domingo, 8 de diciembre de 2013

MUJER HECHA A MANO

Ignota
Incomprendida
Sólo yo
Nadie
Nunca
Pequeña
Dolorosa
Me hice a la mar
 A nado, a nada.
Me salvé del naufragio,
De seres mitológicos.
Eludí tiburones
Nadé varios estilos
Sin saber
Sin querer
Me morí tantas veces
Que ya perdí la cuenta
Fui mi primera víctima
Mi tortura
Mi llanto.
Lo tuve todo y lo perdí de golpe.
Anochecí de día, de mañana
Lloví a cántaros
Nevé en pleno verano.
Fui combustión y frío
Fui desvelo y autismo
Me suicidé viviendo
En los cafés sin gente
Inventé un microcosmos
Luché contra el oráculo,
Desafié al Minotauro.
Con el hilo de Ariadna
Ahorqué mis sentimientos.
Perdí todas las guerras,
Las batallas.
Defendí causas muertas,
Creí en mis asesinos.
Tuve sexo a destajo y después me asexué.
Anduve en las cornisas
De los gatos huraños.
Fui perro vagabundo
Fui insecto
Fui paloma
Y alcé el vuelo
Hasta el oculto nido del deseo.
Mi deseo sagrado:
-No traicionarme nunca-
Lo violé algunas veces, muy pocas, casi nunca.
Y me erigí en muralla
De cara a todo el viento.
Desagoté mi sangre,
Viví el coito más duro
Con el dolor en llamas.
Y hoy descubro la hermosa fortaleza,
La vulnerabilidad abigarrada,
El arma secreta.
Canto a viva voz
La canción del triunfo,
 mi himno favorito.
La bandera enhiesta
Mi estandarte íntimo.
Fui contra el destino
Y armé mi destino
Soy lo que me hicieron
Pero sobre todo
 Soy lo que yo hice
Y estoy orgullosa
Soy la millonaria vestida en harapos
Pero construí puentes a la luna llena.
Superávit  de alma
De amor y demencia.


EN EL ESPEJO II

Un astro que se quiebra en mil cenizas,
rasguña cielo y mar
en un intento absurdo de vivir.
Una burda figura
sin gracia, sin donaire, sin destellos,
una horrible mujer que se desangra.
 Todo lo que brindó, todo es desecho
es un inerte cuerpo maloliente.
Ojalá que los fuegos del infierno
puedan cremar la última esperanza.
Un ser sin esperanza es una momia:

la momia que hoy deambula en el espejo.

EN EL ESPEJO I

Un toque de dolor bien maquillado,
la mueca travestida
y el ímpetu sanguíneo
bordea las orillas.
Quién me dice quién soy.
Mi propia sudestada
telescopio que mira para adentro
y descubre planetas
donde todavía hay agua.

Grieta azul
desleída
un cuerpo de mujer atravesado
por los años y los sinsabores.
Cicatrices reales
penas empoderadas
una fuerza ancestral
raíz y parto.
Orgullo, convicción y fe
el pubis de la vida me sonríe
porque soy tierra, fuego
cueva de los secretos
aires de danza

agua que muda la mentira.

sábado, 9 de noviembre de 2013

MADRE

Debo irme muy lejos para hablar con vos.
Reinventar la historia,
quitarle los hierros,
podar las espinas.
Bailar esa danza de hija solitaria
con el sol de mayo
en mi bosque mágico.
Tengo que buscar el zoom de las horas
para ampliar cristales de ternura efímera;
tengo que dragarte como a un río salvaje
y entre camalotes pescar tu verdad.
Volver a tu risa de candil ardiente,
volver a tu ingenua ilusión pueblerina,
buscar al rescoldo tu vino temprano,

beberlo en sollozos, para renacer.



PARA TU VIENTRE
Hembra de arisca miel,
amazona de estrellas,
en tu pradera se oye el tañir de las mieses.
Desprendete el hollín con desenfado
desperezá las islas de tus pechos
sobre la blanca ola del escote.
Un sueño llama: no lo desatiendas,
brindale un ramillete sin escarchas.
Duende de medianoche,
el muro cede.
La jungla maternal grita el zarpazo.
De pie,
la flor invicta te delata,
manos de quebrachal,
cobijo claro;
tus ojos, dos glorietas cabizbajas
rondan de norte a sur mi torbellino.
Mujer elemental,
sacerdotisa de la raíz que invoco
sumergida en espejos cantarinos
neurótica y febril,
obsesión tibia.
Copiando cada trazo reincide la simiente
y un mismo fuego nos eleva.
Vino otoñal que nutre
mi femenina huella de topacio.
Tu verso al viento se enhebra con mi sangre:
caverna gutural de donde nazco.
©Olga Liliana Reinoso


Mi madre murió el 29 de julio de este año, pesaba 35 kilos. Sus kilos restantes se los llevaron el Parkinson y el Alzheimer. Por eso casi no lloré ese día; ella se había ido hacía ya  mucho tiempo.
Su fuerza, su carácter enérgico, su voz estentórea, su gesticulación histriónica, todo se había llevado el viento cruel del desierto en que se había convertido su mente.
Cuando escribí mi primer poema y se lo leí como si fuera de otro, descubrió mi tímida mentira: supo de inmediato que lo había escrito yo y, desde entonces, hasta que se volatilizó, me alentó para que siguiera escribiendo.

