Hoy me hace falta un corazón multiplicado, tal vez un poco menos mío, es cierto –pero qué importa eso–; un corazón a flor de piel, palpable como la angustia, la pena, la alegría, o como el grito que se deja entrever en el silencio. Un corazón visible por la calle: entre mis brazos como un ramo de flores, entre mis manos como un fruto tierno; recuperarlo de su oscuro recinto, ya nunca más llevarlo adentro, para que cada uno pueda hallar en él una esperanza, un saludo de amigo, un motivo de aliento. Hoy me hace falta un corazón distinto. Un corazón vestido de overol. Un corazón que huela a tinta y papel nuevo. Un corazón musical como el viento. Un corazón amigo como un libro. Un corazón con gorra, como los camioneros. Un corazón sin saco ni corbata. Un corazón valiente, transpirado, como el de los mineros. Un corazón que sea el corazón de todos. Un corazón juguete para los niños pobres. Un corazón domingo para los jornaleros. Un corazón albergue para los malheridos. Un corazón reposo para los campesinos. Un corazón mañana para los que hoy trabajan. Un corazón refugio para los perseguidos. Un corazón pañuelo para todo el que parte. Un corazón consuelo para los doloridos. Un corazón blindado para el soldado anónimo. Un corazón cartilla para los que no aprendieron. Un corazón recuerdo para los olvidados. Un corazón ausencia para los que se fueron. Estoy necesitando un corazón casi infinito, a la medida de mi anhelo. Para dejarlo aquí. Para llevarlo allá. Para traerlo acá. Para dejarlo allí. Multiplicado corazón que busco dentro del corazón mío: un corazón sin raza, sin color, sin idioma, que sólo respondiera a la palabra hombre cuando se lo llamara. Un corazón total, ilimitado, enteramente abierto hacia la vida de los otros. Un corazón inmenso. De todo cuanto digo estoy seguro: hoy no me basta el corazón que tengo. Rubén Derlis
Nó sé cómo llegué a este sitio, y ahora en él me produce asombro ver publicado este poema que va ya para medio siglo de editado en libro y que los ha pasado largamente desde el momento en que fue escrito. Cosas de Internet y de internautas que nunca dejarán de asombrarme. Rubén Derlis (rubenderlis@gmail.com)
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