
lunes, 29 de junio de 2009
traducción

sábado, 27 de junio de 2009
sábado, 20 de junio de 2009
HOMENAJE A CAMUCHA
jueves, 18 de junio de 2009
Para que todo se solucione muy prontico
Enviado por Belén, que está en 5º de Psico

Los psicólogos... No estudian, subliman.
No cambian de idea, resignifican.
No hacen disparates, despliegan su creatividad.
Los Psicólogos no hablan, verbalizan.
No conversan, puntualizan.
No responden, interpretan.
No dicen boludeces, asocian libremente.
No putean, hacen catarsis.
No hablan por teléfono, se comunican de inconsciente a inconsciente.
No son pesados, tienen una ligera compulsión a la repetición.
Los Psicólogos no resuelven sus problemas, elaboran sus conflictos.
No se enamoran, hacen transferencia.
No padecen la crisis, están atravesados por el malestar.
Los Psicólogos no tienen sexo... liberan la libido y disfrutan la vida !!!!
NO HAY QUE ENTENDER A LOS PSICOLOGOS HAY QUE AMARLOS, BENDECIRLOS Y SOBRE TODO DARLE GRACIAS A DIOS POR HABERLOS CREADO (BUENO HAY ALGUNOS QUE NO TENDRÍAN QUE ESTAR EN EL GREMIO…, ESOS DEBIERON SER ABOGADOS, MEDICOS, CONTADORES O MODISTOS JAJAJAJA)
Pero recuerden, ser tan cercano a la perfección tiene sus problemas...., así que los que no son psicólogos, comprendan a estas almas torturadas entre la genialidad y la incomprensión.
miércoles, 17 de junio de 2009
martes, 16 de junio de 2009
Enviado por Isabel Gorordo




La vida es algo así como un milagro. Cada segundo de tu vida es una maravilla casi increíble. Este mismo segundo está alimentado por esa luz tuya, la veas o no la veas. No otro segundo. Este mismo instante, vívelo; no lo mates con sonidos y palabras, no lo oscurezcas con pasado ni con futuro. No lo oscurezcas ni siquiera con la luz. No dejes por ninguna causa la oportunidad de vivir este instante. Ilumínate y Renace. Eres absolutamente capaz de hacerlo aquí mismo. No dejes ni un solo segundo vacío en tu camino luminoso hacia la luz.
MANUAL DEL HOMBRE NUEVO
rufegon
lunes, 15 de junio de 2009
MONÓLOGO

"Vas a cumplir medio siglo de vida y todavía no has descubierto que a pesar de los viajes a la luna, a pesar de las seis suites para chelo solo, a pesar de tantas glorias del alma, los seres humanos seguimos siendo iguales a los perros. Todavía soy consciente de cómo me miran los hombres (y algunas mujeres, por supuesto), de cómo me eligen a distancia y se abren paso en la muchedumbre y vienen hacia mí, y me saludan con un beso que a todo el mundo le parece convencional, pero que no siempre lo es. ¡Qué va! La mayoría lo hace sólo para olfatearme, como los perros de la calle, y las mujeres tenemos un instinto para soltarles a unos un olor que les dice que no, y a otros un olor que les dice que sí. Entre la gente que conocemos, aun entre los amigos más íntimos, cada mujer sabe quiénes son los hombres que sí. Es una comunidad unida por un pacto confidencial del cual nunca se habla, y quizás ni se hablará nunca, pero que está ahí, siempre alerta, siempre disponible, por si acaso.De manera que llegado el día no ha de faltar un hombre que me ame de sobra para despertarme de amor cuando me haga la dormida, para que tumbe la puerta del baño cuando lo esté haciendo esperar demasiado, para que no le asuste ser vampiro en una que otra luna, y que sea capaz de hacerlo donde sea y como sea y no siempre en la cama como los muertos. Que esté preparado para recibir la visita del Espíritu Santo en mitad del almuerzo, y que yo se lo vea en el fulgor de los ojos, y se me quite el hambre con un nudo en la voz, y tapemos los platos para que no se nos enfríe la comida mientras vamos al cuarto y volvemos. Un hombre que no deje de hacerlo conmigo porque se imagina que no quiero, sino que me obligue a querer hacerlo aunque yo no quiera, a todas horas y en cualquier parte, como sea y por donde sea, debajo de los puentes, en las escaleras de incendio, en el retrete de un avión mientras el mundo duerme en medio del Atlántico, y que aun en las tinieblas exteriores o en los finales más ciegos sepa siempre que soy yo la que está con él, y que soy yo y ninguna otra la única que fue mandada a hacer sobre medidas para hacerlo feliz y ser feliz con él hasta la puta muerte”.
2º Festival del Libro - Terminal de Ómnibus