jueves, 7 de noviembre de 2013

FARSANTES



La tira comenzó en forma altamente prometedora y, a medida que avanzaba, la calidad iba “in crescendo”, conjuntamente con el entusiasmo de los espectadores que, muy pronto, fue convirtiéndose en devoción y hasta en fanatismo.
Para muchos –me incluyo- jamás una ficción televisiva se había metido tan dentro del corazón como para alegrar o arruinar el día o los días de nuestras vidas.
La feliz idea de jugarse con un tema que hasta hace muy poco era tabú u objeto de las burlas más siniestras, cayó realmente bien en los miles de receptores de mente abierta y corazón sensible que esperaban con verdadera ansiedad cada capítulo de lunes a jueves.
Como una broma macabra, cuando ya estábamos totalmente cooptados por la magia irrepetible de ese amor genuino, respetuoso, puro e imparable entre Guillermo Y Pedro/Pedro y Guillermo, una andanada de misiles inoportunos, absurdos, de mal gusto, comenzaron a hacer tambalear la estructura de Farsantes, para rematarnos con el balazo a quemarropa de la muerte de Pedro.
No sirven las excusas. Nosotros, como cierta “tía”, ya hemos gastado muchos tacos y sabemos en forma fidedigna de qué manera pueden manipularse los contenidos de una ficción. El hecho de que el adorable Benjamín Vicuña se haya tenido que volver a Chile por compromisos ya pautados no es obstáculo alguno para que un vertiginoso cruce de los Andes les permitiera grabar ese final feliz que reclamamos a gritos.
Lo eliminaron porque quisieron, porque, según palabras de alguno de los responsables, no tienen por qué hacer lo que pide el televidente. Pero yo creo que sí, al menos por dos razones: 1) el rating se lo damos nosotros; 2) la televisión es entretenimiento, no causal de depresión ni incitación al suicidio.
Me parece que la soberbia y el abuso de poder con que han manejado esta cuestión, flaco favor les hace.
Para colmo, quienes leemos entre líneas, vemos asomar claramente la horrible cola del monstruo homofóbico con su inquisidor mensaje subliminal: los amores homosexuales terminan mal y todo homosexual es promiscuo (por eso, en lugar de permitirle hacer un duelo veraz y digno, ya le endilgan a Guillermo un nuevo escarceo amoroso).
Lo cierto es que estamos indignados, frustrados, estafados. Hasta me animo a decir que el título de Farsantes no alude al contenido de la tira.
Aplaudo de pie a los señores actores Julio Chávez y Benjamín Vicuña. Y también al resto del elenco que han sabido sostener la barca en medio del naufragio.
Bajo el pulgar, con bronca y con dolor, a quienes de una –inicialmente- obra de arte, hicieron basura para botar (como dicen en Chile, Vicuñita).
Desconsoladamente.

Olga Liliana Reinoso

General Pico, La Pampa

lunes, 4 de noviembre de 2013

VIVA LA VEJEZ


VIVA LA VEJEZ

Miro este cuerpo de mujer madura.
Vieja: -¿te gusta más?
y no me apura
ningún remordimiento del pasado.
Porque proclamo la Naturaleza,
es decir,
la belleza de la vida
tal cual es.
Divertida.
Soez.
Con-vencimiento.
Sin renunciamiento.
Así, caída y arrugada
biengastada
con la sabiduríaFoto
que la suma de días
le dieron a mi mente.
¡Qué indecente,
la pícara vejez!
No la rechazo:
es una suerte no sentir el zarpazo
de la muerte.
¡Qué viva la vejez!
Peor es nada.


jueves, 31 de octubre de 2013

UBUNTU

Ubuntu corazón
aunque las lluvias
aunque el rastrero andar del miserable
aunque la injuria
y la maldita boca
que escupe hieles
por su abismo interno.
Ubuntu corazón
aunque las llamas
quieran incinerar tus ojos buenos
siempre habrá un fuego amigo
que te abrace
para darte calor
y abrazo eterno.
Ubuntu corazón
mandala al córner
a esa pelota lanzada con la furia
del destetado en medio de la noche.
Ubuntu corazón.
Lanza tus luces
tu palabra de fe
tu digna risa
tu caricia mil veces bienhechora
para la piel del mundo
que te espera.
Ubuntu corazón
seca tu llanto
que tus lágrimas sólo laven el alma
del ser impuro y malquerido
al que perdonas.
Porque entiendes que daña el más dañado.
Entonces, compasión y enhorabuena.
Vos sos candil
sos brisa
y eufonía.
Ubuntu corazón
honra la vida.
©Olga Liliana Reinoso

31 de octubre de 2013

miércoles, 30 de octubre de 2013

las ramundo y BELÉN

Momentos de reencuentro y felicidad que ya no existen, porque la señorita SILVIA RAMUNDO, a la izquierda de su monitor, nos ha convertido en víctimas de acoso cibernético a mi hija y a mí.

lunes, 14 de octubre de 2013

EL LABERINTO DE LOS ARGENTINOS



Cuando la noticia llegó a Ginebra, el encargado cultural de la embajada argentina en Suiza corrió alborozado a contársela.
- Borges, se firmó el decreto para su repatriación. Pronto podrá volver a la Argentina.
Inmutable, Borges pareció no escuchar.
El funcionario continó, alborotado y efusivo.
- Es un acto de justicia, maestro. Usted debe descansar en su tierra. Usted es argentino. Además hay que demostrarles a aquellos cretinos que eran todas mentiras eso de no querer morirse allá. Fueron circunstancias y ahora llegó el momento de la gran reparación histórica...
El escritor, molesto por tanta verborragia injustificada, salió de su mutismo y preguntó:
- Pero...¿usted está seguro de que los argentinos quieren que yo regrese?
- ¡Por supuesto! Aunque un poco tarde, su prestigio ha crecido de manera considerable. Sobre todo a partir de 1999, cuando usted cumplió cien años. Ahora todo el mundo lee sus obras y se hacen seminarios sobre su literatura y se filman películas con su vida y los chicos que navegan por Internet descubren sus poemas y los repiten y...
- No abuse de la polisíndeton.
- ¿Cómo...cómo dice?
- Que me parece una exageración.
- Pero qué dice, usted se lo merece. Y mucho más. Además, lo necesitamos. El país está en crisis y el gobierno tiene que sensibilizar a la gente con un gesto a lo grande. Y por otra parte, volverá a estar cerca de aquella manzana de Palermo. El presidente ya está imaginando el discurso con que va a recibirlo.
- Esas son naderías, jovencito. Y ahora, si me disculpa...
- Borges retornó al silencio, pero algo como un aguijón de nostalgia le presionaba el pecho.
- No nos une el amor sino el espanto –musitó entrecortadamente y sintió que, otra vez, lo único que faltaba era la vereda de enfrente.

