martes, 27 de diciembre de 2011

CHE



CHE

Tu estrella fue creciendo, compañero,
para alumbrar mi vida.
Te fui amando despacio
descubriéndote a tientas
oyendo y desoyendo la leyenda
y haciendo con mis manos
la verdadera historia del hombre irrepetible.
Amado hasta la muerte
y después de la muerte
multiplicado en cada corazón sencillo.
Y vi como tus huesos surgían refulgentes
del barro del olvido
que se hizo arcilla fértil
para poblar de sueños la infinita vasija
del pueblo maniatado.
Creciste, comandante, como un sol gigantesco
que entibió cada pecho.
Y organizó este caos.
No pudieron con vos
ni la mentira ni la desmemoria
ni pudieron las balas asesinas.
Tu fuego visceral las fue cremando
mientras te alzabas como una cordillera.
Hoy mis hijos te nombran y se asombran
del coraje y de la entrega plena.
Hoy mis hijos te quieren.
Y siguiendo tu huella
van a llegar por fin
al hombre nuevo.

©Olga Liliana Reinoso

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