sábado, 20 de diciembre de 2014

Ahorcar el miedo

Se desdobla, se desdibuja, vulnerable ante la manipulación de ese amor/desamor nefasto.
Necesita reencontrarse, pero sola no puede. Está pidiendo ayuda, mas sus gritos se evaporan, caen al vacío y, como copas de cristal de baccarat, se convierten en fino granizo que daña más todavía los tiernos brotes de su ingenuidad.
Cuando se mira en el espejo no puede verse, se ha vuelto fantasmal, la sombra de otra sombra siniestra.

Quiere morir, desaparecer del todo. Pero el hijo late, empuja, patea, le toca el corazón. A su impulso, ahorca el miedo con ambas manos y sale a beber la mañana.

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Bienvenida. Te deseo mucha suerte.