jueves, 23 de diciembre de 2010

Poemas de Héctor Viel Témperley

A mi madre, mi único amor y mi único amigo de siempre.
“...y has arribado a un sitio desde el cual yo no alcanzo a ver nada”.

(Purgatorio, XXVII).

Hoy la llamo Baluma,
dulce caída de popa....


1.

Desde la hoja de afeitar vi todo
con sangre seca y flor rompí el hechizo,
hostia de hotel abierto a sangre seca.
Como tanque de guerra colgado del barranco
henchido como nube, abultado como anca
por tantas campanillas, esta enredada pieza!
Barranco de trompetas, ángeles escarpados.
Gallo clavado como naipe allá en el fondo.
Ni riña ni expiación ni truco: solamente
me cubro de sudor y miro el cielo.
Y la primera vez que tuve entre mis piernas
campanillas violetas:
“¿Qué estoy haciendo aquí engañando a todos?”...
“Qué estoy haciendo aquí” me preguntaba
yo que alzaba la vista para verlas
mis primeros veranos, día a día,
como templo atraído por la cuenta?...
Y estaba enamorado, con mis ingles
libadas en silencio y despedidas?....






2.

Estar enamorado es hablar de sus talones,
del tren que iba a su pueblo, del pescado en el patio
junto al cuarto de baño más pobre de mi vida?
Porcelana quebrada entre macetas!
(Tenías el sudor congelado en un prisma
en el fondo del vaso de los hombres
y tu saliva era la cola delgadísima
de ajo de un barrilete).
Decir que son lo único espeso de su cuerpo!
sus talones de pueblo en sus suecos celestes
-solos juntos a la pata de la mesa-
mientras llueve y tiramos los dados por dinero.
Talones como balas antiaéreas
que nunca tuve libres en mis manos.
Herramientas de acero para empezar a hacerlas!
Superficies de sueño y futuras catástrofes
para dibujar con lápiz una estrella
o una flor de la piedra (algo de las alturas)
porque después de todo hablar de sus talones
es hablar de la muerte amarilla que llevan
hacia un cementerio que aún no existe, hacia
un campo
que por ahora es sólo de verduras o frutas.
Y ella no lo sabía, ella nada sabía!.


Hospital Británico

La muchacha regresa con rostro de roedor, desfigurada por no querer saber lo que es ser joven.

Llevando otro embarazo sobre las largas piernas, me pide humildemente fechas para una lápida. (1984)

Hospital Británico

¿Quién puso en mí esa misa a la que nunca llego? ¿Quién puso en mi camino hacia la misa a esos patos marrones —o pupitres con las alas abiertas—que se hunden en el polvo de la tarde sobre la pérgola que cubrían las glicinas ? (1984)

Hospital Británico

Voy hacia lo que menos conocí en mi vida: voy hacia mi cuerpo . (1984)

Pabellón Rosetto

Aquella blanca pared nueva, joven, que hablaba a las palmeras de una playa -enfermeras de pechos de luz verde- en una fotografía que perdí en mi adolescencia.

Pabellón Rosetto

Soñé que nos hundíamos y que después nadábamos hacia la costa lentamente y que de nuestras sombras de color verde claro huían los tiburones. (1978)

Pabellón Rosetto

Si me enseñaras qué es el verde claro... (1978)

Pabellón Rosetto

Es difícil llegar a la capilla: se puede orar entre las cañas en el viento debajo de la cama. (1984)

Tengo la cabeza vendada (texto del hombre en la playa)

Allá atrás, en mi nuca, vi al blanquísimo desierto de esta vida de mi vida; vi a mi eternidad, que debo atravesar desde los ojos del Señor hasta los ojos del Señor. (1984)

Me han sacado del mundo

Soy el lugar donde el Señor tiende la Luz que El es.

Me han sacado del mundo

Me cubre una armadura de mariposas y estoy en la camisa de mariposas que es el Señor—adentro, en mí.

El Reino de los Cielos me rodea. El Reino de los Cielos es el Cuerpo de Cristo—y cada mediodía toco a Cristo.

Cristo es Cristo madre, y en El viene mi madre a visitarme.

Me han sacado del mundo

"Mujer que embaracé", "Pabellón Rosetto", "Larga esquina de verano": Vuelve el placer de las palabras a mi carne en las copas de unos eucaliptus (o en los altos de "B.", desde los cuales una vez -sólo una ve- vi a una playa del cielo recostada en la costa).

Me han sacado del mundo

Manos de María, sienes de mármol de mi playa en el cielo:

La muerte es el comienzo de una guerra donde jamás otro hombre podrá ver mi esqueleto.