Comenzaron los trámites burocráticos del traslado mientras la prensa aprovechaba el hecho para transformarlo en una nueva contienda política y los miembros de los diferentes partidos sacaban a relucir viejos rencores a través de los cuales sólo asomaban las mezquindades humanas pero la literatura borgeana era la gran ausente. Algunos se preguntaban si todo ese movimiento tenía sentido, si el retorno de Borges los haría un poco mejores o volverían a las andadas después de las ceremonias. Entretanto, en Ginebra, el anciano escritor seguía dudando. ¿Cómo era esto de que su literatura se había vuelto tan popular? ¿Qué había pasado? Acaso simplemente los argentinos seguían fieles a esa costumbre necrofílica de honrar más a los muertos que a los vivos...
Una tarde, cuando ya estaban ultimando los detalles de su regreso, Borges inquirió ante el entusiasta empleado consular:
- Joven, perdone mi ignorancia. Usted me habló de Internet...
- Sí, maestro, Internet es una red compuesta por millones de computadoras distribuidas por todo el mundo; es la ví de acceso a una amplia gama de información y servicios. Los jóvenes son los que más la usan y gracias a eso lo han descubierto a usted...
- ¿Y podría recordar qué poemas gustan a los jóvenes?
- Hay dos, especialmente, que los tienen atrapados. Hasta han hecho posters para regalar o colgar en sus cuartos. Se llaman “Instante” y “El árbol de los amigos”.
La mano del viejo hombre de letras se crispó sobre el bastón. No entendía el humor de su interlocutor, pero como quien se aferra sin saber o sin querer a una esperanza, él esperaba el remate de ese chiste de mal gusto. Que no llegó.
- No sé de qué me habla.
- No me diga, Borges, que no se acuerda de haber confesado que comería más helados o daría más vueltas en calesita y que andaría descalzo desde comienzos de la primavera...
A esta altura, la conversación se había vuelto insostenible. Borges no disimulaba su malestar, ante el azoramiento del funcionario público que no comprendía lo que pasaba. En un murmullo apenas audible, dijo:
- Jamás escribí algo así, jamás podría haberlo escrito. Ni yo, ni el Otro ...No puedo regresar.
Y cerró los ojos.

jueves, 10 de octubre de 2013

QUIZÁ

Quizá la risa
o el color del viento
o el escote sutil de la utopía.
Quizá sucedió así
y no hubo testigos.
Pero en la luna virgen de tus ojos
navega la certeza.

viernes, 4 de octubre de 2013

OJOS

Los ojos de Benicio
Son un océano de promesas
Un abismo de amor
Un mirador para atisbar la vida.
Son las aguas profundas del futuro
La alborada
El brote en primavera

La esperanza.

jueves, 3 de octubre de 2013

LAS LIBRERÍAS



Me gustan las librerías. Me encantan. Me quitan el aire.
Me gusta recorrerlas despacio, como acariciando un cuerpo amado y deseado.
Nunca vi tan refinada mixtura entre lo sagrado y lo profano, un poco de templo y otro poco de albergue transitorio, como en las librerías.
Entro con adoración y expectativa de placer.
Las librerías tienen un olor irrepetible, un silencio elocuente, un colorido entrañable y el misterio, sobre todo, el misterio.
No importa si los libros son nuevos, artesanales, usados, incunables.
La magia está en el aire, desde el foquito de luz macilenta o los tubos enceguecedores hasta el piso, el machimbre que se queja como un fueye, acompañando el tango abolerado de los pasos.
Si espío los ojos y las manos de los paseantes descubro gula, misticismo, avidez, ternura, religiosidad.
Porque esos rincones son una invitación al viaje, al vuelo, a la imaginación intrépida.
Ando por los pasillos, inclinada sobre las mesas o empinándome frente a los anaqueles, leyendo títulos, nombres que producen un cosquilleo y un temblor, devorando las contratapas en busca de la clave, de la cifra.
Y de pronto, elijo un nombre desconocido porque algo me llama, me convoca y porque cuando me sumerja entre esas páginas va a comenzar una aventura.
O busco ese nombre venerado que viene con garantía de éxtasis o voladura de sesos.
Nunca salgo con las manos vacías. Siempre salgo con el corazón en vilo.

sábado, 21 de septiembre de 2013

PRIMAVERA
La primavera es mucho más que una estación.
Ella estalla sin pedir permiso
A pesar del termómetro
Del viento
Y de las agoreras predicciones
Del servicio meteorológico.
Ella se impone
Como un inteligente entre mediocres
Como una mujer bella
Como un fantasma bonachón.
Deja señales.
Canturrea en las noches de luna.
Se asoma a las ventanas con su disfraz de flores
Se da a luz en los brotes
En las ramas desnudas.
Como un  Picasso, una Dalí, un Van Gogh
Va dejando colores, surrealismo, girasoles
Sobre la capa gris de este hemisferio
En el polvillo frígido del suelo
En los rostros de mujer y hombre
Que vagan temerosos por la calle
Dibuja sonrisas
Llena de aire la sorpresa feliz de la mañana
Y hace que los amantes del invierno
Decidan ser infieles.
 Es la enemiga incauta e inocente
De todo apocalipsis
Cuando abrís la ventana, entredormida,
Y te asalta el perfume, el color
Y la avanzada preñez del duraznero.

