En los labios de las amapolas
la lechuza abre de par en par su luna llena
y en los lindes, amenos mercenarios
transgreden el reloj y el amarillo.
Las alas de amatista
lana ligera, nube en lejanía
sufren un leve escalofrío
en el lívido estertor de la jornada.
© Olga Liliana Reinoso
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