúan correctamente, otra sería la sensación térmica, y nuestros jóvenes no tendrían ausencia de ejemplos y modelos.

©Olga Liliana Reinoso

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