©Olga Liliana Reinoso

viernes, 20 de septiembre de 2013

Mujer hecha a mano

Ignota
Incomprendida
Sólo yo
Nadie
Nunca
Pequeña
Dolorosa
Me hice a la mar
 A nado, a nada.
Me salvé del naufragio
De seres mitológicos
Eludí tiburones
Nadé varios estilos
Sin saber
Sin querer
Me morí tantas veces
Que ya perdí la cuenta
Fui mi primera víctima
Mi tortura
Mi llanto.
Lo tuve todo y lo perdí de golpe.
Anochecí de día, de mañana
Lloví a cántaros
Nevé en pleno verano.
Fui combustión y frío
Fui desvelo y autismo
Me suicidé viviendo
En los cafés sin gente
Inventé un microcosmos
Luché contra el oráculo
Desafié al Minotauro
Con el hilo de Ariadna
Ahorqué mis sentimientos
Perdí todas las guerras
Las batallas
Defendí causas muertas
Creí en mis asesinos
Tuve sexo a destajo y después me asexué
Anduve en las cornisas
De los gatos huraños
Fui perro vagabundo
Fui insecto
Fui paloma
Y alcé el vuelo
Hasta el oculto nido del deseo
Mi deseo sagrado
No traicionarme nunca
Lo violé algunas veces, muy pocas, casi nunca
Y me erigí en muralla
De cara a todo el viento
Desagoté mi sangre
Viví el coito más duro
Con el dolor en llamas
Y hoy descubro la hermosa fortaleza
La vulnerabilidad abigarrada
El arma secreta.
Canto a viva voz
La canción del triunfo mi himno favorito
La bandera enhiesta
Mi estandarte íntimo.
Fui contra el destino
Y armé mi destino
Soy lo que me hicieron
Pero sobre todo
Soy lo que yo hice
Y estoy orgullosa
Soy la millonaria vestida en harapos
Pero construí puentes a la luna llena.
Superávit  de alma
De amor

Y demencia.

sábado, 7 de septiembre de 2013

DUDAS


©Olga Liliana ReinosoFoto: DUDAS
Hay días en que está completamente resuelta, le parece una decisión brillante, la oportunidad con la que soñó durante toda su vida.
Y otros, en que la duda explota en su pecho como una granada: que los riesgos, que si vale la pena a esta altura, que si podrá cumplir con las expectativas o su ambivalente sistema anímico le jugará las eternas malas pasadas que la conducen por el tortuoso camino de la autoflagelación.
Así no se puede. Esa andanada de prejuicios y complejo de inferioridad son armas letales que debe erradicar sin pérdida de tiempo.
Es que en el fondo sabe que esta decisión le va a producir felicidad y no puede eludir su tendencia a boicotearse después de tantos fracasos y humillaciones.
De ella y nada más que de ella depende este futuro venturoso que acabará con el suplicio de tantos años.
¿Es posible que se niegue a estar mejor, a demostrar  a los factores congénitos y a ese maldito séquito de denostadores que puede ser una triunfadora no en el aspecto más banal de la cosa sino en el profundo crecimiento de su autoestima?
Ella puede convertirse en la gladiadora que se venza a sí misma y arrastre y enrostre su triunfo  a todos los letales estigmatizadores.
Ha cumplido al pie de la letra con todos los deberes, ha sido aplicada a ultranza. Sin embargo. el diablillo embaucador y derrotista, le sigue inoculando el miedo.
Sólo queda el camino de pedir ayuda. Y no tiene remilgos en hacerlo.
Todavía hay esperanzas.

©Olga Liliana Reinoso


Hay días en que está completamente resuelta, le parece una decisión brillante, la oportunidad con la que soñó durante toda su vida.
Y otros, en que la duda explota en su pecho como una granada: que los riesgos, que si vale la pena a esta altura, que si podrá cumplir con las expectativas o su ambivalente sistema anímico le jugará las eternas malas pasadas que la conducen por el tortuoso camino de la autoflagelación.
Así no se puede. Esa andanada de prejuicios y complejo de inferioridad son armas letales que debe erradicar sin pérdida de tiempo.
Es que en el fondo sabe que esta decisión le va a producir felicidad y no puede eludir su tendencia a boicotearse después de tantos fracasos y humillaciones.
De ella y nada más que de ella depende este futuro venturoso que acabará con el suplicio de tantos años.
¿Es posible que se niegue a estar mejor, a demostrar  a los factores congénitos y a ese maldito séquito de denostadores que puede ser una triunfadora no en el aspecto más banal de la cosa sino en el profundo crecimiento de su autoestima?
Ella puede convertirse en la gladiadora que se venza a sí misma y arrastre y enrostre su triunfo  a todos los letales estigmatizadores.
Ha cumplido al pie de la letra con todos los deberes, ha sido aplicada a ultranza. Sin embargo. el diablillo embaucador y derrotista, le sigue inoculando el miedo.
Sólo queda el camino de pedir ayuda. Y no tiene remilgos en hacerlo.
Todavía hay esperanzas.

