MEDIO SIGLO
Y cumplir los cincuenta, casi... sin darme cuenta
llegar al paroxismo de creer que es lo mismo una fecha que otra
o acaso es masoquismo festejar que estoy vieja?
Es que el cuerpo refleja lo que el alma le deja
¿o se filtra la queja por entre las añejas arrugas de la vida?
Preguntas insondables respuestas miserables
excusas mutiladas para no decir nada hablando por los codos
ay qué estúpido modo de silenciar en vano las locas fantasías
que insisten y persisten porque son testarudas
y no se quedan mudas a pesar del intento de acallar el deseo
de vivir, pese a todo, de la única manera que aun hoy vale la pena
es decir, como quiera, contra viento y marea.
Llegar a los cincuenta casi es como una afrenta
en tiempos posmodernos de juventud eterna
hay que ser caradura cometer la locura
de seguir cumpliendo años y pesar tantos kilos
sin morir de vergüenza.
Pero soy lo que hicieron tantos años de llanto
que quizás no fue tanto si pongo en la balanza
mi carcajada a ultranza, víctima de la envidia
y la maledicencia ¿a quién puede joderle que uno se ría con ganas?
En fin, que no fue fácil andar conmigo a cuestas
con mis inconvenientes y mi piel vulnerable
que he sufrido de todo sin privarme de nada
pero a la hora bendita de gozar de la vida
aquí se dieron cita, con todos los honores
momentos imborrables de todos los colores.
He sido perseguida, criticada, elogiada,
engañada, estafada, admirada, elegida
para creer que es posible –en medio de este caos-
apostar por valores que no aceptan ultraje.
Por eso y porque quiero compartir medio siglo
es que hoy los he juntado para que estén conmigo
y así poder decirles que sigue siendo bello
encontrarse de golpe la cara de un amigo
y que no es negociable por ninguna moneda
el valor afectivo de vivir en familia.
Dos cosas agradezco a vida tan impía:
haber tenido hijos. Y el don de la poesía.
Olga Liliana Reinoso
Y cumplir los cincuenta, casi... sin darme cuenta
llegar al paroxismo de creer que es lo mismo una fecha que otra
o acaso es masoquismo festejar que estoy vieja?
Es que el cuerpo refleja lo que el alma le deja
¿o se filtra la queja por entre las añejas arrugas de la vida?
Preguntas insondables respuestas miserables
excusas mutiladas para no decir nada hablando por los codos
ay qué estúpido modo de silenciar en vano las locas fantasías
que insisten y persisten porque son testarudas
y no se quedan mudas a pesar del intento de acallar el deseo
de vivir, pese a todo, de la única manera que aun hoy vale la pena
es decir, como quiera, contra viento y marea.
Llegar a los cincuenta casi es como una afrenta
en tiempos posmodernos de juventud eterna
hay que ser caradura cometer la locura
de seguir cumpliendo años y pesar tantos kilos
sin morir de vergüenza.
Pero soy lo que hicieron tantos años de llanto
que quizás no fue tanto si pongo en la balanza
mi carcajada a ultranza, víctima de la envidia
y la maledicencia ¿a quién puede joderle que uno se ría con ganas?
En fin, que no fue fácil andar conmigo a cuestas
con mis inconvenientes y mi piel vulnerable
que he sufrido de todo sin privarme de nada
pero a la hora bendita de gozar de la vida
aquí se dieron cita, con todos los honores
momentos imborrables de todos los colores.
He sido perseguida, criticada, elogiada,
engañada, estafada, admirada, elegida
para creer que es posible –en medio de este caos-
apostar por valores que no aceptan ultraje.
Por eso y porque quiero compartir medio siglo
es que hoy los he juntado para que estén conmigo
y así poder decirles que sigue siendo bello
encontrarse de golpe la cara de un amigo
y que no es negociable por ninguna moneda
el valor afectivo de vivir en familia.
Dos cosas agradezco a vida tan impía:
haber tenido hijos. Y el don de la poesía.
Olga Liliana Reinoso
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