jueves, 7 de mayo de 2009

¡¡¡¡QUE LOS CUMPLAS MUY FELIZ!!!!


Hoy, 8 de mayo, es el cumpleaños de mi hija Belén. Hace 24 años me galardonó con el título de mamá que ostento con mucho amor y gran orgullo. Por eso cuelgo el texto que le escribí cuando cumplió los 15, para despertar los recuerdos.





BELÉNPRINCESA

Esta es la historia de una princesa latinoamericana. Para mayores precisiones, argentina.
Sí, ya sé que en este país los títulos de nobleza fueron abolidos por la Asamblea del año XIII. Pero yo quiero contarles la historia de una bella muchachita que fue condecorada con tales honores en el Reino de Corazones, territorio mágico e invisible que existe dentro de todos los seres humanos. Y en esa región, solamente se acatan las leyes del afecto. Las demás, abstenerse.
La historia comienza en la ciudad de Buenos Aires, cuando una poeta y un actor de teatro entrelazan sus caminos en un Café Concert del Barrio de San Telmo y al poco tiempo reciben una gratísima noticia: alguien venía en camino, alguien muy pequeñito e indefenso que, acurrucándose en la cómoda placenta del vientre de su madre, viajó como polizón durante nueve meses.
Esta mamá, que no era tan joven, vivía con intensa devoción la tan bien nombrada “dulce espera”. Crecía su vientre y con él la ilusión de abrazar aquel tibio manojito de carne que esperaba cada vez con mayor ansiedad.
Deshojaban nombres de nena o varón como quien deshoja margaritas para medir la profundidad de algún amor. Y el amor siempre los superaba. Rondaban por sus sueños algún Emanuel y si era nena se llamaría Belén. Emanuel por su significado y Belén porque allí había nacido el Dios del Amor. Y además porque era eufónico, ya que sus dos vocales tenían un dulce sonido atenuado que parecía una campanita amarilla. Vibrante y amarilla.
Hay quienes prefieren mantener la incógnita y sorprenderse en el momento del parto. No era precisamente el caso de estos futuros padres, que aprovechando la tecnología quisieron revelar el secreto para prepararse a recibir a quien iba a venir, efectivamente. Así, después de una ecografía, la madre, eufórica, aseguró:
¡Nos viene una Belén!
Y llegó el esperado día, en una clínica de la ciudad de General Pico. Pasada apenitas la medianoche y en los albores del 8 de mayo de 1985, inauguró el mundo Belén. Rosada y fragante, se posó en el pecho de su madre, que, embobada, no dejaba de admirarse y de gozar la intransferible experiencia de tomar en sus brazos a su hijita bienamada.
Y mejor no hablemos de la cara del padre. A partir de ese día volvió a usar babero. Aquella morocha con ojos de uvita lo cautivó para siempre.
Dejando a los abuelos y a los tíos, se volvieron los tres a Buenos Aires. Antes del año y medio les llegó un Ramiro y un día pensaron que es mejor infancia la que transcurre en calles de tierra de pequeñas ciudades. Así se afincaron los cuatro en La Pampa. Pasaron los años y ya fueron cinco porque un duendecito llamado Matías se instaló en la casa.
Pero mientras tanto Belén disfrutaba. Crecía, aprendía, jugaba. Y como las estrellas, sin prisa y sin pausa, fue desvistiéndose de la niñez para lucir la adolescencia. Su madre y su padre continuaron andando al ritmo de sus años, cada vez con más fuerza, cada vez con más ímpetu.
Hoy tienen frente a sus ojos, siempre asombrados, una mujer. Y a pesar de los miedos y los inconvenientes que conlleva esta paternidad de fin de siglo, bombardeada por pronósticos agoreros, ambos saben que el único antídoto para todos los males es el amor. Que les sobra y los desborda cada vez que la miran, cada vez que imaginan su futuro. Por eso, muchas veces, en cómplice silencio, suelen quedársela mirando como un artista, fascinado, pasa largas horas contemplando su obra de arte.

1 comentario:

  1. Mamita!!! Que hermoso lo que colgaste!!! Muy lindas estamos en esas fotos...y muy lindos son esos textos que me escribiste! Sabes que te quiero con todo mi corazón y que yo también estoy orgullosa de sur tu hija y de tener la mama que me tocó!!! Gracias...mil veces Gracias! Te adoro mamucha! Besotes gigantes desde Cba...

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Bienvenida. Te deseo mucha suerte.