domingo, 16 de agosto de 2009

Espejo universal

La poesía de Sergio Rossini: Espejo Universal

El que escribe en prosa, edifica su templo a la Fama con desechos.
El que escribe en verso edifica con granito.
Charles Bukowski

Hace más de 20 años que conozco la obra poética de Sergio Rossini, desafortunadamente inédita en casi su totalidad. Por eso, ante esta posibilidad de difusión que con tanto acierto nos ofrece la Universidad de La Pampa en forma mancomunada con la Subsecretaría de Cultura de la provincia, me pareció oportuno y, si me permiten, un pequeño acto de justicia, develar ante ustedes el lirismo de este autor píquense, mucho más conocido por su trayectoria periodística desarrollada y ejercida en diferentes medios gráficos, radiales y televisivos.
En un país como el nuestro, con industrias culturales incipientes, y en un mundo globalizado donde las relaciones se tornan confusas y masivas, la publicación no está directamente relacionada con el objeto libro, como muchas veces se suele pensar. El libro es un fetiche de una sola cara: la que representa el esfuerzo y el trabajo del escritor, y el fruto de su propio dinero.Las áreas de distribución, prensa, difusión, crítica, encuentro con el público, son limitadas, cuando no inexistentes, y muchas veces también recaen en el propio autor que se enfrenta a ellos desde cero, en soledad y sin preparación. Por eso es de valorar tanto este espacio que nos brindan, ya que para el poeta publicar es primero socializar su voz.

