Domingo, 28 de noviembre de 2010
SOCIEDAD › OPINION
Cuando el silencio es violencia
Por Bernarda Llorente y
Claudio Villarruel *
Este jueves 25 de noviembre, Telefe recibió otro reconocimiento. Caín y Abel fue declarada por el Inadi de interés público por su aporte a la lucha por la erradicación de la violencia contra las mujeres a partir de la instalación masiva de la temática en los medios de comunicación.
A veces no nos damos cuenta de lo que la televisión puede lograr como caja de resonancia de las problemáticas de una sociedad. Y más si éstas son tratadas desde la ficción a través de la cual ciertos temas pueden ser tocados en profundidad, restándole el realismo crudo que podría tener un documental. Creemos fervientemente que la televisión puede ser una gran herramienta social para intentar cambiar ciertas realidades. El maltrato es un problema generalizado, que atraviesa clases sociales, nacionalidades y culturas, pero que suele revestirse de miedos, ocultamientos y culpa por parte de las víctimas. Tomamos esta problemática en su sentido más extenso, ya que muchas veces queda reducida a su manifestación más visible, la agresión física, por ser la violencia psicológica mucho más difícil de catalogarse y detectarse.
Hasta no hace mucho tiempo, las agresiones contra las mujeres eran explicadas como producto de situaciones “pasionales”. Hoy, semejante aberración social que sufren las mujeres por el solo hecho de serlo cobra nuevas conciencias y exige otros tratamientos. Hoy se entiende como violencia sexista todo acto que tenga como resultado posible o real un daño físico, sexual o psíquico, incluidas las amenazas o la coerción, tanto en la vida pública como privada.
La violencia de género atenta contra uno de los derechos humanos más elementales de las mujeres. Es no reconocer la alteridad y es no ver al otro como un par. Esencialmente es resultado de las relaciones asimétricas de poder entre el hombre y la mujer. Pueden ser de orden cultural, social y económico y se manifiesta de distintas maneras: va desde lo simbólico, pasando por lo psicológico hasta llegar a la violencia física. Por esa razón, intentamos anclar el tema en la violencia más sutil: la simbólica y psicológica, mostrando sus distintas escaladas hasta llegar a la física.
Luego de una exhaustiva investigación que realizó Guillermo Salmerón y su equipo decidimos incluirlo en la trama de Alfredo (Federico D’Elía) y Beatriz (Mara Bestelli). Mediante situaciones sutiles, los autores fueron mostrando el calvario de Beatriz a través de un via crucis de múltiples facetas, al existir un corrimiento de los límites de las conductas que aparecen como normales o aceptables, tales como humillaciones, acusaciones, desvalorización, abusos, etcétera.
Donde lo que debería ser la regla se transforma en la excepción. En principio la víctima queda paralizada en su sufrimiento silencioso y en muchos casos llegan patológicamente a la negación del conflicto. Y, lo peor, la aceptación de la situación movida esencialmente por el motor del miedo. Sólo la información y la comunicación pueden romper esta cadena. Darse cuenta de que algunos aspectos negativos de su vida cotidiana de pareja no son problemas individuales sino sobre todo culturales es un paso para poder enfrentarlos. En este contexto, la respuesta de la audiencia ha sido altamente positiva, aumentando significativamente la cantidad de consultas en las organizaciones dedicadas al tema cuyos datos aparecen al final de la tira. Caín y Abel es vista todos los días por más de un millón doscientas mil personas en todo el país y los que hacemos la novela nos sentimos orgullosos de poder contribuir, desde nuestro lugar de trabajo, a generar conciencia sobre el tema.
Ojalá que el esfuerzo les sirva a las víctimas. Así como sucedió con Televisión x la Identidad cuando se logró encontrar a cuatro nietos apropiados durante la dictadura, o con Vidas robadas, con las que ayudamos a informar a una sociedad que desconocía el tema del tráfico de personas, confiamos que la televisión vuelva a traspasar sus propios límites y colabore en tratar de mejorar la vida de algunas y algunos.
* Productores de televisión.
