La palidez del silencio
junto a la espada del alba
es un grito sin memoria
en el sol de la garganta.
Criatura y su deseo
con el mensaje del barro
los labios musitan tristes
la fragilidad del canto.
Ríen los enamorados
fuertes como una montaña
su casa de corazones
no es de lata ni es de plata.
Entre los bucles del bosque
el paisaje es una lágrima
y el silbo del benteveo
pinta el cielo con su pátina.
Nadie espía la alborada
no hay rencores en los ojos
y el día asume su cargo
sobre los cuernos de un toro.
Bendita sea esta tierra
que ha parido tanto brillo
aquí dejaré mis huesos
aquí nacerán mis hijos.
PatriaMujer, senos, vulva
sexo de volcán y lava
no hay cielo como tu cielo
aunque no te diga nada.
Pero te amo, terronosa
dama llena de pecados
salerosa mujerzuela
que lame mis pies atados.
Te entrego esta palma abierta
te doy mi sangre y mi entraña
copulo con tus raíces
mientras te ofrendo hasta el alma.
© Olga Liliana Reinoso
junto a la espada del alba
es un grito sin memoria
en el sol de la garganta.
Criatura y su deseo
con el mensaje del barro
los labios musitan tristes
la fragilidad del canto.
Ríen los enamorados
fuertes como una montaña
su casa de corazones
no es de lata ni es de plata.
Entre los bucles del bosque
el paisaje es una lágrima
y el silbo del benteveo
pinta el cielo con su pátina.
Nadie espía la alborada
no hay rencores en los ojos
y el día asume su cargo
sobre los cuernos de un toro.
Bendita sea esta tierra
que ha parido tanto brillo
aquí dejaré mis huesos
aquí nacerán mis hijos.
PatriaMujer, senos, vulva
sexo de volcán y lava
no hay cielo como tu cielo
aunque no te diga nada.
Pero te amo, terronosa
dama llena de pecados
salerosa mujerzuela
que lame mis pies atados.
Te entrego esta palma abierta
te doy mi sangre y mi entraña
copulo con tus raíces
mientras te ofrendo hasta el alma.
© Olga Liliana Reinoso
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