La noche ofrece vasijas de promesas falsas
miente agua bendita que no sacia la sed
y una odalisca aciaga baila con arrogancia
en la torpe llanura de tu cuerpo arrasado.
Mendiga de respuestas, no hay limosna que baste
porque en el diccionario de tu lengua materna
lincharon las palabras, esas, tan necesarias
las que entibiaban siempre los huecos de tu alma.
Sin voz, sin cuerpo, inútil, con las manos sangrantes
emites tu silencio como un burdo reclamo
elevas tu mirada, ruegas, pides clemencia,
pero solo la luna te devuelve un harapo
ese brillo embustero que le succiona al sol.
No hay treguas ni banderas blanqueando el horizonte
solo tu corazón vaga manando sales
madre que nutre, savia, cuenco de amor eterno
tus besos al rescoldo cuecen días y noches
tiempo amorfo que pasa como un viento fantasma
para desolación de tus mínimos poderes.
Buscas –como un sabueso- las causas del derrumbe
sostienes con tu angustia los muros derruidos
como un río furioso va tu sangre a los mares
y encabritada vuelve, oleaje del querer
con tu breve estatura te agigantas de amores
para abrigar al fruto de tu vientre, mujer.
Sola por el desierto, enredada en la selva
devorada por fauces que envidian tu dolor
repudiada, en la hoguera o en una celda oscura
tus múltiples mujeres se yerguen frente al miedo
no se dan por vencidas, no pierden dignidad.
Lloran sin decibeles en la almohada secreta
urden desesperados gestos de salvación
recogen la basura, la incineran, la esfuman
purificando el aire que van a apacentar.
Diosa de la Miseria, amazona galáctica
blandes daga impoluta para arrancar los males
con una sobredosis de versos y cantares
preparas el brebaje de la liberación.
Descansa. Yo acaricio tu frente desquiciada
te regreso hasta el útero de tu confianza atroz
y allí pares palabras como pájaros libres
que gorjean respuestas para firmar la paz.
©Olga Liliana Reinoso
miente agua bendita que no sacia la sed
y una odalisca aciaga baila con arrogancia
en la torpe llanura de tu cuerpo arrasado.
Mendiga de respuestas, no hay limosna que baste
porque en el diccionario de tu lengua materna
lincharon las palabras, esas, tan necesarias
las que entibiaban siempre los huecos de tu alma.
Sin voz, sin cuerpo, inútil, con las manos sangrantes
emites tu silencio como un burdo reclamo
elevas tu mirada, ruegas, pides clemencia,
pero solo la luna te devuelve un harapo
ese brillo embustero que le succiona al sol.
No hay treguas ni banderas blanqueando el horizonte
solo tu corazón vaga manando sales
madre que nutre, savia, cuenco de amor eterno
tus besos al rescoldo cuecen días y noches
tiempo amorfo que pasa como un viento fantasma
para desolación de tus mínimos poderes.
Buscas –como un sabueso- las causas del derrumbe
sostienes con tu angustia los muros derruidos
como un río furioso va tu sangre a los mares
y encabritada vuelve, oleaje del querer
con tu breve estatura te agigantas de amores
para abrigar al fruto de tu vientre, mujer.
Sola por el desierto, enredada en la selva
devorada por fauces que envidian tu dolor
repudiada, en la hoguera o en una celda oscura
tus múltiples mujeres se yerguen frente al miedo
no se dan por vencidas, no pierden dignidad.
Lloran sin decibeles en la almohada secreta
urden desesperados gestos de salvación
recogen la basura, la incineran, la esfuman
purificando el aire que van a apacentar.
Diosa de la Miseria, amazona galáctica
blandes daga impoluta para arrancar los males
con una sobredosis de versos y cantares
preparas el brebaje de la liberación.
Descansa. Yo acaricio tu frente desquiciada
te regreso hasta el útero de tu confianza atroz
y allí pares palabras como pájaros libres
que gorjean respuestas para firmar la paz.
©Olga Liliana Reinoso
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