jueves, 29 de agosto de 2013

REGALO DE PASCUA


 El centro de la ciudad de Córdoba parecía un hervidero. Gente por todas partes, bajo un cielo poblado por nubes de frío, pululaba en calles y veredas.
Mi hija y yo caminábamos por la 27 de abril apurando el paso por temor a llegar tarde y porque la temperatura había descendido estrepitosamente sin reparar en nuestros magros abrigos.
Al llegar, las escalinatas de la iglesia mayor y toda la explanada de enfrente estaban colmadas. La multitud seguía, con mayor o menor unción, la misa celebrada por el obispo, a través de unas pantallas gigantes.
Para formar un cerco y delimitar la zona, varios autos importados y camionetas 4 x 4 levantaban un muro en el borde de la vereda.
Unos minutos antes, un chico de 11 ó 12 años me había interceptado para pedirme una moneda. Y yo, por prejuicio, por egoísmo o comodidad, había negado con la cabeza.
En ese momento, el obispo otorgaba el perdón de los pecados a dos nuevas cristianas que se contorsionaban al contacto con los dedos fríos y experimentados del jerarca.
Me sentí molesta.
Había ido a misa porque tenía necesidad de agradecer las pequeñas cosas de todos los días. Pero una vez en el lugar, empecé a sentirme lejana y ajena. Esos rituales circenses me rebelan, me parecen vacíos. El tiempo se detuvo entre las fastuosas paredes mientras la vida, harapienta y descalza, deambulaba a la intemperie en busca de amparo.
Otra vez apareció entre el aglutinamiento el chiquito que pedía monedas. Y yo, como emulando a Pedro, negué por segunda vez.
Pero el malestar crecía más y más. Me puse a hurgar en mi cartera y él se detuvo a observarme. No encontraba ni una mísera moneda. Entonces mi hija recordó que me había dado su monedero. Se lo alcancé y ella le brindó lo que buscaba.
Miré a mi alrededor, todos estaban concentrados en las imágenes que la cámara ofrecía y cantaban cánticos de amor a Dios. Nadie vio al niño de las monedas.
Rezamos el padrenuestro fraternalmente tomados de la mano y apenas terminó nos separamos sin mirarnos, pero al cabo de unos minutos, nos besamos y abrazamos, otra vez fraternalmente, dándonos la paz.
Yo seguía disgustada. Ni la perspectiva de escuchar la Misa Criolla bajo la luz de una luna tan docta y con tonada, me cambiaba el humor.
La ceremonia terminó y entonces apareció en escena la agrupación Cantarte. Arremetió con un Te quiero de Mario Benedetti que empezó a entibiarme el alma. En medio de una ovación se oyó el charango mayor de Jaime Torres.
En medio de esa multitud alborozada divisé la figura del niño que pedía. Al pasar frente a mí su cara se embelleció con una sonrisa luminosa.
-          Mamá, te sonrió –exclamó mi hija entre sorprendida y emocionada.
Mis ojos se humedecieron, mi corazón se llenó de júbilo y comprendí la señal. Era la hora exacta. Cristo había resucitado. 

 Foto: REGALO DE PASCUA
El centro de la ciudad de Códoba parecía un hervidero. Gente por todas partes, bajo un cielo poblado por nubes de frío, pululaba en calles y veredas.
Mi hija y yo caminábamos por la 27 de abril apurando el paso por temor a llegar tarde y porque la temperatura había descendido estrepitosamente sin reparar en nuestros magros abrigos.
Al llegar, las escalinatas de la iglesia mayor y toda la explanada de enfrente estaban colmadas. La multitud seguía, con mayor o menor unción, la misa celebrada por el obispo, a través de unas pantallas gigantes.
Para formar un cerco y delimitar la zona, varios autos importados y camionetas 4 x 4 levantaban un muro en el borde de la vereda.
Unos minutos antes, un chico de 11 ó 12 años me había interceptado para pedirme una moneda. Y yo, por prejuicio, por egoísmo o comodidad, había negado con la cabeza.
En ese momento, el obispo otorgaba el perdón de los pecados a dos nuevas cristianas que se contorsionaban al contacto con los dedos fríos y experimentados del jerarca.
Me sentí molesta.
Había ido a misa porque tenía necesidad de agradecer las pequeñas cosas de todos los días. Pero una vez en el lugar, empecé a sentirme lejana y ajena. Esos rituales circenses me rebelan, me parecen vacíos. El tiempo se detuvo entre las fastuosas paredes mientras la vida, harapienta y descalza, deambulaba a la intemperie en busca de amparo.
Otra vez apareció entre el aglutinamiento el chiquito que pedía monedas. Y yo, como emulando a Pedro, negué por segunda vez. 
Pero el malestar crecía más y más. Me puse a hurgar en mi cartera y él se detuvo a observarme. No encontraba ni una mísera moneda. Entonces mi hija recordó que me había dado su monedero. Se lo alcancé y ella le brindó lo que buscaba. 
Miré a mi alrededor, todos estaban concentrados en las imágenes que la cámara ofrecía y cantaban cánticos de amor a Dios. Nadie vio al niño de las monedas.
Rezamos el padrenuestro fraternalmente tomados de la mano y apenas terminó nos separamos sin mirarnos, pero al cabo de unos minutos, nos besamos y abrazamos, otra vez fraternalmente, dándonos la paz.
Yo seguía disgustada. Ni la perspectiva de escuchar la Misa Criolla bajo la luz de una luna tan docta y con tonada, me cambiaba el humor.
La ceremonia terminó y entonces apareció en escena la agrupación Cantarte. Arremetió con un Te quiero de Mario Benedetti que empezó a entibiarme el alma. En medio de una ovación se oyó el charango mayor de Jaime Torres.
En medio de esa multitud alborozada divisé la figura del niño que pedía. Al pasar frente a mí su cara se embelleció con una sonrisa luminosa.
- Mamá, te sonrió –exclamó mi hija entre sorprendida y emocionada.
Mis ojos se humedecieron, mi corazón se llenó de júbilo y comprendí la señal. Era la hora exacta. Cristo había resucitado.

