viernes, 5 de agosto de 2011

HABITANTE


Esta tristeza agobia
y entumece
pega un salto mortal
hace malabarismos
con mis gotas inhóspitas de sangre
recoge las frazadas
practica la eutanasia
enreda mis cabellos
con un silbo de arpegios
en invierno.
Esta tristeza tiene un lugar privilegiado
entre las migas que hay en mi bolsillo
y su hojarasca salpimienta de ocre
la fábula inmoral de mi sonrisa.
Es el vestido que luzco en las mañanas
cuando, escondida de los otros,
muero.
Mueren mis ganas de vivir
mueren mis fuerzas
el universo con que adoro al sol
se muere.
Y quedo genuflexa
frente al rostro puntual de la miseria
sin el licor amniótico del beso
o la turgencia de un jazmín del aire.
Está en mi piel
en mis ojeras rubias
en la palpable cruz de los adioses
y en la pregunta retórica
del satélite ancestral.
No puedo erradicarla:
la torturo
clavo alfileres en sus fotos sepias
danzo y canto mortuorias sensaciones
pero ella sobrevive a cada intento.
Y es tan hábil tan licenciada en subterfugios
que nadie cree que me habita.
Siempre.

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