sábado, 11 de junio de 2011

LA PRESENTACIÓN































Lentamente, el Auditorio de Médano comenzó a poblarse de gente. Yo estaba muy nerviosa, más que de costumbre para estas ocasiones. Es que guardaba un secreto que sólo se iba a develar al final.











Las luces se apagaron
y sobre la pared del fondo del escenario comenzaron a proyectarse las imágenes de un DVD con fotos de distintas épocas y textos alusivos. Por allí desfilaron la tía Estela y el tío Tobi, la Escuela Nº 30, mis compañeros de escuela, mis colegas de la escuela 111, el incendio, la Carpa Blanca, Roberto Petit, varias fotos con alumnos, una foto con mis hijos pequeños y mi mamá.

Al terminar el video, Marga Toranzo y yo subimos al escenario y nos ubicamos en una mesa para comenzar a dialogar. Primero llamé a Silvia Petitti para que leyera el prólogo que escribió. Luego, Marga leyó el prólogo de Patricia Miranda, yo leí las dedicatorias y después comenzó un diálogo entre Marga y yo. Ella me hacía preguntas y yo le respondía con fragmentos del libro: jubilaciones, escuelita rural, Monseñor Alemán, Ley Federal, Conferencia de Esteve, alegato de Tito y anécdotas con mis alumnos. En el medio, salpimentando la presentación, Pato Oliveri habló de Graciela Tissera y de mis desventuras con la hermana Anita, Vanesa Casayes condujo un supuesto acto escolar y Liliana González interpretó a una directora que no dejó una "ll" sin pronunciar en su discurso. También Vanesa leyó una descripción del día de las designaciones. Sobre el final, llamé a Sebastián Díaz. Y ahí se develó el secreto: canté la estrofa final de "A un semejante" de la gran Eladia. Todos los nervios acumulados explotaron al servicio de la canción que canté con toda la polenta posible, causando un grato asombro generalizado. Fue el golpe de gracia para una presentación, que -sin falsa modestia- salió preciosa, entretenida, dinámica y que generó en el público tanto risa como llanto. Había muchísimos amigos y parte de mi familia: mami, Tito, Andrea, Dani, Horacio y mi nuerita adorada Juliana, que me ayudó con la venta de libros (vendió un montón, jajajaja). Qué noche maravillosa. Faltaban Belén, Ramiro y Matías. Y era GOOOOOOOOLLLLLLL de amor.













































































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