Un viajero profundo y observador
La vida del músico argentino estuvo signada por la adversidad, ya sea por sus problemas familiares o por la censura que padeció.
Facundo Cabral fue un artista de la canción, pero de la canción en su sentido más austero y magnético: la palabra entreverándose por arte de magia entre acordes de guitarra criolla, para convertirse en verdades de un hombre sabio, que sabe erigirse en perfecto espía del tiempo.
Alguna vez, Cabral se asumió un seguidor de las huellas de Atahualpa Yupanqui y José Larralde. Nunca mejor expuestos los rasgos de su arte. Facundo tomó de Don Ata el pensamiento profundo surgido de la observación simple; y del cantautor sureño, una retórica decidida, lejos de gestos solemnes aunque sabía cómo utilizar el humor para evitar exageraciones dramáticas.
Ayer, una vez conocida la noticia de su asesinato, Andrés Calamaro apuró un título desde Twitter: “Facundo Cabral, una vida de leyenda”. Y así fue, porque Cabral tuvo que pelearla siempre contra la adversidad, ya sea que ésta estuviera disfrazada de abandono paterno, tragedia familiar o censura. “Fue mudo hasta los 9 años, analfabeto hasta los 14, enviudó trágicamente a los 40 y conoció a su padre a los 46. El más pagano de los predicadores cumple 70 años y repasa su vida desde la habitación de hotel que eligió como última morada”. Ese fue el modo en que él mismo eligió para ilustrar su parábola existencial, signada por una descarnada lucha contra la mala fortuna.
Facundo Cabral había nacido en Tandil un 22 de mayo de 1937, en el seno de una familia con padre ausente y madre abnegada para criar a sus siete hermanos al calor de un amor que blindó la retórica del cantautor. En sus conciertos, siempre reivindicaba ese sentimiento entrañable que logró evitar todo resentimiento posterior. Cabral debió exiliarse a mediados de los ’70 al ser considerado un artista de protesta, pero lo cierto es que, si bien coqueteó con el anarquismo, nunca militó, ni mucho menos alentó la lucha armada.
“Facundo era un tipo de paz”, confirma el periodista Marcelo Simón. “Ha sido un creador formidable que siempre estuvo del lado de la gente desarmada, no del de aquella que aprieta el gatillo”, agrega el maestro de ceremonias coscoíno, que conversó con Cabral en el contexto de un reciente espectáculo en la sala porteña ND / Ateneo. “Una vez presenté un espectáculo en Washington de folklore latinoamericano. Recuerdo que se me acercó un dominicano en la previa del concierto de Facundo y me dijo ‘estoy enojado con Facundo Cabral porque no apoyó nuestro movimiento armado’. Era lógico que no lo hiciera, si era un tipo de paz muy cerca de Gandhi, la Madre Teresa de Calcuta y Walt Whitman ”, cierra Simón.
Otro rasgo de Facundo Cabral: su capacidad para asociarse, para potenciar su cancionero haciéndolo dialogar con las expresiones de terceros. Lo hizo con Alberto Cortez, con comunicadores amigos y con humoristas como el mendocino Cacho Garay, con quien afrontó una temporada veraniega años atrás. “Me he despertado con angustia y dolor. Para colmo, cuando en el noticiero lo recuerdan, ponen una parte de nuestro espectáculo en conjunto”, confiesa Garay, quien se animar a caracterizar a Cabral como “una mezcla hermosa de La Biblia y el Martín Fierro”.
“Su claridad de pensamiento despertaba respeto y admiración. Además, tenía una capacidad increíble para resumir una historia en una frase. Te decía cosas imperceptibles para el común de los mortales. Facundo miraba al todo desde una nube”, redondea. Antes de que la llamada se extinga, Garay pide quedarse con la frase final. “Nunca tan pocas balas han matado tantos corazones”.
La vida del músico argentino estuvo signada por la adversidad, ya sea por sus problemas familiares o por la censura que padeció.
Facundo Cabral fue un artista de la canción, pero de la canción en su sentido más austero y magnético: la palabra entreverándose por arte de magia entre acordes de guitarra criolla, para convertirse en verdades de un hombre sabio, que sabe erigirse en perfecto espía del tiempo.
Alguna vez, Cabral se asumió un seguidor de las huellas de Atahualpa Yupanqui y José Larralde. Nunca mejor expuestos los rasgos de su arte. Facundo tomó de Don Ata el pensamiento profundo surgido de la observación simple; y del cantautor sureño, una retórica decidida, lejos de gestos solemnes aunque sabía cómo utilizar el humor para evitar exageraciones dramáticas.
Ayer, una vez conocida la noticia de su asesinato, Andrés Calamaro apuró un título desde Twitter: “Facundo Cabral, una vida de leyenda”. Y así fue, porque Cabral tuvo que pelearla siempre contra la adversidad, ya sea que ésta estuviera disfrazada de abandono paterno, tragedia familiar o censura. “Fue mudo hasta los 9 años, analfabeto hasta los 14, enviudó trágicamente a los 40 y conoció a su padre a los 46. El más pagano de los predicadores cumple 70 años y repasa su vida desde la habitación de hotel que eligió como última morada”. Ese fue el modo en que él mismo eligió para ilustrar su parábola existencial, signada por una descarnada lucha contra la mala fortuna.
