viernes, 27 de enero de 2012

MAGDALENA PROUSTIANA



Todos los años que viví fuera de la provincia de La Pampa, mis ojos -los de afuera y los de adentro- buscaban añorantes este cielo infinito, al alcance de la mano, que podemos disfrutar en la llanura. Nada es comparable a un cielo pampeano ...estrellado. "No podría vivir con orgullo mirando otro cielo que no fuera el tuyo" (Eladia Blázquez). Y la luna llena, o en forma de daga, con la que mantengo charlas silenciosas. Me llevan de la mano a aquella noche mágica: "Era una noche llena de luna, una de esas noches en
que el patio de mi casa se convertía en un conjuro para atraer duendes.
Sentada sobre un tronco de eucalipto, pintado por mi padre, mi alma se
expandía. Todo el aire picarón del verano se filtraba por las persianas de
mi ansiedad adolescente. Ymi niñez, pronta a zarpar, trepaba por las sombras
infinitas de los árboles, en esa búsqueda implacable que todavía me
persigue. No me pude negar a escribir. Fue un acto de amor, fue una entrega.
Mi corazón jugaba a la payana y mis dedos se hundieron en el
mundo intrincado de lametáfora: sólo una descripción, sólo un paisaje, la
pampa toda, rebosando en todos los renglones.
Y en esa noche crucial, se rompió el himen del silencio: hice el amor con
las palabras y parí un poema que el tiempo traspapeló". (La Sembradora, Llantodemudo ediciones, Córdoba, 2011).
Otro momento mágico, translúcido, en el que comulgo con mis sensaciones más vívidas y mis sentimientos genuinos es el atardecer. La figura de mi padre, su silencio contemplativo, se ubican a mi lado en un soliloquio que dura hasta las últim ...as sombras. Mi amor por los atardeceres es una extensión del amor por mi padre, de su sabiduría, de su bonhomía. No sé si en algo de todo esto está el sabor de mi "magdalena proustiana", pero qué bien sabe.

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