Por eso, supuse que no era desatinado consultarlo como fuente cercana y fidedigna. Así fue como le pregunté por qué escribía y por qué escribía poesía. Me respondió: “Me inicié como lector mucho antes de llegar a tener la curiosidad primero, y la pretensión después, de producir textos propios (…) En mi breve e incompleta trayectoria universitaria, conocí a muchos estudiantes que también querían ser escritores, y llegué a conocer personalmente a algunos autores nacionales. Y a lo largo de los años, conforme iba encontrando la forma de decir lo que quería decir, también empecé a preocuparme menos primero, y a despreocuparme después, por la forma que tomaran finalmente esos escritos.
En un pasillo de la Facultad de Filosofía y Letras el profesor Delfín Leocadio Garasa un día calmó parte de mi ansiedad por la ubicación de aquellas tempranas redacciones en alguno de los géneros literarios canónicos. Me dijo “usted escriba, serán otros los que clasificarán lo que usted haga”.
Luego citó un fragmento de Rainer María Rilke en sus “Cartas a un joven poeta” del que extraje lo siguiente: “Sálvese de los motivos generales yendo hacia aquellos que su propia vida cotidiana le ofrece; diga sus tristezas y sus deseos, los pensamientos que van pasando y su fe en alguna forma de belleza. Diga todo eso con la más honda, serena y humilde sinceridad, y utilice para expresarse las cosas que lo circundan, las imágenes de sus ensueños y los temas de su recuerdo. Si la vida cotidiana le parece pobre, no la culpe, cúlpese usted; dígase que no es bastante poeta para suscitar sus riquezas. Para los creadores no hay pobreza ni lugar pobre, indiferente.”
Finalmente, Rossini afirma que escribir poesía fue, en un primer momento, un desafío. Luego, un modo de expresar emociones y desde hace algunos años, se traduce en el placer exquisito de enhebrar las palabras hasta llegar a una forma de decir que lo sorprende en el final del texto” (fin de la cita)
Igual que todas las artes, la poesía es tan difícil de definir como los sentimientos que evoca, por lo que las siete acepciones que propone el Diccionario de la Academia parecen insuficientes para tener una noción clara de este arte. Contribuyen a esta confusión las mutaciones que ha sufrido a lo largo de la historia el propio concepto de creación poética, como podemos observar desde los tiempos de la palabra griega poiesis, derivada de un término tan genérico como poiein ‘hacer’.
En efecto, para Aristóteles, toda creación intelectual era poiesis, por oposición a praksis, que era la acción. Para Heródoto, era el arte de componer obras poéticas, y Platón decía que las dos artes poéticas eran la tragedia y la comedia. En francés, poète se registraba ya en 1155. En español, el primer gran poema épico es el Cantar de Mío Cid, pero la palabra poesía no aparece documentada hasta el siglo XIII, cuando fue usada en el libro anónimo Los siete sabios de Roma.
Creo que estamos en condiciones de afirmar que la poesía es la manifestación de la belleza o del sentimiento estético a través de la palabra. Y que usa elementos de valor simbólico e imágenes literarias que necesitan un lector activo para decodificar el mensaje, porque la poesía se hace al leerla y al escribirla. Como el trabajo del obrero, el trabajo de parto o el trabajo del sueño, y como tantas otras cosas a las que damos valor, la poesía lleva un trabajo, aquella fuerza que realiza una transformación.
Muchas veces se toman como sinónimos poema y poesía, pero en realidad el poema es una composición literaria que pertenece al ámbito de la poesía y entre los poemas, el más subjetivo es el lírico, ya que en éste, el poeta suele aparecer dentro del texto. Y por medio de ciertas formas literarias, el escritor nos muestra su personalidad o mundo interior. Si bien los autores suelen estar influenciados por la tradición cultural de la región donde viven, la poesía puede ser universal y tratar temas comunes a todo ser humano. Tal es el caso del escritor que hoy nos convoca, cuya poesía conserva del romanticismo la exaltación del “yo”, del simbolismo, un verso envuelto en niebla con un nuevo enfoque subjetivo de la realidad y del modernismo, las metáforas audaces, el oxímoron o la sinestesia.
Ejemplifico:
“…Apenas cabe un pájaro en su espalda
Y es oscuramente bella la vida en su cuello de soplo de niebla…
…Por la sola invocación de su mirada
-puñal de luna ensombrecida y asombrada
Las palabras sobran y callan las mentiras…
…Su olor azul me despertó para recordar que hay
…un inventario colosal de vientos, mareas y lunas en cuartos que crecen (…)
(Extrañas manos, Rossini, 1997)
El poeta madrileño Luis García Montero, en una entrevista realizada por Víctor Lerena, afirma que la emoción íntima que merece la literatura no se puede perder, y le parece consecuente encarnar en la poesía un ámbito de resistencia, coincidiendo con nuestro poeta Juan Gellman, quien declaró que “la poesía es un acto de resistencia frente al envilecimiento de los pueblos”. Agrega, Gellman, que escribe por necesidad y una confianza de que algún día las cosas van a mejorar porque la existencia del arte es un hecho favorable a la historia; la creación de belleza y de cierta verdad, cuando uno lee poesía, provoca una especie de encuentro y de consuelo porque uno piensa que a pesar de tantas catástrofes, la creación no se ha interrumpido. A propósito, Rossini también hace referencia a la “humanización a través del arte”. Escuchemos su voz: “En esa cuestión opino que ciertas semillas prosperan en algunas tierras y en otras simplemente se extinguen. El impacto y las consecuencias de las palabras en cada persona varían de acuerdo con el origen de esas palabras y de las condiciones en que las recibe cada uno. Y es tan cierto que algunas formas de decir son de tal belleza y precisión que parecen piezas de orfebrería, como cierto es también que para muchísima gente la vida podría transcurrir sin inquietarse si esas palabras faltaran o no llegaran a conocerlas nunca. Desde Ungaretti a Borges, desde los poetas japoneses a García Lorca, y solo por mencionar algunos puntos de referencia, miles de personas han sentido la emoción, o llegaron a un mejor conocimiento de sí mismas y de sus modos de estar en la realidad. Desde el fervor que despiertan esos momentos de indescriptible plenitud alcanzados con cada nuevo conocimiento, muchos llegaron a postular la inmensa empresa de cambiar la sociedad a través del arte. (…) De modo que cuando se sigue el camino de alguna de las artes se debe ser fiel, perseverante y consecuente, (…) hasta lograr la mejor expresión posible de cada uno, en su oficio creativo.”
Se dice que la poesía es poco frecuente, pero no extraña ni extravagante, ya que representa a cualquier ser humano que se atreve a reivindicar su propia conciencia para hacerse dueño de sus opiniones. Los lectores de poesía son lo menos oficial del mundo, es gente orgullosa de sus gustos y consciente de que nadie escribe de la nada, sin embargo cada autor puede hacer nuevos aportes cuando encuentra su propia manera de decir las mismas cosas.
Observemos este paralelismo:
Vivos, apenas, de instante en instante
Un momento para escuchar y una sola oportunidad para aprender
Un momento para amar, si es que el amor existe
Y otro momento para extinguirnos.
(No es posible, Rossini, 2001)

