Antiguo resplandor de luminosidad bravía
que de lejos parece cintilar.
Solamente es estrella que murió
y sigue alumbrando en la mentira sideral del brillo.
Fuego de exhalación, pasadas glorias.
De tanto en tanto, una aurora boreal en la sonrisa.
Apenas son las luces de neón
y el calor moribundo
que ya no puede arder.
Simplemente simula,
por inercia,
que es un incendio difícil de apagar.
Adentro, muy profundo,
estalactitas crueles tejen su telaraña
y así se asfixia el corazón
con hipotermia.
Solo queda una cuenta por pagar
una eterna asignatura sin rendir.
El cansancio es más fuerte
y la rutina, un veneno letal,
lento y callado.
Sabe que cada amanecer es un cerrojo
que caminar es dar vueltas en círculo
sabe que solo resta reposar
con la mirada puesta en el poniente.
©Olga Liliana Reinoso
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