Como un dragón
se encendieron los fuegos mitológicos
y se aguaron los hielos
para parir un río de palabras
ondulantes, bravías
que apagaron la sed
de febriles muchachos vagabundos.
ese cielo incomprendido
adonde, menesterosos,
llegaron los tangonautas
usurpadores de un fueye
que nos destiñó hasta el alma.
Noche de sexo oral
hablar de sexo
para sentirnos menos fracasados
y no beber la última gota ciega
de una botella asesinada.
Ir a la playa
desnudos de estrellas
y sepultar la arena entre las manos
con el último aborto de estos versos.
Llorar
hasta ser un mar humano.
Ruborizar fogatas trashumantes
y en el compás de la última mirada
morir de amor
de amor correspondido.
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