sábado, 18 de febrero de 2012

LARRAÍN

Me enamoré de Larraín,
de un muerto
cuando supe que había muerto
pero porque ese día
también conocí su vida
de vigía trashumante
con el rectángulo en la mano
sorprendiendo la escondida
la impudicia, la miseria
niño vertical
en Valparaíso o en París
que nos respira en los ojos
a través de sus fotografías.
Niño bien que se ocupó de tanto niño mal
y supo de la fama con Blow up,
con Cortázar
de la mano de Magnum.
Se disparó en silencio hacia la soledad.
Y ayer murió. Tal vez la otra semana
sin fotos y sin fama
meditando
orándole al presente
que es la meta.
Niño chileno que huiste del mandato
pequeño Che con el rectángulo en la mano
no pasarás al marketing
ni a la gloria
por morirte de viejo y en silencio.
Pero yo sí
te amaré de aquí en más.

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