jueves, 7 de junio de 2012

MARÍASELVA



Cuentan que MaríaSelva no teme envejecer porque siempre festejó su cumpleaños como si fuera un ritual de confituras perfumadas y fiesta pueblerina.

Los memoriosos que aún sobreviven en aquel paraje relatan con nostalgia aquellos días que se iniciaban con una semana de anterioridad en la cocina de la madre, entre bombas de crema, masa hojaldre, dulce de leche casero para rellenar los “cañoncitos” y que culminaban con una olla inmensa, de acero luminoso, que portaba como un ungüento milagroso el chocolate humeante.

Durante la mañana del día preciso –nunca antes ni después- las familias completas despertaban al tronar de las bombas de estruendo. Era también la fiesta de la patria. Y eso la marcó a fuego a MaríaSelva.

Yo pude conocerla de algún modo. Y digo de algún modo porque ella era tan impenetrable como su nombre, a pesar de las alas desplegadas, de su vuelo de pájaro confiado, de sus ojos ilustres como una biblioteca y su risa fecunda y cantarina. Ella guardaba en ignotos paisajes los rumores de un viento silencioso, una lágrima oculta en el reverso de su mirada y el embrión de una pena insondable.

Lo supe con el tiempo, cuando la había perdido. Y supe, también, que ahí estaba la causa. Porque ella siempre fue virgen, nació y morirá siendo virgen, inexplorada, como un planeta desconocido de cualquier galaxia, a pesar de los amores malogrados o de los que llegaron al pináculo. MaríaSelva era inaccesible, por eso siempre estuvo sola.

A veces me pregunto si no fue el egoísmo lo que guió sus pasos por esos intrincados pasadizos del miedo y las ausencias, si tan celosamente guardaba su secreto que jamás quiso abrirlo y compartirlo.

No lo sé, y me preocupa. Porque ambos caminamos aún por estos mundos y yo nunca he perdido la esperanza de encontrarla de nuevo. Y esta vez ya cazarla, así, con z, como a una presa difícil y saltarina para guardarla en una jaula de oro y sentir que he logrado el mayor de los trofeos. Sí, ya sé que la bestia machista me aflora pero cuando uno tiene una obsesión creo que es capaz de usar todos los recursos.

Pero volviendo a ella, ¿cómo era? ¿Linda? ¿Sensual? ¿Atractiva? No a simple vista, había que adentrarse en su geografía para entrever la verdadera esencia. Y eso ya representaba un cancerbero del tesoro. Mujer ambigua e inestable en la belleza externa, a veces su mirada parecía un túnel lleno de promesas y otras veces, sombría, no se diferenciaba de las muchachas poco agraciadas y vulgares que buscaban incesantes su compañía, pero morían de envidia ante la luz privilegiada de su mente.

Tuvo que irse del pueblito de provincia, fue un mandato genético e insobornable. Abandonar los rostros rutinarios y las calles familiares para expandir aquel espíritu rebelde que le ganó enemigos e incomprensión a destajo.

Como en las épocas terribles de la inquisición, la tildaron de bruja y más de uno deseó quemarla en la hoguera. Fue perseguida y calumniada. La repudiaron y negaron, pero ella, más ave Fénix que nadie, resurgía, siempre resurgía.

Yo seguía sus pasos en silencio, a través de los diarios o de algún comentario no siempre bien intencionado de viejos conocidos. Muchas veces pensé en socorrerla, en brindarle mi apoyo. Pero siempre terminaba pensando que ella no me necesitaba. Y que, además, nada podía hacerse para modificar ese destino tan fatal como glorioso. Reconozco que fui cobarde. O tal vez fue el despecho. Pero no hice ningún mérito para diferenciarme del resto, ni mi amor fue tan grande como para vencer los prejuicios.



Hoy volví a verla. Y dudé. El tiempo había sido impiadoso con su cuerpo. Pero cuando la escuché hablar y reírse comprendí que su secreto estaba intacto.



Anoche íbamos a dormir juntos. Después de tanto peregrinar pensando en esa mujer inextricable y misteriosa, había logrado romper el maleficio de los desencuentros y ya nada podría separarnos. Seguiremos festejando cumpleaños, aquí o en cualquier parte, para honrar su juventud que ahora también será mía.

Pero la traición es un pecado que se paga caro. Nunca llegó a mi puerta. Hoy leo en el diario que se suicidó.

Y su secreto está definitivamente a salvo.

©Olga Liliana Reinoso

1 comentario:

Bienvenida. Te deseo mucha suerte.