El verdadero valor de un regalo no puede ser medido por su precio. En esto, casi todo el mundo está de acuerdo. El valor de un regalo, de un auténtico regalo -cuando éste es oportuno, considerado, bien elegido, o entregado como señal de verdadera amistad y amor- no puede cuantificarse en ninguna suma monetaria. Quien lo ofrece hace entrega de una parte de sí mismo: este tipo de regalo representa la "porción de su historia" dedicada a pensar en quien lo recibe y en la búsqueda y elección de un objeto que de cuenta de sus sentimientos.
Rikkyu-No-Sen, el más grande maestro de ceremonia del té de Japón, ha establecido una tradición que ejemplifica un "verdadero regalo": el anfitrión que ha invitado a un amigo a tomar el té, decora su habitación con perfume de flores y con una inscripción caligráfica celebrando su amistad. En el refinamiento del texto que escribe reside la ternura del acto de regalar y, también, el valor -la generosidad- del presente. Incluso un pequeño regalo puede ser enorme en afecto, gentileza y reconocimiento.
Club de la Efectividad
Aprendemos a regalar... afectivamente.
“La humanidad debe recordar
que la paz no es un regalo
de Dios para sus criaturas.
La paz es el regalo que nos hacemos
los unos a los otros.”
- Elie Wiesel –
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