sábado, 26 de mayo de 2012

SOMBRA HIPOACÚSICA

Bergantín de la luna



decile que me deje


que no me necesite


que no me dañe.


Araña de la noche


montalo sobre tu grupa


y abandonalo en el cristo del amanecer.


Yo que lo quise tanto


que fui su brasa amante


en el invierno eterno de la desolación.


Que le di a beber leche, melaza,


luz en celo


y me inmolé a sus plantas


con servil devoción.


De pronto, en la espesura


un reptil venenoso mimetizó su escama


con la seda de su piel.


Y me picó, engreído,


me mordió las entrañas


picoteó uno por uno


mis sándalos de amor.


Con la ignominia de las inquisiciones


arrasó mi cabeza


y me dio a beber vidrio para oír mi dolor.


Bailó danzas macabras


entre mis excrementos


ungiéndose asesino de mi urgente arrabal.


Me clavó cien palabras



ígneos hierros de odio

deshojó vena a vena

mi austero corazón.


Ahora vaga desiertos impíos


lobos hermafroditas lamen su llagaral

el viento lo desmembra

el granizo lo ahueca

frota lámparas de hambre


que no saben desear.


Pide perdón a todas las deidades azules


perdón a la hojarasca del otoño que amé


perdón a la nevisca lesbiana de las cumbres.


Pide perdón al nombre


con que un día fui nombrada.


Y mi sombra hipoacúsica


no lo puede escuchar.

©Olga Liliana Reinoso

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