domingo, 2 de diciembre de 2012

correo electrónico II


II Parte

Un timbre nervioso y una puerta se abrió. Quedaron frente a frente, con treinta años encima.
-          ¿Qué hacés por acá?
-          Vine a verte.
-          Violaste el trato.
-          Tantas veces…
-          Estás cambiada.
-          Vos también.
-          ¿Qué nos pasó?
-          La vida –respondió Lucía con los brazos en jarra y una sonora carcajada.
-          Pero yo ya te avisé que…
-          Shhhhh –Lucía se acercó y tapó la boca de Andrés con el índice y el mayor, surcando toda la comisura tantas veces besada y mordida.
El casi enrojeció.
-          Yo soy un ermitaño.
-          A la fuerza.
-          Te lo expliqué: no quiero sufrir más.
-          Yo tampoco, por eso vine.Foto: II Parte - CORREO ELECTRÓNICO

Un timbre nervioso y una puerta se abrió. Quedaron frente a frente, con treinta años encima.
- ¿Qué hacés por acá?
- Vine a verte.
- Violaste el trato.
- Tantas veces…
- Estás cambiada.
- Vos también.
- ¿Qué nos pasó?
- La vida –respondió Lucía con los brazos en jarra y una sonora carcajada.
- Pero yo ya te avisé que…
- Shhhhh –Lucía se acercó y tapó la boca de Andrés con el índice y el mayor, surcando toda la comisura tantas veces besada y mordida.
El casi enrojeció.
- Yo soy un ermitaño.
- A la fuerza.
- Te lo expliqué: no quiero sufrir más.
- Yo tampoco, por eso vine.
- Estás gorda.
- Por eso, vine a adelgazar, como tu heladera está siempre vacía.
- ¿??????????
- Si sos un arenque, pelado y sin dientes.
- Seguís pendenciera.
- Y además, ni se te debe parar.
- Desafiante, no cambiaste.
- Algunas cosas sí. Ahora sé lo que quiero.
- ¿Y qué es lo que querés?
- A vos.
Ahora Andrés enrojeció del todo, carraspeó. Extendió la mirada por el parque. Pero al final sus ojos se encontraron.
- Y tus modales ¿dónde fueron a parar?
- Ah, perdón. Dame tu bolso. Y pasá, pero…
- ¿Qué?
- Si entrás a mi casa, entrás a mi vida y ya te dije que…
- Yo tampoco quiero sufrir más.
La puerta se cerró detrás de ellos. Y no me pidan que les cuente más. Busquen el CD de Luis Miguel y háganle los retoques convenientes, que esta historia no terminó. Recién empieza.
-          Estás gorda.
-          Por eso, vine a adelgazar, como tu heladera está siempre vacía.
-          ¿??????????
-          Si sos un arenque, pelado y sin dientes.
-          Seguís pendenciera.
-          Y además, ni se te debe parar.
-          Desafiante, no cambiaste.
-          Algunas cosas sí. Ahora sé lo que quiero.
-          ¿Y qué es lo que querés?
-          A vos.
Ahora Andrés enrojeció del todo, carraspeó. Extendió la mirada por el parque. Pero al final sus ojos se encontraron.
-          Y tus modales ¿dónde fueron a parar?
-          Ah, perdón. Dame tu bolso. Y pasá, pero…
-          ¿Qué?
-          Si entrás a mi casa, entrás a mi vida y ya te dije que…
-          Yo tampoco quiero sufrir más.
La puerta se cerró detrás de ellos. Y no me pidan que les cuente más. Busquen el CD de Luis Miguel y háganle los retoques convenientes, que esta historia no terminó. Recién empieza.

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