Tu mirada pluvial
en la vereda
me humedece hasta el pelo
y la nostalgia
y en un guiño de pájaros
violetas
me desprendo el botón
de la mañana.
Ciudatango
te busco y no apareces
en los pasos zaguanes
de tu hastío
donde un norte de ochavas
y glicinas
aún lastiman
la zurda de mi vida.
Mina con el escote
hasta las ganas
y un cinturón
tapando la vergüenza
trenzas de pájaro y caldén
y una tormenta
en los ventosos muslos
apretados.
Ciudad adolescente
tango y pampa
sin tranvías, faroles
ni mateos
guardás en los talones
de la noche
tu risa pueblerina
y tu inocencia.
Pero en la boca impura
de los días
gritás tu desparpajo
ciudadano
maridaje de asfaltos
y trigales
de arrabales con guapo
y mate amargo.
Encendeme una luz
para el olvido
piantame tanta pena
en un abrazo
dame la esquina verde
de los sueños
y tu mano tan gaucha
en las caídas.
Volvamos a los patios
de la infancia
bailemos los acordes
de la siesta
y después
en la orgía de tus brazos
despeiname los miedos
y el pecado.
No aflojés
que la pampa es toda tuya
que el malón de tu sangre
es una fiesta
y en la órbita sensual
del viento macho
vas a parir un hijo
para el surco.
Enancada en los duendes
de la lluvia
bebete el grito fantasmal
del alba.
Date el gusto
gritales tu llanura
y acostate a dormir sobre mi falda.
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