Facundo Cabral había nacido en Tandil un 22 de mayo de 1937, en el seno de una familia con padre ausente y madre abnegada para criar a sus siete hermanos al calor de un amor que blindó la retórica del cantautor. En sus conciertos, siempre reivindicaba ese sentimiento entrañable que logró evitar todo resentimiento posterior. Cabral debió exiliarse a mediados de los ’70 al ser considerado un artista de protesta, pero lo cierto es que, si bien coqueteó con el anarquismo, nunca militó, ni mucho menos alentó la lucha armada.
“Facundo era un tipo de paz”, confirma el periodista Marcelo Simón. “Ha sido un creador formidable que siempre estuvo del lado de la gente desarmada, no del de aquella que aprieta el gatillo”, agrega el maestro de ceremonias coscoíno, que conversó con Cabral en el contexto de un reciente espectáculo en la sala porteña ND / Ateneo. “Una vez presenté un espectáculo en Washington de folklore latinoamericano. Recuerdo que se me acercó un dominicano en la previa del concierto de Facundo y me dijo ‘estoy enojado con Facundo Cabral porque no apoyó nuestro movimiento armado’. Era lógico que no lo hiciera, si era un tipo de paz muy cerca de Gandhi, la Madre Teresa de Calcuta y Walt Whitman ”, cierra Simón.
Otro rasgo de Facundo Cabral: su capacidad para asociarse, para potenciar su cancionero haciéndolo dialogar con las expresiones de terceros. Lo hizo con Alberto Cortez, con comunicadores amigos y con humoristas como el mendocino Cacho Garay, con quien afrontó una temporada veraniega años atrás. “Me he despertado con angustia y dolor. Para colmo, cuando en el noticiero lo recuerdan, ponen una parte de nuestro espectáculo en conjunto”, confiesa Garay, quien se animar a caracterizar a Cabral como “una mezcla hermosa de La Biblia y el Martín Fierro”.
“Su claridad de pensamiento despertaba respeto y admiración. Además, tenía una capacidad increíble para resumir una historia en una frase. Te decía cosas imperceptibles para el común de los mortales. Facundo miraba al todo desde una nube”, redondea. Antes de que la llamada se extinga, Garay pide quedarse con la frase final. “Nunca tan pocas balas han matado tantos corazones”.
Ricardo Montaner, la Nobel Rigoberta Menchú, Andrés Calamaro, Alberto Cortez, Hugo Chávez y otros lamentaron su muerte.
El cantante Ricardo Montaner lamentó el asesinato de Facundo Cabral y aseguró que la noticia “enluta a todos los artistas del planeta”.
Montaner, nacido en Argentina y criado en Venezuela, expresó a través de Twitter su conmoción por el crimen y escribió: “No puedo creer lo de Facundo Cabral. Esta noticia nos enluta a todos los artistas del planeta. Hombre de palabra justa. Callaron al Cantor”.
Numerosas personalidades del mundo de la música y el espectáculo se mostraron consternadas ante el violento fallecimiento de Cabral.
En comunicación desde Madrid, el cantautor argentino Alberto Cortez señaló que se trató de “un accidente dramático” que atribuyó a “la violencia del narcotráfico que asola a parte de América Latina”, haciéndose eco de las versiones periodísticas que indicaban que el atentado que costó la vida de Cabral estaría dirigido al productor nicaragüense Henry Fariña, que viajaba con él.
“Facundo fue un gran amigo con una especial calidad y capacidad para transmitir su misticismo a la gente”, contó Cortés desde Madrid.
Por su parte, el líder de Los Chalchaleros, Juan Carlos Saravia, habló de “un atentado contra la cultura”, mientras que el cantante cordobés Jairo dijo en comunicación con Radio 10 que Cabral era “una persona maravillosa, entrañable y con mucho sentido del humor”.
Por su parte, la premio Nobel de la Paz, la guatemalteca Rigoberta Menchú dijo en declaraciones a Radio Mitre que Cabral “fue asesinado por sus ideales”.
“Lamento lo sucedido porque yo a Facundo le tengo mucho respeto; para mí él es un maestro”, sostuvo Menchú, que recordó su canción “No soy de aquí ni soy de allá” y dijo que “creo que todos estamos ahora cantando esa canción para él”.
Los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez, de Colombia, Juan Manuel Santos, y de Ecuador, Rafael Correa , lamentaron el asesinato de Cabral.
“Ay que dolor! Mataron al Gran Trovador de Las Pampas! Viva Facundo Cabral!”, escribió en su Twitter el presidente de Venezuela al lamentar el asesinato. “Lloremos con Argentina y con toda Nuestra Patria Grande!”, añadió Chávez.
El colombiano Juan Manuel Santos también se sumó a las muestras de pesar: “Muchos de ustedes deben ser fan de Facundo Cabral, y toda América Latina y nosotros aquí en Colombia, yo personalmente, lamento enormemente este vil asesinato”, expresó el mandatario.
En nombre del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires el presidente del Instituto Cultural, Juan Carlos D’Amico, expresó sus condolencias y repudió su asesinato. “Es un terrible final para un artista que siempre le cantó a la vida, la paz y la libertad, a tal punto que fue reconocido por la Unesco como Mensajero Mundial de la Paz y mereció la amistad de la Madre Teresa de Calcuta”, dijo.
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