domingo, 14 de junio de 2009
El Reino de Bluhú
sábado, 13 de junio de 2009
DÍA del ESCRITOR
Fue precursor de toda una generación de escritores argentinos. Como tal, fundó la SADE (Sociedad Argentina de Escritores).
(La auténtica defensa, diario de Campana,
Escribir un poema es simplemente un artilugio
para buscar respuestas que se persiguen desde el momento de nacer.
Pero el poema se vale del ardid de las palabras
y en lugar de respuestas
multiplica preguntas
las hace más hondas, más herméticas, más extensas.
Escribir un poema es como el deseo
no se puede extinguir, no tiene un final
porque si esto ocurre sobreviene la muerte.
Sin embargo, hay intervalos entre un poema y otro
y uno en su tremenda ignorancia
cree que sigue viviendo
cuando en realidad únicamente vive cuando escribe
y el tiempo infértil es sólo frases inconclusas
ideas que se alargan en eutanásicos puntos suspensivos.
Algo como una tregua
como una segunda oportunidad de duración efímera.
Uno, afortunadamente, está condenado de por vida
a someterse al pulmotor de un verso
y aunque a veces se distraiga o suponga
que es libre de respirar el aire en prosa
pronto comprenderá que la única libertad a la que accede
está en la incógnita fatal de la poesía.
LAS LUNAS DE LA BRUJA DE LAS PALABRAS
En su laboratorio de impensadas fragancias
urde brebajes dulces de metáforas
hierve a fuego muy lento las palabras
mezcla miel de vocales y consonantes.
Escribe y desescribe siempre el mismo poemalo quema, lo dibuja y lo vuelve a gestar
con máscaras distintas, con distintos matices
pero la misma pena e idéntico disfraz.
Cuentan los lugareños que es un fantasma errante
buscando por la tierra el poema inicial.
Dícese de la poeta: bruja de las palabras
planeta inexplorado con numerosas lunas
que rondan su cabeza de noches incontables
gimiendo, fustigando...
La luna primigenia rasga la gasa negra
con su rayo de plata demente y delator
y otras catorce lunas, marionetas descalzas
iluminan de a ratos la voz elemental.
Sigilosa aparece la última de las lunas
oculta en el gentío de la penumbra astral
y altiva y seductora se complace en el verso
que desata, lunática, esta bruja mortal.
viernes, 12 de junio de 2009
Para leer y escuchar




Mi libertad me ama y todo el ser le entrego.
jueves, 11 de junio de 2009
NARRACIÓN ORAL en el ICAS
“. . . cuento, porque los cuentos
van a salvar al mundo del olvido y de la soledad. . .”
Cuéntame Mucho I
Duración: Cuatro horas
Lugar: ICAS – Calle 19 Nº 681
Día y Hora: Sábado 20 – 9: 30 horas
El lugar, el público, el cuento y yo.
PRESENCIA ESCÉNICA
¿QUIÉN SOY?
¿QUÉ SOY?
¿DESDE DÓNDE CUENTO
LO QUE QUIERO CONTAR?
ACTITUD
¿CÓMO LO DIGO?
¿Cómo optimizo mi actitud escénica, para hacer atractiva la historia?
¿Dónde pongo el énfasis? ¿Cómo aprovecho los silencios?
¿Cómo compongo un personaje imaginario?
ESPACIO
¿DÓNDE ME PARO?
¿CÓMO ME PARO?
¿CÓMO ME MUEVO?
REPERTORIO
¿QUÉ CUENTO?
¿CÓMO LO ADAPTO?
El TIEMPO
¿Un aliado eterno o un enemigo mortal?
¡Cuentos con tango
Copla . . . y Olé!
Un cóctel explosivo de historias con TANGO Y POESÍA ESPAÑOLA
Con Textos Propios y de grandes autores
Dos estilos muy definidos
y dos maneras diferentes de escribir y de decir,
reunidos en un espectáculo que entretiene y conmueve
invitando a disfrutar
de los Cuentos,
de las Canciones,
del Humor
y de la Poesía.
La literatura y el entretenimiento entrelazados con temas como el amor, la pasión, la tragedia, el dolor, la alegría y la risa, se suceden a lo largo de las presentes historias, que nos brindan
Alejandra Oliver Gulle y Eduardo Chaves
Dos autores argentinos comprometidos con el valor social de la palabra, se presentan el viernes 19 en la sede del ICAS – 19 Nº 681 – a partir de las 20:30.
13, 14 y 15 de junio

