Hay secretos que
corroen el alma,
monstruos, que se agigantan con el tiempo
y trepan como
enredaderas
la pared entre el cuerpo y el alma.
Pero hay otros
secretos
que son abeja
destilada
pasaporte de lujo
al paraíso.
Cada vez que se
cruzan las miradas
se desliza una
mano negligente
se espolvorea un
beso distraído
se obsequia una
palabra…
El secreto renace
nos habita
nos toquetea por
dentro
nos urgencia.
Y otra vez el
incendio es implacable.
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