sábado, 21 de septiembre de 2013

PRIMAVERA
La primavera es mucho más que una estación.
Ella estalla sin pedir permiso
A pesar del termómetro
Del viento
Y de las agoreras predicciones
Del servicio meteorológico.
Ella se impone
Como un inteligente entre mediocres
Como una mujer bella
Como un fantasma bonachón.
Deja señales.
Canturrea en las noches de luna.
Se asoma a las ventanas con su disfraz de flores
Se da a luz en los brotes
En las ramas desnudas.
Como un  Picasso, una Dalí, un Van Gogh
Va dejando colores, surrealismo, girasoles
Sobre la capa gris de este hemisferio
En el polvillo frígido del suelo
En los rostros de mujer y hombre
Que vagan temerosos por la calle
Dibuja sonrisas
Llena de aire la sorpresa feliz de la mañana
Y hace que los amantes del invierno
Decidan ser infieles.
 Es la enemiga incauta e inocente
De todo apocalipsis
Cuando abrís la ventana, entredormida,
Y te asalta el perfume, el color
Y la avanzada preñez del duraznero.

©Olga Liliana Reinoso

viernes, 20 de septiembre de 2013

Mujer hecha a mano

Ignota
Incomprendida
Sólo yo
Nadie
Nunca
Pequeña
Dolorosa
Me hice a la mar
 A nado, a nada.
Me salvé del naufragio
De seres mitológicos
Eludí tiburones
Nadé varios estilos
Sin saber
Sin querer
Me morí tantas veces
Que ya perdí la cuenta
Fui mi primera víctima
Mi tortura
Mi llanto.
Lo tuve todo y lo perdí de golpe.
Anochecí de día, de mañana
Lloví a cántaros
Nevé en pleno verano.
Fui combustión y frío
Fui desvelo y autismo
Me suicidé viviendo
En los cafés sin gente
Inventé un microcosmos
Luché contra el oráculo
Desafié al Minotauro
Con el hilo de Ariadna
Ahorqué mis sentimientos
Perdí todas las guerras
Las batallas
Defendí causas muertas
Creí en mis asesinos
Tuve sexo a destajo y después me asexué
Anduve en las cornisas
De los gatos huraños
Fui perro vagabundo
Fui insecto
Fui paloma
Y alcé el vuelo
Hasta el oculto nido del deseo
Mi deseo sagrado
No traicionarme nunca
Lo violé algunas veces, muy pocas, casi nunca
Y me erigí en muralla
De cara a todo el viento
Desagoté mi sangre
Viví el coito más duro
Con el dolor en llamas
Y hoy descubro la hermosa fortaleza
La vulnerabilidad abigarrada
El arma secreta.
Canto a viva voz
La canción del triunfo mi himno favorito
La bandera enhiesta
Mi estandarte íntimo.
Fui contra el destino
Y armé mi destino
Soy lo que me hicieron
Pero sobre todo
Soy lo que yo hice
Y estoy orgullosa
Soy la millonaria vestida en harapos
Pero construí puentes a la luna llena.
Superávit  de alma
De amor

Y demencia.

sábado, 7 de septiembre de 2013

DUDAS


©Olga Liliana ReinosoFoto: DUDAS
Hay días en que está completamente resuelta, le parece una decisión brillante, la oportunidad con la que soñó durante toda su vida.
Y otros, en que la duda explota en su pecho como una granada: que los riesgos, que si vale la pena a esta altura, que si podrá cumplir con las expectativas o su ambivalente sistema anímico le jugará las eternas malas pasadas que la conducen por el tortuoso camino de la autoflagelación.
Así no se puede. Esa andanada de prejuicios y complejo de inferioridad son armas letales que debe erradicar sin pérdida de tiempo.
Es que en el fondo sabe que esta decisión le va a producir felicidad y no puede eludir su tendencia a boicotearse después de tantos fracasos y humillaciones.
De ella y nada más que de ella depende este futuro venturoso que acabará con el suplicio de tantos años.
¿Es posible que se niegue a estar mejor, a demostrar  a los factores congénitos y a ese maldito séquito de denostadores que puede ser una triunfadora no en el aspecto más banal de la cosa sino en el profundo crecimiento de su autoestima?
Ella puede convertirse en la gladiadora que se venza a sí misma y arrastre y enrostre su triunfo  a todos los letales estigmatizadores.
Ha cumplido al pie de la letra con todos los deberes, ha sido aplicada a ultranza. Sin embargo. el diablillo embaucador y derrotista, le sigue inoculando el miedo.
Sólo queda el camino de pedir ayuda. Y no tiene remilgos en hacerlo.
Todavía hay esperanzas.

©Olga Liliana Reinoso


Hay días en que está completamente resuelta, le parece una decisión brillante, la oportunidad con la que soñó durante toda su vida.
Y otros, en que la duda explota en su pecho como una granada: que los riesgos, que si vale la pena a esta altura, que si podrá cumplir con las expectativas o su ambivalente sistema anímico le jugará las eternas malas pasadas que la conducen por el tortuoso camino de la autoflagelación.
Así no se puede. Esa andanada de prejuicios y complejo de inferioridad son armas letales que debe erradicar sin pérdida de tiempo.
Es que en el fondo sabe que esta decisión le va a producir felicidad y no puede eludir su tendencia a boicotearse después de tantos fracasos y humillaciones.
De ella y nada más que de ella depende este futuro venturoso que acabará con el suplicio de tantos años.
¿Es posible que se niegue a estar mejor, a demostrar  a los factores congénitos y a ese maldito séquito de denostadores que puede ser una triunfadora no en el aspecto más banal de la cosa sino en el profundo crecimiento de su autoestima?
Ella puede convertirse en la gladiadora que se venza a sí misma y arrastre y enrostre su triunfo  a todos los letales estigmatizadores.
Ha cumplido al pie de la letra con todos los deberes, ha sido aplicada a ultranza. Sin embargo. el diablillo embaucador y derrotista, le sigue inoculando el miedo.
Sólo queda el camino de pedir ayuda. Y no tiene remilgos en hacerlo.
Todavía hay esperanzas.