El último crepúsculo
deja su falda entre los muslos de la tarde.
Hay una oscuridad que enfila al norte
mientras yo juego con la palabra despedida
como un niño olvidado de la siesta.
No queda nada por decir
muerde el silencio
y ya no hay lágrimas en el bolsillo de la noche.
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Bienvenida. Te deseo mucha suerte.