sábado, 24 de marzo de 2012

DIÁLOGO


- Creo que sos un gran artista. Pero no estoy seguro de que seas una buena persona.
- Me estás ofendiendo.
- Te estoy diciendo la verdad.
- ¿y en qué te basás, qué pruebas tenés?
- Tengo años. Y un master en Radiología espiritual.
- ¿???????????????????????
- Sí, los años, la experiencia, las decepciones, van ampliando nuestro conocimiento de los otros, puedo radiografiar el alma.
- Sorprendente. ¿Y cuál es tu diagnóstico?
- Todavía tengo algunas dudas: no sé si se trata solamente de un pecado de juventud o si es algo más grave.
- ¿Por ejemplo?
- Egolatría, o como suele decir una amiga, ombligomanía. Te creés el centro del mundo.
- ¡Qué insolencia! Si ni siquiera me conocés…
- “Por tus obras se te reconocerá…”
- ¿Qué obras?
- Bueno, acción u omisión. Recibís con beneplácito los elogios de los demás, como si fueras un dios del Olimpo. Y te limitás a agradecer, como corresponde según las normas de cortesía de las que sos un excelente y prolijo cultor. Pero jamás bajás al llano, jamás te dignás incentivar a nadie con un buen comentario o desestimar elegantemente una obra defectuosa. Los demás, todos los demás, para vos son mediocres, no merecen un segundo de tu tiempo. Para vos, son naderías las cuestiones humanas que tienen que ver con demostraciones afectivas, con dar impulso. Sos padre del rigor, la letra con sangre entra. Entonces, nada de andar perdiendo tu tiempo valiosísimo en mirar a los otros para que puedan corroborar que son. Lo tuyo es la indiferencia, la simulación de que nadie existe salvo cuando te dedica una reverencia.
A esta altura ya no pudo soportar mi perorata y con aires de divo ofendido se levantó, iracundo, dejándome con la palabra en la boca.
Me encogí de hombros, mucho más liviano que antes de llevar a cabo la catarsis. Hacía tiempo que había dejado el cigarrillo, por lo tanto, exhalé un suspiro hondo y liberador mientras pensaba:
“Pobre destino el de los petulantes. Están solos. Y se mienten a sí mismos. No tienen idea de lo feliz que es uno cuando hace felices a los demás”.
©Olga Liliana Reinoso

1 comentario:

  1. Comprobado científicamente Olguita. El placer de dar es superior al de recibir. Se es doblemente feliz haciéndolo. Por lo tanto, una vez más, tienes razón. Abrazos fraternos.

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Bienvenida. Te deseo mucha suerte.