martes, 12 de febrero de 2013

AYER NO HA TERMINADO





¿Qué hacer cuando el pasado nos sorprende, cuando golpea nuestra cara como un pájaro herido sobre un parabrisas?
¿Qué hacer cuando el tiempo se evapora en un segundo y nos transporta mágicamente a 20 años atrás?
Primero la sorpresa, la alegría...
Pero después, una humedad de olvidos cala el alma.
Aquello fue feliz. Y lo perdimos. Creíamos tener todo resuelto, pero ahora comprobamos que no es cierto.
¿Qué es lo que nos deslumbra y nos inquieta? ¿La juventud perdida? ¿Las artes del amor casi en desuso? ¿Ciertos temblores que siguen latentes?
¿Por qué esa persona, esa mirada, ese gesto fortuito, se vuelven primordiales?
Entonces, la verdad ¿No es la verdad?
Tendríamos que estar preparados... Pero somos tan ingenuos, tan cándidos, tan vulnerables a las sorpresas que nos da la vida...
Construimos castillos y palacios, erguimos rascacielos en la arena, y dando muestras de una soberbia desatinada, sentimos que lo tenemos todo.
Entonces basta una brisa, un estampido, un rumor de hojarasca, para poner en evidencia nuestra fragilidad y el tono oscuro de tantas mentiras.
Por eso huimos de preguntas esenciales y preferimos el barniz a la madera. Nuestros dedos se deslizan ágilmente sobre la superficie pulida, en cambio, las astillas nos penetran y lastiman.
Sin embargo, ¿qué es lo natural? ¿Qué es más cierto, más auténtico, más genuino? ¿Nos animamos a responder estos interrogantes?
¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A qué se debe nuestro tránsito en la tierra? ¿Es la muerte el cruce del Mar Rojo hacia la tierra prometida? ¿O todo acaba en polvo y en escarnio? ¿Acaso somos solo una apariencia que otro está soñando?
En medio del naufragio, la sutil esperanza disfrazada de tronco nos da la bienvenida y creemos entrever en cada encuentro una cita postergada, porque, en realidad,  todo es una sucesión de causas y efectos.
Pero la rutina, que es un monstruo voraz, nos fagocita. Y seguimos simulando que vivimos; destartalados, incompletos, mutilados: por cobardía, por comodidad o por miedo.
Hasta que el olvido acude nuevamente en nuestro auxilio. Y arribamos a la orilla para observar como vuelven a aquietarse las aguas, como todo retorna a la “normalidad”.
A pesar de saber que solo es una parodia, aséptica, indolora.
Será por eso que la mayoría opta por no saber, por no buscar, por silenciar los duendes: se ahoga en el fuego fatuo del desconocimiento. Y se niega a enfrentar su “lúcida noche fundamental”. (*)
Quizá solo se trate del espejismo que produce la nostalgia, el reverbero de ciertas historias que sacamos del baúl como un vestido hermoso pero antiguo, anacrónico y tres talles más chico. “Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”. (**) O tal vez sí.
¿Quién se atreve a asegurarlo?
©Olga Liliana Reinoso
www.lilianareinoso.blogspot.com.

(*) Jorge Luis Borges                                                                  https.www.facebook.com/olgalirei
(**) Pablo Neruda


Foto: AYER NO HA TERMINADO


¿Qué hacer cuando el pasado nos sorprende, cuando golpea nuestra cara como un pájaro herido sobre un parabrisas?
¿Qué hacer cuando el tiempo se evapora en un segundo y nos transporta mágicamente a 20 años atrás?
Primero la sorpresa, la alegría...
Pero después, una humedad de olvidos cala el alma.
Aquello fue feliz. Y lo perdimos. Creíamos tener todo resuelto, pero ahora comprobamos que no es cierto.
¿Qué es lo que nos deslumbra y nos inquieta? ¿La juventud perdida? ¿Las artes del amor casi en desuso? ¿Ciertos temblores que siguen latentes?
¿Por qué esa persona, esa mirada, ese gesto fortuito, se vuelven primordiales?
Entonces, la verdad ¿No es la verdad?
Tendríamos que estar preparados... Pero somos tan ingenuos, tan cándidos, tan vulnerables a las sorpresas que nos da la vida...
Construimos castillos y palacios, erguimos rascacielos en la arena, y dando muestras de una soberbia desatinada, sentimos que lo tenemos todo.
Entonces basta una brisa, un estampido, un rumor de hojarasca, para poner en evidencia nuestra fragilidad y el tono oscuro de tantas mentiras.
Por eso huimos de preguntas esenciales y preferimos el barniz a la madera. Nuestros dedos se deslizan ágilmente sobre la superficie pulida, en cambio, las astillas nos penetran y lastiman.
Sin embargo, ¿qué es lo natural? ¿Qué es más cierto, más auténtico, más genuino? ¿Nos animamos a responder estos interrogantes?
¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A qué se debe nuestro tránsito en la tierra? ¿Es la muerte el cruce del Mar Rojo hacia la tierra prometida? ¿O todo acaba en polvo y en escarnio? ¿Acaso somos solo una apariencia que otro está soñando?
En medio del naufragio, la sutil esperanza disfrazada de tronco nos da la bienvenida y creemos entrever en cada encuentro una cita postergada, porque, en realidad,  todo es una sucesión de causas y efectos.
Pero la rutina, que es un monstruo voraz, nos fagocita. Y seguimos simulando que vivimos; destartalados, incompletos, mutilados: por cobardía, por comodidad o por miedo.
Hasta que el olvido acude nuevamente en nuestro auxilio. Y arribamos a la orilla para observar como vuelven a aquietarse las aguas, como todo retorna a la “normalidad”.
A pesar de saber que solo es una parodia, aséptica, indolora.
Será por eso que la mayoría opta por no saber, por no buscar, por silenciar los duendes: se ahoga en el fuego fatuo del desconocimiento. Y se niega a enfrentar su “lúcida noche fundamental”. (*)
Quizá solo se trate del espejismo que produce la nostalgia, el reverbero de ciertas historias que sacamos del baúl como un vestido hermoso pero antiguo, anacrónico y tres talles más chico. “Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”. (**) O tal vez sí.
¿Quién se atreve a asegurarlo?
©Olga Liliana Reinoso
www.lilianareinoso.blogspot.com.