Vengo a plantearles un pequeño enigma o quizás a hacer la pregunta del millón: ¿cómo podemos lograr contagiar a otros el gusto por la lectura?
Al partir de este interrogante doy por sentado que todos los aquí presentes somos lectores ávidos y comprometidos, además de generosos, por eso el deseo implícito de compartir con otros el placer que nos causa la lectura, aunque ésta sea una actividad mayormente solitaria, también es solidaria y hasta cómplice, porque uno quiere sumar adeptos no inocentemente, sino para que integren la cofradía y manejen códigos similares.
Desde ya que no tengo la respuesta a la pregunta inicial o al menos creo que no hay una única respuesta y mi propuesta es invitarlos a construir alguna de las variantes entre todos, cada uno aportando su experiencia y sus saberes.
Para eso será preciso hacer un acto de sinceramiento realmente ineludible para que el experimento tenga éxito. Es decir, el primer paso será confesarnos a nosotros mismos si realmente nuestro gusto por la lectura es genuino o no pasa de ser una farsa más de los habituales dobles discursos que nos recuerdan aquello de “Haz lo que yo digo pero no lo que yo hago”. Porque les aseguro que si no amamos apasionadamente la lectura y disfrutamos de los diversos mundos que ella genera, nuestra prédica será inútil y los resultados un verdadero fiasco, ya que en estos casos la transmisión pasa por el ejemplo y no por el más enfervorizado de los panegíricos. Nuestros destinatarios deben ver una actitud clara y contundente que no contradiga nuestras palabras si pretendemos sumar lectores.
Superado con éxito el primer escollo, convendría remontarnos al tiempo inicial de nuestro contacto con los libros. Tratar de reproducir sensaciones táctiles, olfativas, auditivas, visuales y afectivas que nos conecten con personas, momentos y lugares en los que fuimos descubriendo el gusto por leer. Tal vez esos recuerdos nos movilicen de tal manera que el contagio se produzca por generación espontánea.
Y aunque la cosecha nos parezca siempre magra, recordemos que de las semillas esparcidas algunas se perderán, otras caerán en el desierto o entre las piedras, pero siempre habrá alguna que germine y eso vale todo el esfuerzo. Ya que no podemos olvidar en qué sociedad estamos inmersos, cuáles son los vientos que soplan en medio de esta desolada post modernidad y que hoy los molinos de viento son más gigantes que nunca. Los enemigos contra quienes debemos enfrentarnos en esta quijotesca misión vienen engalanados en tecnología de punta, lenguajes icónicos y consumismo. En apariencia, esta batalla está perdida o al menos, corremos con todas las desventajas. Los jóvenes han sido subyugados por el hedonismo, las sensaciones virtuales y, lo que es mucho más grave aún, fueron despojados de la palabra. Esto no es casual ni ingenuo, forma parte de un plan perpetrado desde el oscurantismo del poder que quiere ciudadanos analfabetos para dominarlos sin problema. Recordemos que la palabra adicto, etimológicamente proviene del latín “addictus” que quiere decir adjudicado o heredado. Después de una guerra, los romanos hacían una subasta en la que regalaban esclavos a los soldados que habían peleado bien. Esos esclavos eran conocidos como “addictus”. Una versión psicoanalítica afirma que la palabra adicto proviene del prefijo negativo “a” y del latín dicto: dicho. Adicto es entonces quien no ha podido poner en palabras su angustia vital. Y esa castración verbal, como dice Ivonne Bordelois, deviene en violencia.
Por lo tanto nuestro rol de mediadores cobra una magnitud aún mayor y se convierte casi en una misión de los cascos azules: preservar la paz. Quién iba a pensar que la lectura es una herramienta para la paz. ¿O sí? ¿Lo habían pensado? Es que la lectura ayuda a fortalecer la identidad, a descubrir sentidos, a convertirnos en seres independientes con pensamiento propio. Y de ahí a convertirnos en subversivos –para las mentes fachitoides- hay un pequeño paso.
La lectura contribuye a la apropiación del lenguaje y sabemos que el dominio del lenguaje es también un pasaporte al reconocimiento social.
Si Borges, que produjo en su larga trayectoria verdaderas joyas de literatura universal y llevó nuestra cultura de los márgenes al epicentro, afirmó con maravilloso desparpajo que algunos pueden enorgullecerse de las páginas que han escrito pero él se enorgullecía de las que había leído, intuimos que la lectura es un bien muy preciado al que sería un pecado renunciar.
Alguna vez Virginia Wolf escribió:
“He soñado a veces que cuando amanezca el Día del Juicio y los grandes conquistadores, abogados, juristas y gobernantes se acerquen para recibir sus recompensas: coronas, laureles, sus nombres tallados de manera indeleble en mármoles imperecederos, el Todopoderoso se volverá hacia Pedro y dirá, no sin sentir cierta envidia, cuando nos vea llegar con nuestros libros bajo el brazo: Mira, ésos no necesitan recompensa. No tenemos nada que darles. Les gustaba leer.”
Si a lo largo de estos breves minutos he logrado transmitirles algo de la pasión que bulle en mí al referirme a los libros y a la magia que de ellos emana, seguramente la duda inicial seguirá irresoluta, pero intuyo que todos habrán percibido cuál es el camino a seguir.
sábado, 6 de junio de 2009
Primera Jornada de Narración Oral en el Consejo Superior de la UNLPam


