qué ironía che poesía
Ya no puedo escribir un poema
sin el pecado de las asonancias
casi prostituyo vocablos
al matar su sonido.
Me dan temor estas vocales
subrepticias, intrusas
enemigas silentes
como la hipertensión.
He comprado mi traje justiciero
y mi rebenque criollo
pero este miocardio y su ceguera
me llevan por el mal.
Y hacia allí voy.
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