domingo, 2 de junio de 2013

La que camina descalza


                         Foto: Ella camina descalza
con los pies ensangrentados
camina a ciegas
sin ver cómo la miran
camina en harapos
o en carne viva.
No sospecha que hay miradas vigilantes
en cada movimiento
de sus ojos de asfalto.
Que la luna maltrecha
de su boca de otoño
es un jirón del viento
un ceibo, una nostalgia.
Que su olor de alhucema
altera las hormonas
y su piel de afrodita
manuscribe poemas.


Gitana, diabla, bruja
santa, virgen o madre
su sexo es un secreto
que todos temen.
Y ella sigue, descalza
desnuda, desolada
sonámbula y borracha
drogada y luminosa.

Su pelo es una lluvia
de caricia y espanto
y los hombres de niebla
la pueblan de fantasmas.
Vuela la mujer pájaro
descalza e inconsciente
llora púrpura y lenta
y por sus brazos crecen
ensortijadas ramas
que ahorcan su cintura
y una flor de intramuros
se deshoja en sus manos.


Descalza, deshojada
desanda sus andares
su belleza que aterra
hierve chispas de sangre.
De los cuentos se escapa
un príncipe borracho
zapatos de cristales
unta en sus pies sin huellas.
Y la besa en la boca
con el último aliento.
Su cuerpo de alerce
se estremece y se cierra.

Con zapatos no es nadie.

©Olga Liliana Reinoso

Ella camina descalza
con los pies ensangrentados
camina a ciegas
sin ver cómo la miran
camina en harapos
o en carne viva.
No sospecha que hay miradas vigilantes
en cada movimiento
de sus ojos de asfalto.
Que la luna maltrecha
de su boca de otoño
es un jirón del viento
un ceibo, una nostalgia.
Que su olor de alhucema
altera las hormonas
y su piel de afrodita
manuscribe poemas.


Gitana, diabla, bruja
santa, virgen o madre
su sexo es un secreto
que todos temen.
Y ella sigue, descalza
desnuda, desolada
sonámbula y borracha
drogada y luminosa.

Su pelo es una lluvia
de caricia y espanto
y los hombres de niebla
la pueblan de fantasmas.
Vuela la mujer pájaro
descalza e inconsciente
llora púrpura y lenta
y por sus brazos crecen
ensortijadas ramas
que ahorcan su cintura
y una flor de intramuros
se deshoja en sus manos.


Descalza, deshojada
desanda sus andares
su belleza que aterra
hierve chispas de sangre.
De los cuentos se escapa
un príncipe borracho
zapatos de cristales
unta en sus pies sin huellas.
Y la besa en la boca
con el último aliento.
Su cuerpo de alerce
se estremece y se cierra.

Con zapatos no es nadie.


©Olga Liliana Reinoso 

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