miércoles, 28 de agosto de 2013

SANGRE DE BODAS



Era el mes de mayo y la fiesta de Akha Teej: el día elegido para mi boda en Madhya Pradesh. Hacía pocos días había cumplido 10 años.
Yo estaba muerta de miedo y quería desaparecer de ese lugar, quería que alguien se apiadara de mí y me llevara muy lejos. Pero sabía que casarme era mi destino, como el de todas las niñas hindúes.
Mis tíos y hermanos giraban  alrededor de mí. Unos ponían henna en mis manos, otros me vestían con un sari rojo.
Treinta minutos antes de la ceremonia,  me dejaron sola para que pudiera orar.
Estaba postrada sobre la alfombra cuando una sombra subrepticia penetró en el cuarto. Su mano tapó mi boca y no recuerdo más.
Cuando desperté, yacía acostada en un lecho confortable, pero no podía ver nada porque la sala estaba completamente a oscuras.
Pasé mucho tiempo en ese lugar, creo que fueron años. Mi cuerpo iba cambiando y creciendo. Una vez, al vestirme, descubrí mis pechos y me largué a llorar. Otro día, sentí que algo viscoso se precipitaba en la vasija donde orinaba y lloré mucho más.
Mientras tanto, la sombra entraba y salía en silencio. Me higienizaba, me daba alimento, pero jamás hablaba.
A veces, yo la insultaba para que reaccionara y me explicara la razón de mi cautiverio. Pero nunca logré arrancarle una palabra. Cuando insistía demasiado, se llevaba las velas y los libros. Entonces, yo volvía a guardar silencio por un tiempo.
Por las noches, solía tener un sueño repetido. Escuchaba la voz de mi madre confortándome, y hasta sentía sus caricias. Pero al despertar, solamente las tinieblas me rodeaban.
Ayer, en el lugar de los libros encontré una carta que decía:
“Amada Kavita: perdóname si puedes. Lo hice para salvarte de la negación de tu libertad, de la pérdida de tu niñez y de la violencia. Pero ahora no hay más tiempo que perder, mi vida se acaba. La infibulación y los golpes de tu padre pudieron conmigo. Debes huir a Ouadadougou, en Burkina Faso, donde te protegerán. Te amaré más allá de la muerte. Tu madre”.
De día, me escondo entre los árboles y con las sombras de la noche avanzo. Avanzo.

©Olga Liliana Reinoso

Foto: SANGRE DE BODAS

Era el mes de mayo y la fiesta de Akha Teej: el día elegido para mi boda en Madhya Pradesh. Hacía pocos días había cumplido 10 años.
Yo estaba muerta de miedo y quería desaparecer de ese lugar, quería que alguien se apiadara de mí y me llevara muy lejos. Pero sabía que casarme era mi destino, como el de todas las niñas hindúes.
Mis tíos y hermanos giraban  alrededor de mí. Unos ponían henna en mis manos, otros me vestían con un sari rojo.
Treinta minutos antes de la ceremonia,  me dejaron sola para que pudiera orar.
Estaba postrada sobre la alfombra cuando una sombra subrepticia penetró en el cuarto. Su mano tapó mi boca y no recuerdo más.
Cuando desperté, yacía acostada en un lecho confortable, pero no podía ver nada porque la sala estaba completamente a oscuras.
Pasé mucho tiempo en ese lugar, creo que fueron años. Mi cuerpo iba cambiando y creciendo. Una vez, al vestirme, descubrí mis pechos y me largué a llorar. Otro día, sentí que algo viscoso se precipitaba en la vasija donde orinaba y lloré mucho más.
Mientras tanto, la sombra entraba y salía en silencio. Me higienizaba, me daba alimento, pero jamás hablaba.
A veces, yo la insultaba para que reaccionara y me explicara la razón de mi cautiverio. Pero nunca logré arrancarle una palabra. Cuando insistía demasiado, se llevaba las velas y los libros. Entonces, yo volvía a guardar silencio por un tiempo.
Por las noches, solía tener un sueño repetido. Escuchaba la voz de mi madre confortándome, y hasta sentía sus caricias. Pero al despertar, solamente las tinieblas me rodeaban.
Ayer, en el lugar de los libros encontré una carta que decía:
“Amada Kavita: perdóname si puedes. Lo hice para salvarte de la negación de tu libertad, de la pérdida de tu niñez y de la violencia. Pero ahora no hay más tiempo que perder, mi vida se acaba. La infibulación y los golpes de tu padre pudieron conmigo. Debes huir a Ouadadougou, en Burkina Faso, donde te protegerán. Te amaré más allá de la muerte. Tu madre”.
De día, me escondo entre los árboles y con las sombras de la noche avanzo. Avanzo.

©Olga Liliana Reinoso


sábado, 17 de agosto de 2013

TRÍPTICO POSTAL


Compadre:

Te digo y te repito que soy inocente, pero vos sabés mejor que nadie que no puedo demostrarlo porque el castigo sería mucho peor. Entonces, no me queda más remedio que rajarme.
 Vos no sabés nada. Estabas en la enfermería por culpa de esos retorcijones. Perdoname, hermanito, fui yo el que te puse la purga para que no te volvieran loco a preguntas. Total, una cursiadera no mata a nadie.
Vos cerrá el pico, hablá mal de mí, deciles que soy un guacho y que seguro afané. Pero no te pisés porque somos boleta.
Esta carta te la lleva tu vieja el domingo. Ella tampoco sabe nada.

