lunes, 28 de abril de 2014

poema

POEMA
Tan nítido y azul como una estrella
como un beso en la boca adolescente
gala nupcial de la palabra honrada
más inmortal que dar a luz un hijo.
Entretejida hiedra en mis entrañas
virus vital de sangre oxigenada
húmedo amanecer de días plenos
violeta orgasmo en la pasión del alma
donde esculpí la arcilla sensitiva
caricia prenatal, manos etéreas
voz inconsciente, amniótico placer.
A veces te escabulles o te afeas
para nevar de horror mis sensaciones.
Yo te vi muerto y asistí al entierro
mi llanto se hizo flor sobre la tumba
estrené mi viudez de invierno y luto
y del negro satén, aciago río
te vi salir espléndido y sonoro.
Hasta que comprendí nuestra simbiosis
hasta que degusté tu sol maduro
y supe que te estaba destinada
más allá de crepúsculos y auroras.
No me abandones al azar nefasto
del analfabetismo despiadado
dame tu sed de luz, tu encrucijada
tu refinada gula de belleza
tu aguardiente voraz a trago lento
tu musical aroma, tu espesura.
Dame la sed, el apetito insano
tu endemoniada fibra de titanes
tu estructura embriagada de jazmines
orgía / bacanal / poemaamado.

©Olga Liliana Reinoso

domingo, 27 de abril de 2014

VERONA



No hay balcones en Monserrat Anexo.
Pero los días de lluvia el barro enjabona las calles de tierra y lastima, indiferente, las zapatillas sin marca de los pibes que van al Ipem 338.
Lastima como el estigma de la pobreza que cargan en la mochila desgastada.
El Ipem es una tregua para los de El Pueblito y los de Ramal del Sur. Afuera, los jóvenes siguen muriendo, asolados por las drogas y las armas en ese enfrentamiento irracional de los dos bandos.
Enfrentadas también están las divisiones A y B de tercer año, galería por medio. Eugenio va a tercero A y Carolina es la mejor alumna de tercero B.
Pero ellos se quieren. Cuando toca el timbre del recreo se encuentran en la galería y tomados de la mano van a refugiarse debajo del algarrobo añoso que los cobija de las pedradas y los insultos. Allí florecen las azucenas de sus besos tímidos.
El ojo izquierdo de Eugenio está enlutado.
Ante la mirada interrogativa de Carolina, él se encoge de hombros y musita un: “Ya sabés”.
Con la pena asfixiada vuelven al aula y se quedan en vilo hasta el próximo timbre.
Viven a cinco cuadras, pero en ese estrecho margen se dibuja la línea divisoria entre el Pueblito y el Ramal. Y es bien sabido que quien se atreve a pisarla pone en riesgo su vida.
Eugenio sabe y se arriesga. Con sus dieciséis años ellos hace dos que se aman y se esconden.
Piensan en irse, en huir hacia donde nadie los conozca y no sean portadores de apellido ni de barrio.
Pero la rotunda verdad de la matemática los descorazona. Sus monedas y billetes de dos pesos son estériles. Ni para el bondi al centro.
Claro que su amor y su juventud son botas de siete leguas. Pero Carolina está a cargo de sus hermanitos y Eugenio no puede arrancarse el aguijón de lágrimas que su madre le clava llorando la muerte de dos hijos que luchaban en la pandilla.
Los domingos, en la iglesia, encuentran algo de paz. Es que además de rezar, el cura los deja quedarse en la sacristía para que charlen tranquilos.
A veces, se pelean por Belgrano y Talleres. Pero enseguida, un abrazo borra la diferencia y estallan en carcajadas. Tal vez, el único momento de la semana en que el gorjeo de sus risas se deja oír.
La muerte reina en Monserrat. Carolina y Eugenio se aman.

©Olga Liliana Reinoso


sábado, 26 de abril de 2014

APRENDIZ

Cuenco de ávida luz
insatisfecho
relámpago voraz de esta galaxia
saltimbanqui y espía
millonario
con los bolsillos llenos de preguntas.
Nunca reposa
no cierra los ojos
su molinete es tiempo
rotación traslación
alrededor de astros omniscientes
aprende
desaprende
se inocula
es un signo fetal
analfabeto
sabedor de dolor
y socavones
curioso del susurro
y la estampida.
Buscador milenario
de la cifra
de la clave de sol
y la guadaña.
Orgullo prenatal
póstuma gloria
de la semilla impávida
y la lluvia.
Manos con ojos
boca que no cesa
mascullador
en la silente hora.
Minero de algas
primer adelantado
fuego en el fuego
que insemina el frío.
Delator de la vida y de la muerte
cantor de las cavernas
cibernético.
Tobogán a la nada.
Completud.

©Olga Liliana Reinoso


domingo, 6 de abril de 2014

LA VISITA

LA VISITA

Ayer me sorprendió. No era discreto.
Era escándalo, vértigo, demencia
era un embotellamiento de temblores
casi fetales y onomatopéyicos.
Subió a mordiscos por mi piel de archivo
desempolvó los viejos cobertizos
germinó en durazneros opulentos
terciopelo y deseo
fiebre y salto.
Yo sé que de mirar hacia tan lejos
se me vuelve distancia la mirada
y no hay muelle en que atraque  aquella barca
donde vaga el fantasma que me abraza.
Pero vuelvo del miedo y la resaca
a lucir atavíos presurosos
y en un cosmos onírico, imposible
soy el nuevo arlequín de tanta farsa.
A este huésped de llanto y de saliva
sólo ofrezco el abismo de mi boca
sólo estas manos nómades, gitanas
de trasnochar laúdes incendiarios.
Le doy mi corazón –borracho insomne-
en un rito fatal.
Muerta a sus pies, despavorida o loca
me convertiré en nada.
Cuando parta.

©Olga Liliana Reinoso