Hoy me dibujo para vos.
Inauguro miradas y proclamas
salgo a la calle con pancartas para decir te amo.
Y esto es una revolución de sentimientos
que va a cambiar la historia.
(Enferma terminal
deambulo por el mundo con este andar crepuscular.
Agonizante
rasguño las paredes de la ausencia
hasta hendirla con rayos demenciales)
Anestesiame el alma
que de tanto dolerme me apedrea
y soy la Magdalena omnipresente
que te lava los pies,
Jesús del habla.
Practicá la eutanasia de un te quiero
de una verdad tan buena como el vino
tan simple como el pan
tan necesaria como el sol y el agua.
¿Sabés por qué te amo?
Porque acato la ley de lo imprevisto
y porque estaba escrito
que un día este desierto germinara.
Y si no hay luz en tu balcón
si acaso
la luna de tus ojos se eclipsara
o la corriente azul muriera
en alta mar
y nada de lo tuyo llegara en un paquete de colores
hasta el umbral de mi universo entre costillas
yo, con un Federico intergaláctico
entraría en la casa de Bernarda
-luto unilateral, sepulcro vivo-
para incendiar cada recuerdo
y en un salto mortal
desmemoriarme.
© Olga Liliana Reinoso
(A quemarropa, Fondo Editorial Pampeano, Santa Rosa, 1997)
Inauguro miradas y proclamas
salgo a la calle con pancartas para decir te amo.
Y esto es una revolución de sentimientos
que va a cambiar la historia.
(Enferma terminal
deambulo por el mundo con este andar crepuscular.
Agonizante
rasguño las paredes de la ausencia
hasta hendirla con rayos demenciales)
Anestesiame el alma
que de tanto dolerme me apedrea
y soy la Magdalena omnipresente
que te lava los pies,
Jesús del habla.
Practicá la eutanasia de un te quiero
de una verdad tan buena como el vino
tan simple como el pan
tan necesaria como el sol y el agua.
¿Sabés por qué te amo?
Porque acato la ley de lo imprevisto
y porque estaba escrito
que un día este desierto germinara.
Y si no hay luz en tu balcón
si acaso
la luna de tus ojos se eclipsara
o la corriente azul muriera
en alta mar
y nada de lo tuyo llegara en un paquete de colores
hasta el umbral de mi universo entre costillas
yo, con un Federico intergaláctico
entraría en la casa de Bernarda
-luto unilateral, sepulcro vivo-
para incendiar cada recuerdo
y en un salto mortal
desmemoriarme.
© Olga Liliana Reinoso
(A quemarropa, Fondo Editorial Pampeano, Santa Rosa, 1997)
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