SOCIEDAD › OPINION
Cuando el silencio es violencia
Por Bernarda Llorente y
Claudio Villarruel *
Este jueves 25 de noviembre, Telefe recibió otro reconocimiento. Caín y Abel fue declarada por el Inadi de interés público por su aporte a la lucha por la erradicación de la violencia contra las mujeres a partir de la instalación masiva de la temática en los medios de comunicación.
A veces no nos damos cuenta de lo que la televisión puede lograr como caja de resonancia de las problemáticas de una sociedad. Y más si éstas son tratadas desde la ficción a través de la cual ciertos temas pueden ser tocados en profundidad, restándole el realismo crudo que podría tener un documental. Creemos fervientemente que la televisión puede ser una gran herramienta social para intentar cambiar ciertas realidades. El maltrato es un problema generalizado, que atraviesa clases sociales, nacionalidades y culturas, pero que suele revestirse de miedos, ocultamientos y culpa por parte de las víctimas. Tomamos esta problemática en su sentido más extenso, ya que muchas veces queda reducida a su manifestación más visible, la agresión física, por ser la violencia psicológica mucho más difícil de catalogarse y detectarse.
Hasta no hace mucho tiempo, las agresiones contra las mujeres eran explicadas como producto de situaciones “pasionales”. Hoy, semejante aberración social que sufren las mujeres por el solo hecho de serlo cobra nuevas conciencias y exige otros tratamientos. Hoy se entiende como violencia sexista todo acto que tenga como resultado posible o real un daño físico, sexual o psíquico, incluidas las amenazas o la coerción, tanto en la vida pública como privada.
La violencia de género atenta contra uno de los derechos humanos más elementales de las mujeres. Es no reconocer la alteridad y es no ver al otro como un par. Esencialmente es resultado de las relaciones asimétricas de poder entre el hombre y la mujer. Pueden ser de orden cultural, social y económico y se manifiesta de distintas maneras: va desde lo simbólico, pasando por lo psicológico hasta llegar a la violencia física. Por esa razón, intentamos anclar el tema en la violencia más sutil: la simbólica y psicológica, mostrando sus distintas escaladas hasta llegar a la física.
Luego de una exhaustiva investigación que realizó Guillermo Salmerón y su equipo decidimos incluirlo en la trama de Alfredo (Federico D’Elía) y Beatriz (Mara Bestelli). Mediante situaciones sutiles, los autores fueron mostrando el calvario de Beatriz a través de un via crucis de múltiples facetas, al existir un corrimiento de los límites de las conductas que aparecen como normales o aceptables, tales como humillaciones, acusaciones, desvalorización, abusos, etcétera.
Donde lo que debería ser la regla se transforma en la excepción. En principio la víctima queda paralizada en su sufrimiento silencioso y en muchos casos llegan patológicamente a la negación del conflicto. Y, lo peor, la aceptación de la situación movida esencialmente por el motor del miedo. Sólo la información y la comunicación pueden romper esta cadena. Darse cuenta de que algunos aspectos negativos de su vida cotidiana de pareja no son problemas individuales sino sobre todo culturales es un paso para poder enfrentarlos. En este contexto, la respuesta de la audiencia ha sido altamente positiva, aumentando significativamente la cantidad de consultas en las organizaciones dedicadas al tema cuyos datos aparecen al final de la tira. Caín y Abel es vista todos los días por más de un millón doscientas mil personas en todo el país y los que hacemos la novela nos sentimos orgullosos de poder contribuir, desde nuestro lugar de trabajo, a generar conciencia sobre el tema.
Ojalá que el esfuerzo les sirva a las víctimas. Así como sucedió con Televisión x la Identidad cuando se logró encontrar a cuatro nietos apropiados durante la dictadura, o con Vidas robadas, con las que ayudamos a informar a una sociedad que desconocía el tema del tráfico de personas, confiamos que la televisión vuelva a traspasar sus propios límites y colabore en tratar de mejorar la vida de algunas y algunos.
* Productores de televisión.
"Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena" (Gandhi)
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