sábado, 1 de diciembre de 2012

CORREO ELECTRÓNICO




Lucía estaba chequeando sus correos electrónicos con la intención de desechar de cuajo todos aquellos que a primera vista le resultaban poco interesantes. Leer el emisor y el asunto eran pistas suficientes para su trabajo de limpieza. Cuando de pronto sus ojos visualizaron un remitente que la retrotrajo a su juventud.
Subió con la tecla otra vez para comprobar que no se trataba de una alucinación, pero ahí estaba ese nombre que había olvidado hacía treinta años y el asunto era muy sugerente: “Por si acaso”.
Del mismo modo que el principito se alegraba con anticipación porque sabía que iba a encontrarse con su rosa, en los breves instantes que tardó en clickear y ver el contenido del mensaje, el corazón de Lucía latió con premura y esperanza.
Sí, era él, que después de tanto tiempo la buscaba. Aquel hermoso amor ya olvidado que entre la tierra reseca del pasado mostraba un tímido brote indicando que aún estaba vivo.
Fueron tantos los recuerdos y las sensaciones que afloraron, porque no habían muerto, simplemente estaban dormitando entre los pliegues del travieso inconsciente.
Le respondió entre asombrada y afectuosa y desde entonces se sucedieron correos y llamadas telefónicas cada vez más necesarias.
Él vende una imagen de ermitaño alejado de todo compromiso con mujeres, pero  ella intuye que tras su sarcasmo se esconde el llanto de la soledad.
Ella también está sola y había llegado a creer que tampoco quería saber nada con el amor, porque su experiencia en esa materia era desastrosa.
Pero la aparición de Andrés movilizó sus entrañas. Sin embargo, no quiere arriesgarse. Tiene terror de perder otra ilusión.
 Foto: CORREO ELECTRÓNICO

Lucía estaba chequeando sus correos electrónicos con la intención de desechar de cuajo todos aquellos que a primera vista le resultaban poco interesantes. Leer el emisor y el asunto eran pistas suficientes para su trabajo de limpieza. Cuando de pronto sus ojos visualizaron un remitente que la retrotrajo a su juventud.
Subió con la tecla otra vez para comprobar que no se trataba de una alucinación, pero ahí estaba ese nombre que había olvidado hacía treinta años y el asunto era muy sugerente: “Por si acaso”.
Del mismo modo que el principito se alegraba con anticipación porque sabía que iba a encontrarse con su rosa, en los breves instantes que tardó en clickear y ver el contenido del mensaje, el corazón de Lucía latió con premura y esperanza.
Sí, era él, que después de tanto tiempo la buscaba. Aquel hermoso amor ya olvidado que entre la tierra reseca del pasado mostraba un tímido brote indicando que aún estaba vivo.
Fueron tantos los recuerdos y las sensaciones que afloraron, porque no habían muerto, simplemente estaban dormitando entre los pliegues del travieso inconsciente.
Le respondió entre asombrada y afectuosa y desde entonces se sucedieron correos y llamadas telefónicas cada vez más necesarias.
Él vende una imagen de ermitaño alejado de todo compromiso con mujeres, pero  ella intuye que tras su sarcasmo se esconde el llanto de la soledad.
Ella también está sola y había llegado a creer que tampoco quería saber nada con el amor, porque su experiencia en esa materia era desastrosa.
Pero la aparición de Andrés movilizó sus entrañas. Sin embargo, no quiere arriesgarse. Tiene terror de perder otra ilusión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Bienvenida. Te deseo mucha suerte.