Desde aquí, mi hermana y yo, podemos disfrutar el paisaje como nunca lo hicimos. Levitamos etéreas, tan cerca de las nubes. Somos dos querubines.
Sin embargo, tenemos memoria de nuestra vida terrenal. Y cuando recordamos el sometimiento, las vejaciones y los tormentos a los que nos sometía mi marido, coincidimos en que nosotras también teníamos ganas de matarlo.
A cuchilladas. Hubiéramos hecho un festival de sangre. La primera, en el pecho. Y después lo hubiésemos despanzurrado como a un colchón de plumas.
Sí, absolutamente, teníamos muchas ganas de matarlo. Aunque ahora no podemos. Porque él está en la cárcel y nosotras acá arriba.
Pero apenas pase el duelo, seguro que nuestra mamita irá a visitarlo y le llevará esos bombones caseros que a él tanto le gustan y se los va a hacer comer uno por uno.
Sin embargo, tenemos memoria de nuestra vida terrenal. Y cuando recordamos el sometimiento, las vejaciones y los tormentos a los que nos sometía mi marido, coincidimos en que nosotras también teníamos ganas de matarlo.
A cuchilladas. Hubiéramos hecho un festival de sangre. La primera, en el pecho. Y después lo hubiésemos despanzurrado como a un colchón de plumas.
Sí, absolutamente, teníamos muchas ganas de matarlo. Aunque ahora no podemos. Porque él está en la cárcel y nosotras acá arriba.
Pero apenas pase el duelo, seguro que nuestra mamita irá a visitarlo y le llevará esos bombones caseros que a él tanto le gustan y se los va a hacer comer uno por uno.
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