LA VISITA
Ayer me sorprendió. No era discreto.
Era escándalo, vértigo, demencia
era un embotellamiento de temblores
casi fetales y onomatopéyicos.
Subió a mordiscos por mi piel de archivo
desempolvó los viejos cobertizos
germinó en durazneros opulentos
terciopelo y deseo
fiebre y salto.
Yo sé que de mirar hacia tan lejos
se me vuelve distancia la mirada
y no hay muelle en que atraque aquella barca
donde vaga el fantasma que me abraza.
Pero vuelvo del miedo y la resaca
a lucir atavíos presurosos
y en un cosmos onírico, imposible
soy el nuevo arlequín de tanta farsa.
A este huésped de llanto y de saliva
sólo ofrezco el abismo de mi boca
sólo estas manos nómades, gitanas
de trasnochar laúdes incendiarios.
Le doy mi corazón –borracho insomne-
en un rito fatal.
Muerta a sus pies, despavorida o loca
me convertiré en nada.
Cuando parta.
©Olga Liliana Reinoso
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