jueves, 29 de noviembre de 2012

antología de café


BURBUJA

Calidez y deleite:
ver el paisaje humano
detrás de los vidrios de un viejo café.
Del otro lado, el mundo
se desangra, se insulta, se acelera.
Yo me refugio en la burbuja,
sin tiempo y sin lugar,
envuelta en vahos y sabores.
Esa tinta espumosa
recorre los meandros de mi sangre
y vuelve en soliloquios
que danzan sobre el papel
Las horas no deambulan
cuando escribo en la mesa.
Solo mi loca pluma se desliza
y mis ojos otean los caireles
hasta encontrar esa palabra
 
que se niega, que se esconde,
y que al final me toma por asalto
en un suspiro de placer.

EL CAFÉ DE UNA ESQUINA CUALQUIERA

Refugio que convoca
para avivar una luz verde
 
y escaparse del vértigo.
En su taller improvisado nacen
los primeros colores.
Allí van las musas
a coquetear con los poetas.
Y desde el fondo del pocillo,
un tango duende nos silba amaneceres.
Allí volvemos a sonreír
a quemarropa,
y retomamos la intimidad de los susurros
en cada confesión.
 Antes
colgamos la rutina en el asfalto
para salir a escena sin disfraz.
Entre el aroma del café y el cigarrillo
la ciudad se confunde con su gente.
Se humaniza. Llora su desamparo.
Inventa un psicoanálisis.
Y nos pide un minuto de silencio.                                           
Foto: EL CAFÉ DE UNA ESQUINA CUALQUIERA

Él está siempre a mano
para encender una luz verde a la locura
y escaparse del vértigo.
En su taller improvisado es donde nacen
los primeros colores.
Allí van las musas
a coquetear con los poetas.
Y desde el fondo del pocillo
un tango duende nos silba madrugadas.
Allí volvemos a sonreír
a quemarropa
y retomamos la intimidad de los susurros
en esas confesiones sin retoque.
Antes de entrar
colgamos la rutina en el cordón
para salir a escena sin disfraz.
Entre el aroma del café y el cigarrillo
la ciudad se confunde con su gente.
Se humaniza. Llora su desamparo.
Inventa un psicoanálisis.
Y nos pide un minuto de silencio.
©Olga Liliana Reinoso

ORÁCULO

Miro la borra de café
y te miro.
Solo agoreras formas del adiós hay en tus ojos.
Las palabras sollozan silenciosas
en la mesa de al lado.
Yo sigo viendo el oráculo de ébano.

Vos te sacás la alianza,
pagás a la camarera
y te perdés en el Leteo de la calle.
Yo pido otra taza espumosa
 
de veneno.
Sin azúcar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Bienvenida. Te deseo mucha suerte.