domingo, 27 de diciembre de 2015

Tríptico

I
He probado el sabor hiriente
- apenas un pellizco -
y toda yo me convertí
en una estatua de sal.
Tan insondable
como aquella.
II
Valió la muerte
esa palabra seca
como una rama que tirita.
La vomitó mi boca
en medio de ese estrépito
que forma el coro
de los mentirosos.
La pronuncié, la deletreé.
Y me clavaron el puñal.
III
Nunca seré obediente
aunque me mires
con el taladro de tus ojos.
Aunque me dejes sola
en el océano.
Aunque mi castillo de naipes
tenga el hedor
del sótano.
No podrás travestir
al demonio enlutado,
mientras surca la noche.

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