Bébeme.
Que esta sangre es la madre
de todas tus vertientes.
Muérdeme hasta teñirme
con palidez de luna.
Extirpa mis entrañas
arroja al fuego eterno
mis venas y mis órganos.
Nunca voy a morir.
Hay un designio
un nutriente fatal que me eterniza.
Aunque quieras borrarme del planeta
con tu vara de plata
yo sobreviviré en tus aortas
en el degüello insomne de tu llanto.
No sé quién lanzó al viento
la primigenia dentellada
solo sé que mi sangre está en tu sangre
y no hay sol asesino que me creme.
Odias mis ojos ciegos
mis angustias letales
odias la magnitud
de mi agonía.
Porque sabes que es falsa
que la noche protege mis resurrecciones
y mientras yo esté vivo
tu vida será siempre secundaria.
En cierto tiempo te amé como un humano,
pero no lo entendiste.
Y hoy te sorprende verme vital, enceguecido, ígneo:
tu sombra entre las sombras
con la inservible cruz de tu recelo.
Algún día vendrás a mi regazo
con las venas abiertas
y una sonrisa triste de guerrero
que no sabe perder.
Ahora aúllan los lobos en el bosque.
Huye. No quiero que te maten
ni que te entregues virgen.
Eres mi presa favorita,
mi amada inmaterial,
mi vampiresa.
©Olga Liliana Reinoso
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Bienvenida. Te deseo mucha suerte.