EL PAIS › OPINION
Acerca de Vargas Llosa
Por Roberto “Tito” Cossa *
Vargas Llosa inaugurará la Feria del Libro, el día 21 de abril próximo. De eso no cabe duda. Es probable que quien hable en la Feria sea el escritor y no el político, mucho más después del tole-tole que produjo la reacción visceral del maestro Horacio González. Y, especialmente, de la intervención de la Presidenta. No nos olvidemos de que Vargas Llosa, además de escritor y político, es un hombre de negocios. Y los hombres de negocios suelen ser prudentes.
De última, serán los medios hegemónicos los que impulsarán y amplificarán las barrabasadas que el autor de La casa verde vomita acerca de la Argentina y los argentinos.
¿Qué hacer? En principio, aguantarlo. Serán dos o tres días de show y tendremos a Vargas Llosa metido hasta en la sopa. Pero me parece que los intelectuales, los artistas, los científicos, en fin, todos los que integramos el mundo cultural y que –con mayores o menores diferencias (o ninguna)– apoyamos este proyecto político, salgamos a decir lo nuestro. Somos muchos y muy representativos. Probablemente, Vargas Llosa conozca a algunos por sus obras; a otros de nombre y no faltará algún asesor que le informe quién es quién en Argentina.
Propongo que le hagamos una carta para desasnarlo, porque me parece que el escritor peruano-español desconoce algunos datos importantes de la historia argentina. Habría que explicarle, por ejemplo, cómo le fue al país cuando gobernó el populismo y qué consecuencia le trajeron las políticas que él defiende. Empezando por 1945-1955, con el acceso de Perón, clásico populista. Entre 1955 y 1963 se aplicaron las políticas antipopulistas. Entre 1963 y 1966 volvió el populismo, con un gobierno que anuló los contratos petroleros. Entre 1966 y 1973 reaparecieron las políticas antipopulistas. Pero en el ’73 volvió el populismo hasta la muerte de Perón. Y otra vez el antipopulismo hasta 1983, cuando reapareció el populismo radical. Pero el antipopulismo renació en 1989 hasta 2003. Y, desde 2003, hasta ahora, ¡otra vez! el populismo.
Habría que proporcionarle cifras que demuestren la marcha de la economía con uno y otro modelo. Y recordarle que los antipopulistas bombardearon Plaza de Mayo, destruyeron la universidad pública y provocaron la desaparición de 30.000 argentinos.
Y, de posdata, preguntarle, señor Vargas Llosa, ¿cómo puede ser que entidades emblemáticas como Madres y Abuelas de Plaza de Mayo apoyen a este gobierno populista?
* Dramaturgo.
Ver nota en www.pagina12.com.ar
Contratapa Jueves, 3 de marzo de 2011
Vargas Llosa en la Feria porteña
Una trampita o poco cuidado
Por Mempo Giardinelli
En estos días se discute, en diversos ambientes vinculados con la literatura y la industria del libro, la invitación a Mario Vargas Llosa para que inaugure la Feria del Libro de Buenos Aires este año.
El más reciente Premio Nobel de Literatura es un grande de las letras latinoamericanas, maestro de por lo menos dos generaciones y no sólo en Perú y aquí, sino en el mundo entero. Debiera ser considerado honrosísimo y muy oportuno que una personalidad tan destacada venga a la Argentina a abrir nuestra feria mayor, seis meses después de haber sido galardonado en Estocolmo.
Sin embargo, esta vez es absolutamente cuestionable que se lo haya invitado a dar el discurso inaugural. Porque se trata, cada año, de un discurso político. Lo cual debería imponer un extremo cuidado a los organizadores, a la hora de invitar a quien lo pronuncie. Y eso es lo que no ha habido en este caso. Por eso estuvo bien Horacio González en su carta, como estuvo bien la Presidenta después. Pero caben otras consideraciones.
La posición política e ideológica de Vargas Llosa es conocida en todo el mundo como propagandística del más dogmático neoliberalismo; por lo tanto es desaconsejable invitarlo a abrir la Feria, pero del mismo modo que sería desaconsejable invitar a cualquier representante dogmático de cualquier otra posición doctrinaria. Esa es la cuestión central de este episodio.
Es cierto que el maestro Vargas Llosa hace menos de un año anduvo haciendo y escribiendo declaraciones muy agresivas acerca de nuestro país, nuestros gobiernos y nosotros los argentinos. Fueron declaraciones no sólo provocadoras sino también, y por decir lo menos, desinformadas y prejuiciosas; injustas y gratuitas.
Nada de eso ameritaría distinguirlo, por lo tanto. De donde invitarlo a abrir la Feria magna de este país y este año es, y otra vez por lo menos, un error. Y una tontería si fuera una decisión ingenua, que no es lo que parece. Porque alguien –ignoro quién o quiénes– parece haber buscado que esta feria, en año electoral, sea una piedra en el zapato del Gobierno.