Cada uno está solo en el corazón de la tierra,
Traspasado por un rayo de sol:
Y enseguida atardece.
(Salvatore Quasimodo, 1943)
Dos maneras de decir, dos épocas, dos autores y el mismo tema: la fragilidad humana, la finitud de nuestra existencia y la soledad intrínseca, ancestral.
Pese a todas las afirmaciones que se fueron vertiendo: conceptos realmente válidos, sigo pensando que no hay nada más inextricable e indefinible, más subjetivo e íntimo que la poesía.
Por lo tanto, el análisis de una obra poética no puede ser objetivo, sino que debe partir de la propia vivencia experimentada frente a esa obra.
La poesía de Rossini es autobiográfica desde la mayor ingenuidad, ya que en el poeta coexisten una persona y otro, “el yo lírico”, que escribe, alguien a quien no se conoce bien, que está en el fondo.
Ese otro que habita en las profundidades de Sergio Rossini atraviesa al lector, lo increpa, lo interpela, lo pone frente a un espejo impiadoso.
Su poesía es un largo y doloroso insomnio colmado de preguntas sin respuesta.
Hay un hombre peleado a muerte con el sueño. / Insomne, escucha el viento. / Lo acribillan las imágenes de su vigilia. (En la noche profunda, Rossini, 2001)
¿Será aquel, nuestro recuerdo, un espejo? / ¿Una trinchera, quizá, donde se combata y se defienda lo que exista de digno y noble en cada uno? / ¿O será esa marca un corte siempre sangrante en la memoria de varios, de muchos, de todos quienes hoy reciben nuestra voz y disputan nuestro tiempo? / ¿Seremos, en definitiva, apenas la estela difusa de un sueño dulce y bueno o –calamidad de calamidades- será esa nuestra marca una horrible cicatriz que otros aborrecerán con la mirada esquiva? (No es posible, Rossini, 2001)
Porque de eso se trata, de una búsqueda incesante. Un poeta escribe por la falta, por la carencia. La completud atenta contra la poesía, pero sabemos bien que esa completud es apenas una utopía. ¿Y para qué sirve la utopía? interroga Eduardo Galeano. Para seguir caminando. O en este caso, para seguir creando, que es una forma de avanzar.
No sabrás que estoy solo porque esta soledad no se nombra
No se habla, no se dice (No sabrás, Rossini, 1997)
Rossini escribe sin saber, escribe para saberse, para conocer su verdad, que no tiene límites geográficos, ya que no se observan referencias lugareñas, por eso se universaliza.
Si yo tuviera que buscarle un encuadre espacial, desde mi subjetividad de lectora profundamente conmovida, me animaría a decir que esta poesía está situada en medio del desierto: por su infinitud, su desolación, la desgarrante soledad sin asideros, el viento del desahucio. Y la arena que ciega los ojos y hace trastabillar al andante.
Esta literatura que hoy estoy decodificando es un espejo de la inequívoca soledad humana, frente a la cual no hay excusas posibles.
Ahora la soledad es tan grande que sólo se mide en la vastedad de un lunar de tu pecho, desterrado de mis manos de hombre que escribe. (Seguramente, Rossini, 1997)
Los momentos de amor son sólo enmiendas para el alma, que generan la falsa ilusión de que nuestra sombra puede multiplicarse. Caminar un trecho en compañía no es paliativo para nuestra esencia intrínsecamente solitaria.
Se deshace el amor, se extingue. Se desvanece. Un día se desmaya para siempre. (Se deshace el amor, Rossini, 2008)
Un día miramos a nuestro alrededor y algo, innombrable, se llevó el afecto que teníamos o nos tenían. Y quedamos solos, impregnados de una terrible falta de amor muy contagiosa. (II, Rossini, 2009)
Por eso somos seres gregarios, porque no soportamos ni nos resignamos a la soledad y en la búsqueda de un sentido para nuestra existencia, siempre está la presencia del otro. Así es como el yo lírico de Rossini escribe para la segunda persona, para un tú que no es identificable, puede variar o ser el mismo. No importa: el destinatario siempre es el otro. Ya que el arte todo es pura comunicación. No existe obra de arte si no la completa la interpretación, la lectura, la mirada, el corazón del otro donde se producirán los cataclismos que la sensibilidad de cada uno se atreva a exteriorizar.
Al final de la entrevista, Rossini expresa: “Es lícito y digno soñar con que los escritores tengan cada vez más lectores en el mundo entero, y así, desde millones de alma inspiradas y sostenidas por el amor a la vida, sea cada vez más fuerte y mejor la resistencia frente a los especuladores y los asesinos de todo signo y partido. Larga vida, entonces, a los poetas y a la Poesía.
Como conclusión quiero decir que la poesía es tal vez el género literario más esencialmente humano y, por qué no, también el más democrático, porque no admite prioridades de ninguna clase, da lo mismo que el poeta sea mujer u hombre. Fíjense en lo que decía Saint John Perse: La poesía es una forma de vida, una forma integral de vida, el poeta existió entre el hombre de las cavernas y existirá entre los hombres y mujeres de la era atómica, porque el poeta es una parte inherente del ser humano.
Desmitifiquemos entonces aquello de que la poesía es elitista, es para pocos. En todo caso, es para pocos porque son pocos los que se atreven a sumergirse en sus aguas.
Por eso, ahora Sergio y yo los convidamos con estos poemas:
Para animarnos.

Olga Liliana Reinoso


BIBLIOGRAFÍA

· Historia de la Literatura Mundial, Martín Alonso Pedraz, Edaf, Madrid, 1979
· El taller de los escritores, recopilado por Francis Amalfi, Editorial Océano, S.L., Barcelona 2005
· Obra inédita de Sergio Rossini
· La fascinante historia de las palabras, Ricardo Socas.
· Publicar hoy, R. Freschia
· Entrevista a Juan Gellman, Diario Clarín, Sección Sociedad, domingo 19 de julio de 2009
· Guía para la creación literaria, Marcelo Di Marco, Sudamericana, Buenos Aires, 1998
· Entrevista a Sergio Rossini por Olga Liliana Reinoso, General Pico, Julio 2009

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