La vida hierve en la savia del alma
que se agiganta como una mano extendida.
Sube del vientre terroso-huella preñada-
y se hace canto en las ramas y pájaro en la distancia.
Lleva en su boca la urgencia de este verdor presuroso
para que arda, fuego adentro, la multípara semilla.
Cuenco de abrazos, entrega de la pena generosa
que antes de caer al barranco en latidos se deshoja.
Y multiplica en la aurora sangre, célula, alarido
para que el mal de la noche sucumba con el olvido.
Árbol-de-vida árbolcanto árboles como banderas
corazón enarbolado en la cresta del follaje.
La primavera es un hábito para encarcelar la muerte
y desnudar su artilugio sin mentira ni coartada.
La vida vidarbolada baila su danza en el parque
y la hojarasca encendida es luciérnaga que late.
Por cada árbol una vida, por cada árbol la esperanza
árbol más árbol hermanos que el amor es flor sagrada.
©Olga Liliana Reinoso
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