Y eso es lo irritante. Porque pone a la Presidenta en un lugar gratuitamente incómodo. Si asiste, se comerá un discurso ofensivo, desinformado y provocador. Y si no va, quedará colocada en un lugar de cobardía.
Peor aún: si va y escucha y no responde, acabará contrariada. Y si va y escucha y responde (que es lo más probable), entonces la prensa española y la prensa argentina neocolonizada la despedazarán diga lo que diga.
No hay salida. Y ahí está la trampa.
Por lo tanto, el problema no es el Premio Nobel Vargas Llosa, cuya consagración fue irreprochable porque en él se premió una estética literaria moderna, innovadora, original y escrita en los márgenes de la civilización imperial. El se prestará a este juego por afinidad ideológica, y porque más allá del enorme narrador que es, también es un cruzado neoliberal, de esos que se espantan ante cualquier gesto o corruptela kirchnerista, pero a Menem le toleraron sin chistar que nos rifara el país, el petróleo, los ferrocarriles, los puertos y la mar en coche.
Pero si el problema no es Vargas Llosa –que ya que fue invitado debe venir, y hablar, y decir lo que se le ocurra, que es lo que corresponde en un país democrático y en el que sí impera la libertad de expresión–, entonces el problema son las autoridades de la Feria del Libro. Obviamente no todas, porque conozco esa institución a la que respeto desde hace años. Pero alguien ahí, no sé si una interna o algún dinosaurio/a extraviado, ha jugado esta baza inteligente: es difícil, casi imposible oponerse a la idea de un último Nobel, y además latinoamericano, para abrir la Feria.
Me parece, pues, que simplemente habría que repudiar esta invitación si él viene a pronunciar un discurso político (lo que me parece altamente probable). Y habría que aplaudirla si viene a dictar una conferencia magistral sobre Literatura, materia en la que es docto como pocos y sin dudas deleitará al auditorio. Sería bueno que se conozca desde ahora el título de su discurso, aunque es obvio que luego el maestro Vargas Llosa dirá lo que se le antoje, y en mi opinión no se privará de esgrimir en su texto dardos, estiletes e ironías. Allá él.
Pero una cosa es una cosa y otra es que alguien parece haber hecho una trampita en este asunto. Para convertir la organización de la Feria del Libro en una especie de Mesa de Enlace intelectual, utilizando la figura de Mario Vargas Llosa, y acaso con su beneplácito. Penoso episodio, si fue así.
Acerca de Vargas Llosa
Por Roberto “Tito” Cossa *
Vargas Llosa inaugurará la Feria del Libro, el día 21 de abril próximo. De eso no cabe duda. Es probable que quien hable en la Feria sea el escritor y no el político, mucho más después del tole-tole que produjo la reacción visceral del maestro Horacio González. Y, especialmente, de la intervención de la Presidenta. No nos olvidemos de que Vargas Llosa, además de escritor y político, es un hombre de negocios. Y los hombres de negocios suelen ser prudentes.
De última, serán los medios hegemónicos los que impulsarán y amplificarán las barrabasadas que el autor de La casa verde vomita acerca de la Argentina y los argentinos.
¿Qué hacer? En principio, aguantarlo. Serán dos o tres días de show y tendremos a Vargas Llosa metido hasta en la sopa. Pero me parece que los intelectuales, los artistas, los científicos, en fin, todos los que integramos el mundo cultural y que –con mayores o menores diferencias (o ninguna)– apoyamos este proyecto político, salgamos a decir lo nuestro. Somos muchos y muy representativos. Probablemente, Vargas Llosa conozca a algunos por sus obras; a otros de nombre y no faltará algún asesor que le informe quién es quién en Argentina.
Propongo que le hagamos una carta para desasnarlo, porque me parece que el escritor peruano-español desconoce algunos datos importantes de la historia argentina. Habría que explicarle, por ejemplo, cómo le fue al país cuando gobernó el populismo y qué consecuencia le trajeron las políticas que él defiende. Empezando por 1945-1955, con el acceso de Perón, clásico populista. Entre 1955 y 1963 se aplicaron las políticas antipopulistas. Entre 1963 y 1966 volvió el populismo, con un gobierno que anuló los contratos petroleros. Entre 1966 y 1973 reaparecieron las políticas antipopulistas. Pero en el ’73 volvió el populismo hasta la muerte de Perón. Y otra vez el antipopulismo hasta 1983, cuando reapareció el populismo radical. Pero el antipopulismo renació en 1989 hasta 2003. Y, desde 2003, hasta ahora, ¡otra vez! el populismo.
Habría que proporcionarle cifras que demuestren la marcha de la economía con uno y otro modelo. Y recordarle que los antipopulistas bombardearon Plaza de Mayo, destruyeron la universidad pública y provocaron la desaparición de 30.000 argentinos.
