En el fondo del vaso de licor
transpirado y confuso
está su rostro.
Una piensa que es culpa del alcohol
y la alborada.
Se restriega los ojos
rompe el vidrio en la proa del recuerdo
para que zarpe el barco.
Pero la voz de su mirada insiste
y toca todo con los ojos
el torso la ternura los
espasmos.
Tan solo es un fantasma
y su túnica blanca
la nube gigantesca que llora en la memoria.
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