Quique


Señor Director:

Ante su falta de confianza perdí las esperanzas de que se haga justicia. Usted no cree en mi palabra y eso es lo único que tengo porque un verdadero macho no anda botoneando sus entreveros con las polleras. Yo no pude robar en el almacén porque a esas horas estaba encorsetado en mejores negocios.
Si no quiero pudrirme en la gayola, no me queda otra que tomármelas.
Disculpe usted, no es nada personal.

Enrique Sánchez
Hijita de mi vida:

No te asustes cuando te llamen de la cárcel para decirte que escapé. Es cierto. Pero ya me voy a arreglar para darte señales.
Quiero que sepas que yo no soy un chorro, nunca robé nada a nadie. O a lo mejor sí.
Escuchá: desde que murió tu vieja yo anduve solo y hecho pelota. Hasta que otra mujer me entusiasmó demasiado. Y aunque era prenda ajena, el indio fue más fuerte.
Así nos acollaramos y no pudimos parar, aunque el peligro era mucho.
La cuestión es que el día del asalto yo estaba con ella, pero no puedo desembuchar porque eso no es de hombre y segundo, porque ella vive en la casa del director de la cárcel.

Tu viejo

Foto: TRÍPTICO POSTAL
Compadre:

Te digo y te repito que soy inocente, pero vos sabés mejor que nadie que no puedo demostrarlo porque el castigo sería mucho peor. Entonces, no me queda más remedio que rajarme.
 Vos no sabés nada. Estabas en la enfermería por culpa de esos retorcijones. Perdoname, hermanito, fui yo el que te puse la purga para que no te volvieran loco a preguntas. Total, una cursiadera no mata a nadie. 
Vos cerrá el pico, hablá mal de mí, deciles que soy un guacho y que seguro afané. Pero no te pisés porque somos boleta. 
Esta carta te la lleva tu vieja el domingo. Ella tampoco sabe nada. 

Quique


Señor Director:

Ante su falta de confianza perdí las esperanzas de que se haga justicia. Usted no cree en mi palabra y eso es lo único que tengo porque un verdadero macho no anda botoneando sus entreveros con las polleras. Yo no pude robar en el almacén porque a esas horas estaba encorsetado en mejores negocios.
Si no quiero pudrirme en la gayola, no me queda otra que tomármelas.
Disculpe usted, no es nada personal.

Enrique Sánchez
Hijita de mi vida:

No te asustes cuando te llamen de la cárcel para decirte que escapé. Es cierto. Pero ya me voy a arreglar para darte señales.
Quiero que sepas que yo no soy un chorro, nunca robé nada a nadie. O a lo mejor sí.
Escuchá: desde que murió tu vieja yo anduve solo y hecho pelota. Hasta que otra mujer me entusiasmó demasiado. Y aunque era prenda ajena, el indio fue más fuerte. 
Así nos acollaramos y no pudimos parar, aunque el peligro era mucho. 
La cuestión es que el día del asalto yo estaba con ella, pero no puedo desembuchar porque eso no es de hombre y segundo, porque ella vive en la casa del director de la cárcel.

Tu viejo 

MEMORIA DE LA LUZ



Desde la proa inoportuna del silencio
parpadean exhaustos los pájaros del alba
y el sol bosqueja tenues biografías
que la luz, memoriosa, multiplica en jazmines.
Lejanas profecías, allá en el tiempo y en los extramuros
protegen tu indefensa caricatura humana.
No, los sueños aciagos no podrán malherirte.
Tu júbilo paupérrimo te guarda,
y en humilde y solemne cercanía
hace la indagación de lo sagrado
como quien sintetiza una fogata en la vida de un fósforo.
No elevarán los estandartes negros
sobre tu mínima presencia carcomida
y buscaremos en los evangelios
la respuesta final y la estrategia.
No será en vano este dolor plural y fehaciente.
No será en vano el llanto.
Ni la muerte.
©Olga Liliana Reinoso

 Foto: MEMORIA DE LA LUZ

Desde la proa inoportuna del silencio
parpadean exhaustos los pájaros del alba
y el sol bosqueja tenues biografías
que la luz, memoriosa, multiplica en jazmines.
Lejanas profecías, allá en el tiempo y en los extramuros
protegen tu indefensa caricatura humana.
No, los sueños aciagos no podrán malherirte.
Tu júbilo paupérrimo te guarda,
y en humilde y solemne cercanía
hace la indagación de lo sagrado
como quien sintetiza una fogata en la vida de un fósforo.
No elevarán los estandartes negros
sobre tu mínima presencia carcomida
y buscaremos en los evangelios
la respuesta final y la estrategia.
No será en vano este dolor plural y fehaciente.
No será en vano el llanto.
Ni la muerte.
©Olga Liliana Reinoso

viernes, 9 de agosto de 2013

ROMANCE PARA MI TIERRA


 Foto: ROMANCE PARA MI TIERRA

Comarca de los olvidos
tierra desesperanzada
hecha un despojo la historia
llora su tristeza blanca.
Soles tímidos y atlánticos
amanecen la montaña
y hay un aleteo de escarnio
en las tinieblas del alma.
No tienes paz, ni la sabes
en tu antagónica entraña
pero un preludio de olivos 
escala por tu esperanza.
Mujer que ha  parido engendros
y criaturas sacrosantas
¿cómo amamantan tus pechos
 a los fuegos y a la escarcha?
Dicen que dicen las horas
que tu camino se ensancha
aferrado a las estrellas
de una Cruz del Sur que clama.
Gallarda coquetería
de doncella mancillada
te resistes en la sombra
de esta soledad macabra.
Pero fiel a tu destino
que es de laurel y es de nácar
enarbolas tu bandera
sobre el mástil de la pampa
y aguerrida y jubilosa
como un coro de muchachas
resucitas en el canto 
y en el color de la patria.
 
