domingo, 30 de diciembre de 2012

SOMBRA HIPOACÚSICA

Bergantín de la luna
decile que me deje
que no me necesite
que no me dañe.
Araña de la noche
montalo sobre tu grupa
y abandonalo en el cristo
del amanecer.
Yo que lo quise tanto
que fui su brasa amante
en el invierno eterno de la desolación.
Que le di a beber leche, melaza,
luz en celo
y me inmolé a sus plantas
con servil devoción.
De pronto, en la espesura
un reptil venenoso mimetizó su escama
con la seda de su piel.
Y me picó, engreído,
me mordió las entrañas
picoteó uno por uno
mis sándalos de amor.
Con la ignominia de las inquisiciones
arrasó mi cabeza
y me dio a beber vidrio para oír mi dolor.
Bailó danzas macabras
entre mis excrementos
Me clavó cien palabras
ígneos hierros de odio
deshojó vena a vena
mi austero corazón.
Ahora vaga desiertos impíos
lobos hermafroditas lamen su llagaral
el viento lo desmembra
el granizo lo ahueca
frota lámparas de hambre
que no saben desear.
Pide perdón a todas las deidades azules
perdón a la hojarasca del otoño que amé
perdón a la nevisca lesbiana de las cumbres.
Pide perdón al nombre
con que un día fui nombrada.
Y mi sombra hipoacúsica
no lo puede escuchar.
©Olga Liliana Reinoso


Foto: Bergantín  de la luna
decile que me deje
que no me necesite
que no me dañe.
Araña de la noche
montalo sobre tu grupa
y abandonalo en el cristo 
del amanecer.
Yo que lo quise tanto
que fui su brasa amante
en el invierno eterno de la desolación.
Que le di a beber leche, melaza, 
luz en celo
y me inmolé a sus plantas
con servil devoción.
De pronto, en la espesura
un reptil venenoso mimetizó su escama
con  la seda de su piel.
Y me picó, engreído, 
me mordió las entrañas
picoteó uno por uno
mis sándalos de amor.
Con la ignominia de las inquisiciones
arrasó mi cabeza
y me dio a beber vidrio para oír mi dolor.
Bailó danzas macabras
entre mis excrementos
Me clavó cien palabras
ígneos hierros de odio
deshojó vena a vena
mi austero corazón.
Ahora vaga desiertos impíos
lobos hermafroditas lamen su llagaral
el viento lo desmembra
el granizo lo ahueca
frota lámparas de hambre
que no saben desear.
Pide perdón a todas las deidades azules
perdón a la hojarasca del otoño que amé 
perdón a la nevisca lesbiana de las cumbres.
Pide perdón al nombre
con que un día fui nombrada.
Y mi sombra hipoacúsica
no lo puede escuchar.
©Olga Liliana Reinoso

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