(*) Jorge Luis Borges
(**) Pablo Neruda


viernes, 1 de febrero de 2013

Mujeres inspiradas y aroma de café

http://www.maracodigital.net/?PAG=Vernota&idcontenido=52007#comentarioslectores
 VIERNES 01/02/2013
Mujeres inspiradas y aroma a café
YAMILA JUAN
Apasionadas las dos. Una, por naturaleza, se expande en palabras; la otra, por su personalidad, escucha y acota. Comparten la plenitud de haber concretado algo importante y el entusiasmo por los futuros proyectos literarios. Olga Liliana Reinoso y Laura Carnovale hablan de su libro "A la hora del café" y de su proceso de producción.
El libro es una antología de poemas cuyo hilo conductor es la hora del café, con la individualidad que le pudieron haber otorgado veinte mujeres que viven en distintos países. Las autoras no se conocen personalmente, sino por internet, ya que han coincidido en un mismo taller literario virtual; salvo Laura y Olga que viven en Pico.
El taller empezó como un grupo en Facebook y la metodología, más allá de presentar un texto y recibir comentarios, consistía en escribir conforme a una consigna, ofrecer el poema a las correcciones, críticas o elogios de todas las participantes y volverlo a publicar corregido.
La persona convocada para proponer las consignas fue Herminia Delgado, profesora de historia y licenciada en letras que actualmente da clases de español en Noruega.
Así, transcurridos poco menos de nueve meses del taller “Poesía soy yo”, surgió espontáneamente la idea del libro y se entregaron a esta aventura especial de la maternidad colectiva, por más que fueran provenientes de distintas latitudes, no se conocieran y el único medio de contacto fuera la red.
“No nos conocemos sino por la fotito del perfil”, dice Laura, pero quizás las intuiciones que genera la comunicación mediada, y porque sus palabras (de poetisas) cobran mayor fuerza al no estar físicamente presentes, les permite conocerse mucho más, ahondar en sus personalidades, reconocerse diferentes y portadoras de un estilo singular.
“Hemos diseminado por todos lados la pampa argentina. Hay de tantos lugares que General Pico pasó a ser algo exótico”, comenta Olga entre risas, después de mencionar que de la obra participan venezolanas, españolas, mejicanas, cubanas, paraguayas, chilenas, de las cuales varias viven en países que no son de habla hispana, como Estados Unidos o Alemania.
Ellas escriben, celebran sus versos o se los reprochan, indagan los significados ocultos, buscan palabras nuevas, las descartan, se imaginan con qué tono se pensaron los comentarios escritos… de eso y más se trata un taller literario on line.
Una experiencia fascinante para ellas. “Es muy divertido. Pasan muchas cosas…”, dice Laura, y su voz es una invitación para intentar formar parte. “Es como una tertulia de mujeres que estamos todas mirando a ver qué pasa… es un lugar de encuentro”.
Recuerdan anécdotas con las demás participantes del taller, quizás con más efusividad que si hubieran estado frente a frente. “Si se escribiera cómo vive cada una lo que pasa en las bambalinas del taller, obtendríamos casi un best seller”, apunta Olga; y recuerda lo que publicó al pie de un poema suyo que debió corregir varias veces: “Veremos qué pasa en el posoperatorio… mi niño ha salido muy bien de su intervención”.
Sin embargo, otra de las participantes le presentó una nueva objeción al texto, a lo que ella respondió: “No lo toco más, porque temo ir a la cárcel por descuartizamiento”.
Con humor pero en serio, con inspiración pero con la lima en la mano, hablando de poemas como de hijos, estas mujeres de la metáfora se esperanzan con futuros libros y se convencen de que han encontrado una forma de asociación productiva prometedora dentro de la ya gran sociedad formada por la literatura y la tecnología.
“A la hora del café” se puede adquirir por ahora mediante la página virtual “Libros en red” y más adelante vendrá la edición impresa.