©Olga Liliana Reinoso


 
Comarca de los olvidos
tierra desesperanzada
hecha un despojo la historia
llora su tristeza blanca.
Soles tímidos y atlánticos
amanecen la montaña
y hay un aleteo de escarnio
en las tinieblas del alma.
No tienes paz, ni la sabes
en tu antagónica entraña
pero un preludio de olivos
escala por tu esperanza.
Mujer que ha  parido engendros
y criaturas sacrosantas
¿cómo amamantan tus pechos
 a los fuegos y a la escarcha?
Dicen que dicen las horas
que tu camino se ensancha
aferrado a las estrellas
de una Cruz del Sur que clama.
Gallarda coquetería
de doncella mancillada
te resistes en la sombra
de esta soledad macabra.
Pero fiel a tu destino
que es de laurel y es de nácar
enarbolas tu bandera
sobre el mástil de la pampa
y aguerrida y jubilosa
como un coro de muchachas
resucitas en el canto
y en el color de la patria.

©Olga Liliana Reinoso

miércoles, 7 de agosto de 2013

No puedo ser feliz




Me pedís que sonría
que disfrute
que olvide mi pasado
y sus injurias.
Ojalá yo pudiera complacerte.
Pero tengo una cruz marcada a fuego
que se esconde de a ratos
y luego reaparece
con más furia
convirtiendo al pasado
en un presente arduo e infinito.
No puedo ser  feliz
es mi condena.
Los roedores del abandono
tatúan el miedo en mis escombros
parten en mil pedazos la esperanza
y me agobian
hasta hacer una hilacha con mi vida.
Juegan con ella
la mordisquean
la exponen a los vientos impiadosos
clavan su estupidez
entre mis ojos
para impedirme ver
las cosas buenas.
Tengo ceguera parcial.
Ni los paisajes ni los besos ni el amor.
Sólo veo la grieta de mi corazón
y su sangre que fluye lentamente

para vaciar mi cauce.
Foto: Me pedís que sonría
que disfrute
que olvide mi pasado
y sus injurias.
Ojalá yo pudiera complacerte.
Pero tengo una cruz marcada a fuego
que se esconde de a ratos
y luego reaparece
con más furia
convirtiendo al pasado
en un presente arduo e infinito.
No puedo ser  feliz
es mi condena.
Los roedores del abandono
tatúan el miedo en mis escombros
parten en mil pedazos la esperanza
y me agobian
hasta hacer una hilacha con mi vida.
Juegan con ella
la mordisquean
la exponen a los vientos impiadosos
clavan su estupidez 
entre mis ojos
para impedirme ver 
las cosas buenas.
Tengo ceguera parcial.
Ni los paisajes ni los besos ni el amor.
Sólo veo la grieta de mi corazón
y su sangre que fluye lentamente
para vaciar mi cauce.


lunes, 5 de agosto de 2013

LA NOCHE



La noche no es solo noche, puede ser la cercelera
de todos los sentimientos que mi corazón espera
no hay noche como tus ojos, aguda noche certera
que me mata, me corroe, me lastima, me lacera.

Alguna vez creí eterna la sonrisa de tu día
pero fue solo una farsa, una inútil utopía
una trampa de mis ojos, de mi estúpida miopía
que en realidad no miraba y con el alma veía.

Ahora lloro y me pregunto cómo seguir adelante
sin la luz de tu sonrisa ni tu abrazo avasallante.
Por qué te fuiste tan lejos de mi cariño anhelante;

asesinaste el pasado sin un mísero atenuante.

Foto: la noche
La noche no es solo noche, puede ser la cercelera
de todos los sentimientos que mi corazón espera
no hay noche como tus ojos, aguda noche certera
que me mata, me corroe, me lastima, me lacera.

Alguna vez creí eterna la sonrisa de tu día
pero fue solo una farsa, una inútil utopía
una trampa de mis ojos, de mi estúpida miopía
que en realidad no miraba y con el alma veía.

Ahora lloro y me pregunto cómo seguir adelante
sin la luz de tu sonrisa ni tu abrazo avasallante. 
Por qué te fuiste tan lejos de mi cariño anhelante;
asesinaste el pasado sin un mísero atenuante.

miércoles, 31 de julio de 2013

PARA MI NIETO


En el muelle te aguardabaFoto: PARA MI NIETO
En el muelle te aguardaba
con barquitos de papel.
Con tu hermosura soñaba*
bravo y bello timonel.
Con barquitos de papel
navegué con terquedad.
Bravo y bello timonel
sólo tu risa es verdad.
Navegué con terquedad
en un río sin color.
Sólo tu risa es verdad
dentro del mundo traidor.
En un río sin color
tu abrazo me coloreaba
Dentro del mundo traidor
en el muelle te aguardaba.
con barquitos de papel.
Con tu hermosura soñaba*
bravo y bello timonel.
Con barquitos de papel
navegué con terquedad.
Bravo y bello timonel
sólo tu risa es verdad.
Navegué con terquedad
en un río sin color.
Sólo tu risa es verdad
dentro del mundo traidor.
En un río sin color
tu abrazo me coloreaba
Dentro del mundo traidor
en el muelle te aguardaba.

Foto: PARA MI NIETO
En el muelle te aguardaba
con barquitos de papel.
Con tu hermosura soñaba*
bravo y bello timonel.
Con barquitos de papel
navegué con terquedad.
Bravo y bello timonel
sólo tu risa es verdad.
Navegué con terquedad
en un río sin color.
Sólo tu risa es verdad
dentro del mundo traidor.
En un río sin color
tu abrazo me coloreaba
Dentro del mundo traidor
en el muelle te aguardaba.