En la oficina del Registro Automotor de la ciudad de Santa Rosa, la mañana del viernes transcurría normalmente.
En su escritorio impecable, estaba concentradísima Brígida Ordóñez: solterona, cuarentona y obsesiva con su trabajo.
De pronto, escuchó alguien que la llamaba.
Levantó la vista, interrogando a sus compañeros, pero nadie acusó recibo. Por lo tanto, continuó con su tarea, cuando nuevamente escuchó que la nombraban.
Visiblemente molesta, depositó sus anteojos sobre el escritorio, se paró con los brazos en jarra, miró detenidamente a cada uno y los increpó:
- ¡Chicos! ¿Ustedes me están tomando para el churrete?
Alguna risita sofocada resonó en el salón, alguien se encogió de hombros y el rebelde del grupo dijo:
- Epa, Brigi. ¿Qué onda?
Insatisfecha con la respuesta obtenida retomó su trabajo, acomodándose los lentes y el rodete.
Pero otra vez aquella voz la desconcentró. Entonces descubrió, al lado del teclado, una pena diminuta como una aspirineta, rosada e inocente, que le insistía:
- Tomame, Brigi, tomame. Dale, porfa…
Desconcertada ante la abrupta interrupción en su rutina, no supo qué hacer. Y decidió acudir a su amiga la todóloga, la Pocha Ramos. Le contó con lujo de detalles lo que estaba viviendo y Pocha, con suficiencia, le ordenó:
- Ni se te ocurra aceptar esa propuesta indecente. Y hacé desaparecer esa pena de inmediato.
Obediente, Brígida tomó cuidadosamente a la penita y la introdujo en un vaso con agua. Lo tapó con su mano izquierda y se dirigió al baño con premura.
El rebelde susurró:
- ¡Uh! Otra vez la colitis…
Brígida entró en los sanitarios con unción sagrada y arrojó velozmente el contenido en el inodoro. Para rematarla, apretó dos o tres veces el botón.
Después suspiró aliviada. Había ganado la batalla. Porque a las penas hay que ahogarlas de chiquitas.
Luis María estaba sentado en su escritorio, como todos los días, haciendo cuentas y más cuentas.
No podía equivocarse: el balance debía salir perfecto. Al día siguiente se realizaba la Asamblea y tenía que terminarlo esa misma tarde.
Estaba tan absorto en su trabajo que apenas alcanzó a oír una voz que lo llamaba.
Se dio vuelta buscando al emisor, pero nadie lo estaba mirando.
Creyó que sólo había sido producto de su imaginación, de modo que volvió a concentrarse en su trabajo.
Sin embargo, la voz insistió. Era una voz pequeña y quejumbrosa que parecía salir de la calculadora.
Le suplicaba que la tomara, que no la olvidara. Entonces, la reconoció.
Era su vieja pena, esa que retornaba cada tanto, cuando la ausencia de Laurita comenzaba a pesarle demasiado.
No veía la hora de juntar el dinero para el pasaje que lo llevara otra vez a los brazos de su amada.
La penita insistía. Rebotaba frente a sus ojos tristes, tentándolo.
Cuando estaba a punto de claudicar, tomó su tarjeta telefónica y discó los incontables números desde Europa hasta Argentina.
La voz de Laura respondió, refulgente.
Luis le habló de su pena y ella lo consoló con palabras cariñosas y besitos con ruido.
Cuando colgó el tubo, su cara había cambiado.
Buscó a la pena por todos lados para decirle que se fuera. La buscó entre los papeles del balance, las hojas de su agenda, las pilas de la calculadora. Y nada. La pena había desaparecido.
Porque no hay ninguna pena que sobreviva a las palabras de amor.