jueves, 22 de mayo de 2014

CADA VEZ

Cada vez que un ciudadano dice: "Roba, pero hace", se convierte inmediatamente en cómplice de la corrupción.

Cada vez que un mentiroso consuetudinario vinculado con algún tipo de poder, ante cualquier acusación en su contra, amenaza con dirimir las cosas ante la justicia, sería muy relevante recordarle que la justicia no actúa libremente, que uno de los grandes pilares de la democracia que es la división de poderes ha sido y es violado sistemáticamente.

Cada vez que escucho que nuestro país es uno de los más corruptos del mundo, recuerdo una frase muy lúcida que expresaba: "Lo peor de la Argentina no es la corrupción, sino la impunidad".

Cada vez que un fiscal se pone a investigar sin prejuicio de quién es el investigado y termina siendo el sospechoso, volvemos a ser "el mundo del revés".

Cada vez que un testigo debe exiliarse por temor a ser un desaparecido, estamos entrando en el túnel del tiempo que desemboca en los años setenta.

Cada vez que un argentino opositor al gobierno solamente se encarga de señalar los defectos, pero no tiene o no quiere tener las agallas de reconocer las cosas buenas, está boicoteando al país.

Cada vez que un simpatizante del gobierno, aprueba todo, pero todo, todo, pienso que así como no todo es denostar, tampoco todo es aplaudir.

Cada vez que "los defensores a ultranza", ven un enemigo en el que critica u opina diferente, siento que hemos perdido el rumbo.

Cada vez que acontece una muerte evitable, siento que seguimos involucionando.

Cada vez que pienso en mi país, las cuentas no me cierran.

Cada vez que escucho que alguien se jacta de ser "apolítico", me acuerdo del "Analfabeto político" de Bertold Brech.

Cada vez que quiero poner punto final, me doy cuenta de que tendré que escribir una segunda, tercera, cuarta parte.

Cada vez que me preguntan mi nacionalidad, no puedo evitar sentirme orgullosa de ser argentina.

Cada vez que reniego por las cosas que pasan y las que no pasan, me digo "pese a todo".

Olga Liliana Reinoso

lunes, 19 de mayo de 2014

Macedonia

Macedonia
¡Malditos sean la Biblia, el marketing y las horribles construcciones culturales!
¿Qué pasa con la libertad, qué pasa con mi cuerpo? ¿Siempre estaré encadenada a lo que quieran los otros? Y yo qué.
No quiero parir hijos con dolor, no quiero cambiar pañales, ni dar la teta, ni pasarme noches sin dormir, no quiero ser “pobre mi madre querida”. ¡Fuck you!
Quiero fornicar tranquila, sin temor a perder la regla porque un espermatozoide degenerado tenga la mala leche de fecundar mi óvulo falopeado.
¿A quién carajo se le ocurrió que las mujeres teníamos que quedar preñadas para cumplir con el “creced y multiplicaos”?
¿Alguien tiene dudas de que Dios es hombre?
Pero no van a poder conmigo, voy a zafar, voy a volver a ser libre, voy a poder follar con él como una gata en celo y que no vuelvan a llenarme el bombo.
¿Qué dónde fueron a parar mis instintos maternales, que la vida de una mujer no está completa si no tiene un crío? ¡Patrañas! ¡Perversa confabulación de la sinarquía patriarcal! 
Porque nos tienen miedo y así creen que nos van a tener atadas, sometidas. ¡Si se pudren! A mí nadie me encadena y menos una cría parlanchina que no para de preguntar, preguntar y preguntar. Y mirarme con esos ojos, por Dios, ¡esos ojos!
Cuando cerró la puerta del orfanato, una sensación de libertad la elevó en sus brazos como una alfombra mágica. Y así, tragándose el aire nuevo a borbotones, se deslizó hacia la calle en busca del tesoro. La esperaba una vida sin ataduras, puro placer, pura aventura. Se sintió liviana, joven, bella, deseable. Un ardor en la entrepierna le recordó que estaba viva y dispuesta.
Esa esclava liberta dirigió sus pasos al encuentro del amor de un hombre, de su brutalidad, de su sexo salvaje, de las noches perdidas en las garras de la droga y el alcohol.
Se dirigió a su puerta con el corazón desbordante. Nadie abrió. Silencio sepulcral.
Caminó rumbo a las vías y bajó por el terreno pedregoso hasta hallar un rincón húmedo y profundo bajo un puente. El vacío la avorazó. Comenzó a subsumirse, la mujer liberta devino en desterrada, desamparada, paria, huérfana, criminal.
Los ojos de su hija la rodeaban, la taladraban, no le daban sosiego.
Olga Liliana Reinoso
Felicitamos a la escritora Olga Reinoso, autora de “Macedonia”, el texto ganador de la convocatoria Historias para contar Historias. 


viernes, 16 de mayo de 2014

AMAMANTANDO


Para Belema, que ahora son Belén y Ema.

Los ojos en los ojos
la ternura
la simbiosis de amor
el gran abrazo.
¿Qué cruza por la mente
de esa carne rosada
jirón del vientre amado de mi hija?
¿Qué piensa la madre debutante
cuando mira y sostiene
con obsesión de orfebre
la joya más valiosa parida por sus manos?
La boquita succiona
ese pezón de luces
mientras bebe la vida
y saborea el afecto.
Aprehende sus genes
y se siente elegida
en el nido caliente
que cobija su trino.
El milagro mil veces repetido
es estreno en esa entrega.
Yo soy la espectadora
-privilegio de abuela:
mi corazón recuerda
y resucita.
©Olga Liliana Reinoso


domingo, 11 de mayo de 2014

amnesia

AMNESIA

Obnubilarse
perder la memoria
olvidar
olvidar
olvidar
perseguir utopías
llenar huecos
emparchar los agujeros
creer que todo ha sido
como una horrible pesadilla
que se estrella en el piso
cuando se abren los ojos.
Ver sin mirar
oír sin escuchar.
Ser otro
en otra piel
en otro cuerpo
en otra mente.
Desgajarse
entrar de nuevo al útero
navegar en el líquido tibio
naufragar
arribar a la isla
tomarse examen
no engañarse jamás
dejarse ir
flotar
olvidar
olvidar

olvidar.

Oscuridad

Avanza la noche
como una ruta legendaria
que no sabemos dónde va
ni si termina alguna vez.
La sensación de eternidad nocturna
desaparece con la luz
pero regresa como un acosador
en el paracaídas del ocaso.
Cuando la vigilia
entra en caos
y avanza a oscuras
para contradecir el orden
algo de lo normal se va muriendo
algo anda mal

y es necesario descubrirlo.