Y, de posdata, preguntarle, señor Vargas Llosa, ¿cómo puede ser que entidades emblemáticas como Madres y Abuelas de Plaza de Mayo apoyen a este gobierno populista?
* Dramaturgo.
Ver nota en www.pagina12.com.ar
Contratapa Jueves, 3 de marzo de 2011
Vargas Llosa en la Feria porteña
Una trampita o poco cuidado
Por Mempo Giardinelli
En estos días se discute, en diversos ambientes vinculados con la literatura y la industria del libro, la invitación a Mario Vargas Llosa para que inaugure la Feria del Libro de Buenos Aires este año.
El más reciente Premio Nobel de Literatura es un grande de las letras latinoamericanas, maestro de por lo menos dos generaciones y no sólo en Perú y aquí, sino en el mundo entero. Debiera ser considerado honrosísimo y muy oportuno que una personalidad tan destacada venga a la Argentina a abrir nuestra feria mayor, seis meses después de haber sido galardonado en Estocolmo.
Sin embargo, esta vez es absolutamente cuestionable que se lo haya invitado a dar el discurso inaugural. Porque se trata, cada año, de un discurso político. Lo cual debería imponer un extremo cuidado a los organizadores, a la hora de invitar a quien lo pronuncie. Y eso es lo que no ha habido en este caso. Por eso estuvo bien Horacio González en su carta, como estuvo bien la Presidenta después. Pero caben otras consideraciones.
La posición política e ideológica de Vargas Llosa es conocida en todo el mundo como propagandística del más dogmático neoliberalismo; por lo tanto es desaconsejable invitarlo a abrir la Feria, pero del mismo modo que sería desaconsejable invitar a cualquier representante dogmático de cualquier otra posición doctrinaria. Esa es la cuestión central de este episodio.
Es cierto que el maestro Vargas Llosa hace menos de un año anduvo haciendo y escribiendo declaraciones muy agresivas acerca de nuestro país, nuestros gobiernos y nosotros los argentinos. Fueron declaraciones no sólo provocadoras sino también, y por decir lo menos, desinformadas y prejuiciosas; injustas y gratuitas.
Nada de eso ameritaría distinguirlo, por lo tanto. De donde invitarlo a abrir la Feria magna de este país y este año es, y otra vez por lo menos, un error. Y una tontería si fuera una decisión ingenua, que no es lo que parece. Porque alguien –ignoro quién o quiénes– parece haber buscado que esta feria, en año electoral, sea una piedra en el zapato del Gobierno.
Y eso es lo irritante. Porque pone a la Presidenta en un lugar gratuitamente incómodo. Si asiste, se comerá un discurso ofensivo, desinformado y provocador. Y si no va, quedará colocada en un lugar de cobardía.
Peor aún: si va y escucha y no responde, acabará contrariada. Y si va y escucha y responde (que es lo más probable), entonces la prensa española y la prensa argentina neocolonizada la despedazarán diga lo que diga.
No hay salida. Y ahí está la trampa.
Por lo tanto, el problema no es el Premio Nobel Vargas Llosa, cuya consagración fue irreprochable porque en él se premió una estética literaria moderna, innovadora, original y escrita en los márgenes de la civilización imperial. El se prestará a este juego por afinidad ideológica, y porque más allá del enorme narrador que es, también es un cruzado neoliberal, de esos que se espantan ante cualquier gesto o corruptela kirchnerista, pero a Menem le toleraron sin chistar que nos rifara el país, el petróleo, los ferrocarriles, los puertos y la mar en coche.
Pero si el problema no es Vargas Llosa –que ya que fue invitado debe venir, y hablar, y decir lo que se le ocurra, que es lo que corresponde en un país democrático y en el que sí impera la libertad de expresión–, entonces el problema son las autoridades de la Feria del Libro. Obviamente no todas, porque conozco esa institución a la que respeto desde hace años. Pero alguien ahí, no sé si una interna o algún dinosaurio/a extraviado, ha jugado esta baza inteligente: es difícil, casi imposible oponerse a la idea de un último Nobel, y además latinoamericano, para abrir la Feria.
Me parece, pues, que simplemente habría que repudiar esta invitación si él viene a pronunciar un discurso político (lo que me parece altamente probable). Y habría que aplaudirla si viene a dictar una conferencia magistral sobre Literatura, materia en la que es docto como pocos y sin dudas deleitará al auditorio. Sería bueno que se conozca desde ahora el título de su discurso, aunque es obvio que luego el maestro Vargas Llosa dirá lo que se le antoje, y en mi opinión no se privará de esgrimir en su texto dardos, estiletes e ironías. Allá él.
Pero una cosa es una cosa y otra es que alguien parece haber hecho una trampita en este asunto. Para convertir la organización de la Feria del Libro en una especie de Mesa de Enlace intelectual, utilizando la figura de Mario Vargas Llosa, y acaso con su beneplácito. Penoso episodio, si fue así.
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