Adivina, adivinador...
¿Quién es este buen señor?
En la cintura de la noche
Mi boca es puro oleaje sobre tu cuerpo de cristal. Más que besar, recorre sinuosamente tu universo de cabellos de miel hasta el apocalipsis de tus pies.
No hay lugares ignotos ni rumores secretos. No hay luminosidad ni breva jugosa que me esté prohibida.
Y cuando se dan cita nuestros labios, la fusión es perfecta; el calce, justo; la sed inagotable, la pasión un abismo sin límites ni frenos.
Arde el volcán, su fuego lame las cavernas sin dolor y sin pausa.
Todo se paraliza en derredor y todo bulle. Un silencio revolucionario nos enlaza en el desenfreno de piel.
Se unen los cuatro elementos, se contorsionan, vuelven al principio, engendran el futuro, gozan el presente.
No es posible amar tanto una centella. No es posible sentir la mordedura del infierno justo en el punto G del alma.
Te desbordas en mí, me precipito, subes hasta la cima y te desplomas sobre almohadones tibios en el río.
Soy correntada, soy piedra lujuriosa, me bebo a lo vampiro cada gota de tu sangre impoluta y te devuelvo fénix a la vida, orgulloso de vos y de este instante.
Somos un manantial de yerbabuena, somos lavanda, ceibos y jazmines. Amos de una penumbra delictiva, oasis del jardín de las delicias.
Y de pronto te duermes. Mi mundo se ensombrece. Pero poso mis ojos en cada surco de tu cara hermosa, tu confiado reposo entregado a mi vigilia.
Descubro que te amo de una manera indescifrable, abocada, frutal, vino de vida que me unge emperatriz, poeta, amazona, vientre, custodio de tu cuerpo de ángel (aunque digas que no: veo tus alas, me llevas a volar).
Te bebo una vez más, a puro trago, aguardiente feroz en mis entrañas. Y renazco alborotada, nimbada de niñez y de impudicia. Rotas ya las cadenas del escarnio, muerta la esclavitud, sepultado el olvido.
Canto a tu selva memorable, canto al salvaje, al primitivo, al único.
Lilicha
Mi boca es puro oleaje sobre tu cuerpo de cristal. Más que besar, recorre sinuosamente tu universo de cabellos de miel hasta el apocalipsis de tus pies.
No hay lugares ignotos ni rumores secretos. No hay luminosidad ni breva jugosa que me esté prohibida.
Y cuando se dan cita nuestros labios, la fusión es perfecta; el calce, justo; la sed inagotable, la pasión un abismo sin límites ni frenos.
Arde el volcán, su fuego lame las cavernas sin dolor y sin pausa.
Todo se paraliza en derredor y todo bulle. Un silencio revolucionario nos enlaza en el desenfreno de piel.
Se unen los cuatro elementos, se contorsionan, vuelven al principio, engendran el futuro, gozan el presente.
No es posible amar tanto una centella. No es posible sentir la mordedura del infierno justo en el punto G del alma.
Te desbordas en mí, me precipito, subes hasta la cima y te desplomas sobre almohadones tibios en el río.
Soy correntada, soy piedra lujuriosa, me bebo a lo vampiro cada gota de tu sangre impoluta y te devuelvo fénix a la vida, orgulloso de vos y de este instante.
Somos un manantial de yerbabuena, somos lavanda, ceibos y jazmines. Amos de una penumbra delictiva, oasis del jardín de las delicias.
Y de pronto te duermes. Mi mundo se ensombrece. Pero poso mis ojos en cada surco de tu cara hermosa, tu confiado reposo entregado a mi vigilia.
Descubro que te amo de una manera indescifrable, abocada, frutal, vino de vida que me unge emperatriz, poeta, amazona, vientre, custodio de tu cuerpo de ángel (aunque digas que no: veo tus alas, me llevas a volar).
Te bebo una vez más, a puro trago, aguardiente feroz en mis entrañas. Y renazco alborotada, nimbada de niñez y de impudicia. Rotas ya las cadenas del escarnio, muerta la esclavitud, sepultado el olvido.
Canto a tu selva memorable, canto al salvaje, al primitivo, al único.
Lilicha
Este buen señor... mmmmmmm...........!!!!!!!!! Y después de leer lo que está más abajo.... Sin palabras.
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