Todavía conservo algunas viejas costumbres
como escribir a mano.
Sobre todo, en los días en que me siento gris.
Y llovizno finito
para que no lo adviertan.
Esos días escribo poemas
y practico la dulce manuscrita
de mi primer cuaderno.
Esa de cuando era una niña tan ingenua
que mi mayor dolor
era un rasguño en la rodilla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Bienvenida. Te deseo mucha suerte.