lunes, 30 de mayo de 2011

INMORTAL













Apenas una sombra difusa en la montaña
que late sin demora sobre los mediodías.
Viejo habitante de pequeños secretos
buhardilla donde escondo los ritos
y un violín de silencios para que duerma el tiempo.
La insólita postura que abreva en nuestras lágrimas
nuestras llagas de pie y en la ventana
te mimetizan con el claroscuro
cuando la lumbre adopta una ternura
de tanta sed, de tanto abecedario.
Mi flecha estremecida de preguntas
pega un salto en tinieblas
como cuando era niña
y esperaba.

Aún guardo la sonrisa
aquella del poder y la estrategia;
yo sé que no estás muerto
y las grandes mujeres y los hombres
o tu antiguo destino que no acaba
lo confirman en mi piel.
Y en mi locura.

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