viernes, 13 de enero de 2012

EL TREN QUE NOS ROBARON







Un fantasma de metal y humo
cruza la estepa
algún gorrión madrugador lo observa
y el rocío engarza diamantes
en los ojos del pájaro nostalgia.
Allá se va, gigantesco gusano de los parques
paquidermo en vías exangües
rumbo a la última estación
la de morir.
Sin conciencia, esos hombres raptados por los jíbaros
firmaron su sentencia
sin piedad
sin escrúpulos
con una carcajada que abultó sus bolsillos.
Los huérfanos de pan y lejanías
como postes resecos
quedaron atascados en andenes de olvido
trunco el vuelo eficaz del pasto puna
que les latía como un corazón.
Adiós película vital de los paisajes
adiós a los perfumes de la pampa.
No tañerá jamás esa campana
convocando al crepúsculo
y la aventura intrépida del viento
quedará sin frontón ni contrincante.
©Olga Liliana Reinoso

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