La libertad, el verano (A mi madre, recordándole el fuego)

Porque parto recién cuando he sudado y abro una canilla y me acuclillo como junto a un altar, como escondido, y el chorro cae helado en mi cabeza y desliza su hostia hacia mis labios, envuelta en los cabellos que la siguen. ( 1976)

Vengo de comulgar y estoy en éxtasis aunque comulgué con los cosacos sentados a una mesa bajo el cielo y los eucaliptus que con ellos se cimbran estos días bochornosos en que camino hasta las areneras del sur de la ciudad —el vizcaíno, santa adela, la elisa. (1982)

Por las paredes de los rascacielos el calor y el silencio suben de nave en nave: Obsesivo verano de fotógrafo en fotógrafo, ojos del Arponero que rayan lo que miran, Ser de avenidas verticales que jamás fue azotado. (1978)

Después íbamos al Africa cada día de nuevo—antes que nada, antes de vestirnos—mientras rugían las fieras abajo en el zoológico, subía un sol sangriento a sus jazmines, y nosotros nos odiábamos, nos deseábamos, gritábamos... (1978)

Instantes de anestesia, de lento alcohol de anoche todavía en la sangre de pie de una muchacha desnuda y más dorada que la escoba: Necesito aferrarme de nuevo a la llanura, al ave blanca del corpiño en la pileta de lavar, detrás de la estación y entre las casuarinas. (1984)

Tengo la foto de dos novios que cayeron al mar. Están vestidos de invierno, los invito a desnudarse. En las siestas nos sentamos junto a la bomba de agua y nos miramos: de nuevo embolsan luz los pechos de ella; él amaba a los caballos v una vez intentó suicidarse. (1978)

Necesito oler limón, necesito oler limón. De tanto respirar este aire azul, este cielo encarnizadamente azul, se pueden reventar los vasos de sangre más pequeños de mi nariz. (1969)

Y a las siestas, de pie, los guardavidas abatían la sal de sus cabezas con una damajuana muy pesada, de agua dulce y de vidrio verde, grueso, que entre todos cuidaban. (1982)

Yace muriéndose

Toda la transpiración de mi cuerpo regresará a mis ojos cuando muera el tambor en donde fui formado y hablé con El—como un niño borracho—entre sillas caídas, río crecido y juncos.

Todas las lágrimas de mi vida volverán a mis ojos; y por las hondas sedas de un pecho de caballo querré internarme, huír, refugiarme en mi casa de trozos esparcidos de ballenas: mi casa como cuerpo de varón recién nacido en el tórrido vientre del silencio. (1985)

Yace muriéndose

Nunca más pasaré junto al bar que daba al patio de la Capitanía. No miraré la mesa donde fuimos felices:

El sol como ese lugar bajo las aguas de un río de tierra y de naranjas donde antes de aprender a caminar miré a Dios como un hombre que sabe qué es la guerra. El sol como esas aguas de tierra y de naranjas donde sin extrañar la respiración, el aire, lo miré de este modo: "Recuerdo una victoria lejana (tantos salvados rostros que después nadie quiere recordarme) y estoy en paz con mi conciencia todavía". (1984)

Yace muriéndose

La dejé sobre un lecho de vincapervincas altas, frías, violáceas.

Por su final de arroyo, la herida de mi frente llora en las flores y agradece.

Yace muriéndose

Dentro de cuatro días llegará a Tu Océano con uno de mis soldaditos dormido sobre sus labios. Y se dirá, sonriéndome: "Es lo poco que hace que este hombre iba al centro del sol cada mañana con un puñado de soldados de plomo. Es lo poco que hace que en el centro del sol, cada mañana, su corazón era un puñado de soldados de plomo entre gallos"

Dormido sobre sus labios

Pequeño legionario, ¡cuánto viento! Pedacito de plomo, pedacito de Sahara: Vendrán veranos no obsesivos; pasarán los hijos de mis hijos. (1978)

Yo puedo hachar todo el día pero no puedo cavar todo el día. No puedo cavar en ningún lado sin estar esperando que aparezca de pronto un soldado de plomo entre mis pies desnudos. ( 1978 )

Para comenzar todo de nuevo

Es mi parte de tierra la que llora por los ciruelos que ha perdido.

Para comenzar todo de nuevo

El verano en que resucitemos tendrá un molino cerca con un chorro blanquísimo sepultado en la vena. (1969)


NOTA:
Corresponden al mes de marzo de 1986 los únicos textos de HOSPITAL BRITANICO que no van acompañados por su fecha de redacción. Los pertenecientes a los años 1985 y 1984 ven la luz por primera vez en este libro, mientras los de 1982, 1978, 1976 y 1969 fueron ya publicados por el autor en CRAWL, LEGION EXTRANJERA, CARTA DE MAREAR y HUMANAE VITAE MIA.

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