jueves, 3 de febrero de 2011

Enviado por Eduardo

El verdadero valor de un regalo no puede ser medido por su precio. En esto, casi todo el mundo está de acuerdo. El valor de un regalo, de un auténtico regalo -cuando éste es oportuno, considerado, bien elegido, o entregado como señal de verdadera amistad y amor- no puede cuantificarse en ninguna suma monetaria. Quien lo ofrece hace entrega de una parte de sí mismo: este tipo de regalo representa la "porción de su historia" dedicada a pensar en quien lo recibe y en la búsqueda y elección de un objeto que de cuenta de sus sentimientos.

Rikkyu-No-Sen, el más grande maestro de ceremonia del té de Japón, ha establecido una tradición que ejemplifica un "verdadero regalo": el anfitrión que ha invitado a un amigo a tomar el té, decora su habitación con perfume de flores y con una inscripción caligráfica celebrando su amistad. En el refinamiento del texto que escribe reside la ternura del acto de regalar y, también, el valor -la generosidad- del presente. Incluso un pequeño regalo puede ser enorme en afecto, gentileza y reconocimiento.




Club de la Efectividad
Aprendemos a regalar... afectivamente.



“La humanidad debe recordar
que la paz no es un regalo
de Dios para sus criaturas.
La paz es el regalo que nos hacemos
los unos a los otros.”
- Elie Wiesel –

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